Parroquia de San Juan Bautista, en el antiquísimo barrio de Mexicaltzingo, en Guadalajara, y las pretéritas tradiciones en honor de este santo

Lic. Helena Judith López Alcaraz

Ayer fue la festividad de San Juan Bautista, precursor del Señor. En la entrada de hoy hablaremos un poco acerca de los orígenes de uno de los templos más antiguos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, que fue dedicado precisamente a él. Sus orígenes se remontan al año 1541, cuando dicha urbe ni siquiera había sido fundada en el valle de Atemajac.

El templo de San Juan Bautista de Mexicaltzingo cuando aún se hallaba en construcción la única torre que conserva. Imagen tomada de la página del hotel Gran Casa Xalisco, ubicado en la calle Nicolás Régules –véase su biografía en otra entrada de esta revista electrónica– #61, Col. Centro, en Guadalajara, y mejorada por la autora.

Fue en dicho año cuando el entonces Virrey, don Antonio de Mendoza, trajo a una gran cantidad de indígenas aztecas como aliados para atacar a los sublevados caxcanes, que a la sazón no daban ni un respiro a los españoles que trataban, infructuosa y repetidamente, de asentarse en las regiones que hoy ocupa el estado de Jalisco y que, por aquellos ayeres, ya eran parte del Reino o Provincia de la Nueva Galicia –establecido en 1531–. La Guerra del Mixtón había tomado carices ya muy graves.

Al finalizar dicha guerra, en 1542, los mexicas decidieron quedarse a vivir cerca de la recién fundada –por cuarta y última vez– ciudad de Guadalajara, donde les fueron otorgados los terrenos para fundar el barrio de Mexicaltzingo, nombre que significa “en las casitas de los mexicanos”, que sigue siendo, hasta nuestros días, uno de los barrios tradicionales de Guadalajara. El barrio, que luego se convirtió en pueblo, se fundó entre el 14 y el 16 de febrero de 1542.

He aquí lo que narra Fray Antonio Tello –fallecido en Guadalajara en 1653–, franciscano e historiador​ español que se desvivió por evangelizar a los naturales en la Nueva Galicia:

De la otra parte del río, algo apartados enfrente de la ciudad, poblaron algunos indios mexicanos, en unas fuentes u ojos de agua, de los que habían venido con el Virrey D, Antonio de Mendoza y pusieron por nombre al pueblo Mexicaltzingo. […] algunos mexicanos, siendo estos de mayor actividad como más expertos en fábricas por las que en México se habían hecho, quisieron quedarse algunos que se casaron con las indias de Galicia, y por ello y que tuviesen que cultivar, se les permitió asentasen su población al Poniente, en la vega de dicho río dividiendo términos con Analco del Sur a Norte y quedando la ciudad a la parte Norte de la nueva población, a la que se le dio el título de San Juan de Mexicaltzingo” (2004, párr. 1).

La capilla que erigieron aquellos indios fue dedicada a San Juan Bautista –así lo consigna una placa–, y hoy en día es un hermoso templo. La portada es de dos niveles, en el primero está el acceso con un arco de medio punto con decoración barroca, el cual está flanqueado por pares de columnas de capitel corintio. El segundo nivel tiene ventana coral rectangular y a los lados se pueden apreciar floreros en cantera.

Interior del templo de San Juan Bautista en el barrio de Mexicaltzingo. Fotografía en la solemne fiesta de la Natividad del Señor del año de 1925, apenas siete meses antes de que fueran suspendidos los cultos en toda la República a raíz de la persecución religiosa imperante. Imagen mejorada por la autora.

La edificación que se aprecia en la actualidad, se concluyó hacia 1808 y su estilo es de transición entre barroco y neoclásico. Esta iglesia es famosa porque en ella se venera una imagen de Jesús Crucificado, mejor conocida como “el Señor de la Penitencia”, al cual se le atribuyen muchos milagros. Este Crucifijo, según el libro «Los Cristos de caña de maíz y otras venerables imágenes de Nuestro Señor Jesucristo» (1970), del canónigo Luis Enrique Orozco, fue elaborado con pasta de caña como material primordial y, según se cree, data de 1585 fue fabricado en el taller escultórico de los hermanos Matías y Luis de la Cerda. También menciona la posibilidad de que haya sido fray Lorenzo de Zúñiga, guardián de San Francisco de Guadalajara, quien adquirió y trajo la imagen que está en Mexicaltzingo, así como otra muy similar.

La festividad en honor de este Cristo es cada Jueves de Ascensión. Cuentan las crónicas que, el martes de carnaval, la sagrada efigie era descendida y limpiada con algodoncitos, que la gente, en su sencillez, resguardaba como si fuesen reliquias. Asimismo, cada jueves y viernes por la noche, los parroquianos solían cantar a coro la siguiente estrofa:

¡Oh Dios de la suma bondad!

pues eres todo clemencia,

ten de nosotros piedad,

Señor de la Penitencia.

Ahora bien, Leticia Ibarra refiere que, a pesar de la gran devoción profesada al Señor de la Penitencia, la población indígena siempre tuvo en un lugar preeminente a su santo patrono, San Juan, cuya imagen antes se hallaba en la parte superior del altar mayor de la espaciosa iglesia actual.

Programa de las solemnes festividades en honor del Señor de la Penitencia de este año, 2024, emitido por la Parroquia de San Juan Bautista de Mexicaltzingo. Imagen mejorada por la autora.

Las festividades religiosas y populares daban principio el 23 de junio. Aquella fecha, la iglesia se iluminaba con profusión y se adornaba con vistosos lazos de ixtle torcido en los que se sujetaban las velas de cera, que se encendían cuando los frailes y los sacerdotes, en el presbiterio, iniciaban la Misa.

En la madrugada del 24 de junio, el pueblo entero se congregaba en la iglesia y cantaban las mañanitas al santo, los mestizos y criollos, con el correr del tiempo se habían unido a la celebración. A las diez de la mañana, se celebraba con gran magnificencia y ceremonia la llamada “misa de función”, esto es, la que suele denominarse solemne, con presbítero, diácono y subdiácono –denominada “de tres padres” porque, a menudo, dos sacerdotes tenían que hacer el papel de los dos últimos–, cantos, música e incienso. A ella asistían todos los feligreses, quienes, enfervorizados, no dejaban de llenar el aire con cantos en honor al hombre que, junto con Jesucristo y la Santísima Virgen María, es el único del cual se celebra el día de su venida al mundo.

Hasta muy avanzado el siglo XX, existió la creencia de que el “Día de San Juan”, como se conoce popular y religiosamente a esta fecha, el agua que fluía por riachuelos y manantiales, por gracia divina en honor del Precursor, estaba bendita, y el pueblo se bañaba con fe y devoción. Antes del alba, familias completas se dirigían a los manantiales para recibir los beneficios del baño sagrado, otorgados, tal como pensaban sinceramente, por la intercesión de San Juan Bautista.

Terminado el baño, las muchachas engalanaban sus caballos con amapolas y flores de San Juan. A lo largo del trayecto, se instalaban indias con las vendimias de lechugas frescas, tamales de ceniza y atole de cascarilla, para que los transeúntes pudieran deleitar su paladar. Bajo la sombra de los árboles, las bandas y las orquestas animaban la fiesta tocando valses, a la par que el júbilo de los niños se mezclaba con la música y el pueblo disfrutaba a plenitud su hermosa tradición en honor de aquel que, como decía el último Evangelio –rezado al final de la Misa y tomado del comienzo del Evangelio de San Juan Apóstol– “no era la Luz, sino para dar testimonio de la Luz”.

Eventualmente, la ciudad empezó a crecer y las costumbres y las tradiciones se fueron transformando o perdiendo de manera paulatina. Aquellas en honor de San Juan Bautista no fueron la excepción: como lo afirma el historiador Muro Ríos, la fiesta, tal como fue descrita en el presente texto, se mantuvo viva hasta el año de 1950.

Templo de San Juan Bautista de Mexicaltzingo en la actualidad. Fotografía: El Informador.

En la actualidad, el templo de San Juan Bautista se localiza en la calle Mexicaltzingo #1059, Colonia Mexicaltzingo, frente al parque homónimo, en la Perla de Occidente. Cerca, a sólo unas cuadras, se sitúa la estación de la línea 2 del Tren Ligero, que posee mismo nombre.

Fuentes:

Programa Destinos de México (2024). Parroquia de San Juan Bautista (Mexicaltzingo). https://programadestinosmexico.com/parroquia-de-san-juan-bautista-mexicaltzingo-guadalajara/

Guadalajara, la ciudad de las rosas (2004). El Cristo de la Penitencia. http://guadalajara.net/html/im_religiosas/01.shtml

Colaboración de Leticia Ibarra en Sucedió en Guadalajara hace un…

La gloria de Dios en Guadalupe Zacatecas.

Capilla de Nápoles Exconvento y Colegio  propaganda Fide.


El nombre de “Capilla de Nápoles” se debe a la imagen titular a quien está dedicada, que fuera donada a la orden franciscana de esta comunidad por Isabel de Farnesio, Princesa de Nápoles y esposa del Rey Felipe V de España. Es una de las mejores manifestaciones de la arquitectura religiosa del siglo XIX, con acabados en estuco laminado de oro de diversos quilates y un artístico entarimado del piso, formado con maderas finas que dan forma a simétricas figuras geométricas, que a su vez conforman una grandiosa de rosa de los vientos. Su construcción comenzó en 1845, pero fue suspendida varias veces durante la guerra de Reforma y la exclaustración temporal que vivieron los franciscanos. Fue en 1866 cuando se concluyó y fue solemnemente dedicada a la Purísima Concepción.

Fuente: México Secreto Guiado 

Santuario de Nuestra Señora del Carmen: Tlapujahua, Michoacán.

Virreinato de la Nueva España. Arquitectura

Este Santuario, que antiguamente era la Parroquia de San Pedro y San Pablo es toda una joya arquitectónica construida en el auge minero de la población en el siglo XVIII. La decoración del interior es del estilo ecléctico hecha por Joaquín Orta Menchaca en 1905. Se venera a la virgen del Carmen que fue pintada en 1625 sobre un muro de adobe.

La iglesia que se construyó era pequeña y mal distribuida, en el siglo XVIII se demolió esta primera parroquia y edificó una nueva, digna de admiración, el interior estaba adornado con cinco maravillosos retablos y la opulencia había dejado su huella en los ornamentos y mobiliario, así como vasos de plata para consagrar, de todos tamaños, una custodia dorada y lámparas.

El siglo XIX trajo consigo cambios esenciales en el templo, la torre principal fue destruida por un rayo y los retablos de madera dorados fueron sustituidos en forma paulatina, las piezas de plata desaparecieron poco a poco, unas a causa de las guerras civiles de la época y otras debido a que fueron vendidas por los párrocos para sufragar los gastos de reparaciones del monumento.

El Altar Mayor fue transformado en gran medida durante los años treinta, colocándose al centro la imagen de la Virgen del Carmen, trasladada desde la capilla levantada en su honor, destruida por incendio.

La imagen, asombrosamente conservada se trasladó a la parroquia situándola al centro del Altar Mayor, finalmente en 1958 se trajo en las obras de decorado de una parte del Altar Mayor, cerca la imagen de la Virgen del Carmen. Imagen que año con año recibe miles de peregrinos.

Previo a la conquista. Antropofagía, esclavitud y sometimiento en el México prehispánico.

Francisco Gabriel Montes Ayala

“Moctezuma a quien muchos llaman emperador, dominaba en calidad de Tecutli de una de tantas ciudades, la más extraña, la más bella y la más poderosa por la descollante aptitud de guerra de sus fundadores” dice Pereyra. Y es que Moctezuma el gran Tlatoani de México, no había logrado nunca unificar el territorio que dominaban. Faltaban aprestos de guerra, no había animales de carga, no había sustento alimenticio y solo existía el trabajo de subsistencia y la guerra. No había la metalurgia para fabricar armas con hierro.

Se sabe hoy,  que grandes epidemias habían mermaban las naciones, las hambrunas habían acabado con grandes centros habitacionales y ceremoniales. Las ciudades estado que allí estaban hacían la guerra entre ellas, sojuzgaban y dominaban a otras, las guerras entre unos y otros eran muy frecuentes, incluso entre las mismas naciones, se hacían guerras civiles, intestinas entre ellos por dominio, por poder. Se puede decir que la guerra y el sometimiento era la tónica en la zona más «civilizada».  Los desiertos, las llanuras más allá de las ciudades había tribus nómadas, cazadoras y recolectoras.  El territorio de aquel tiempo que se considera “civilizado” era una pequeña proporción de lo que llegó a ser la Nueva España.

Había en el centro del país, en México-Tenochtitlan, un señorío independiente el de Texcoco y otro menor,  el de Tlacopan o Tacuba. Tenochtitlan que ya se había unido a Tlatelolco, y estaban atados los anteriores en una alianza y sujetos a Moctezuma en lo militar. Las conquistas daban tres tipos de tributarios. Los que voluntariamente se unían, los que tenían menos independencia y los sometidos. La esclavitud transitoria o permanente existía de manera vitalicia o hereditaria y era uno de los fines de las conquistas.

Los nobles dedicados al ejercicio de las armas, necesitaban de esclavos, albañiles, cargadores, servicio domestico, que se prestaba juntamente con sus hijas, primas, hermanas. El desarrollo del comercio ocupaba de hombres como bestias de carga que llevaban de aquí, allá, todo. Los comerciantes, “conducían así recuas de hombres cargados de mantas pintadas, artefactos de valor; también iban esclavos que, con los otros artículos, servían para adquirir cacao, vainilla, liquidámbar y cuantos productos daban las tierras calientes” afirma Carlos Pereyra.

Fuera de los dominios estaban numerosos señoríos independientes y libres, como Tlaxcala,  que era enemiga a muerte de los mexicanos y otras que generaban odio y que no podían manifestarlos por miedo al acoso y sometimiento. Moctezuma gobernaba no con el cetro y la corona, sino con el terror.

Había en cada pueblo y cada señorío, sacrificios humanos,  no existía un pueblo, por más pequeño que este estuviera, que los españoles no encontraran sangre fresca, miembros de cuerpos despedazados y aún cadáveres enteros a quienes solo habían arrancado el corazón. 

Cada sacrificio no solo daba sangre a los Dioses, sino que después arrancaban los muslos, los brazos, las piernas y se los comían como si hubieran sido reses recién matadas. Era un matadero para alimentar la población. Era la única forma de obtener proteínas.

En Tenochtitlan, los sacrificios eran peores y la antropofagia, era mayor. Muertos los hombres y sacrificados, su sangre era embarrada en las paredes del templo, los sacerdotes bebían la sangre del descorazonado y se emdarrubaba las melenas con ella y el hedor era insoportable de la sangre podrida que se acumulaba; las piernas y los brazos, eran utilizados para comer, el torso era entregado a los animales enjaulados que tenían para la guerra, la insalubridad en la ciudad reinaba por doquier. Para los cientos de espectadores que esperaban comer un poco de carne, era necesario sacrificar a muchos hombres,  para satisfacer el hambre.

El culpable de todo era Huichilobos, como le llamaron los españoles. Pero eso es otra historia.

El párroco insurgente de Sahuayo

Historia del P. Marcos Castellanos Mendoza, sacerdote y héroe de la Guerra de Independencia en la Ciénega de Chapala

Lic. Helena Judith López Alcaraz

Padre Marcos Castellanos Mendoza (1747-1826), presbítero insurgente oriundo de La Palma, Michoacán, bautizado en Sahuayo y más tarde cura de dicha población.

Un municipio del hermoso estado de Michoacán, cuya cabecera es la localidad de San José de Gracia, lleva su nombre. Su vida y trayectoria, que comenzaron en La Palma, que entonces pertenecía a territorio sahuayense, le valieron no sólo tal reconocimiento toponímico, sino que su nombre quedase inscrito en el nutrido grupo de presbíteros mexicanos que participaron en la insurrección armada de 1810.

Se trata de Marcos Castellanos Mendoza, nacido el 4 de marzo de 1747 cerca de la hoy Capital de la Ciénega, en La Palma, Michoacán, en la ribera chapálica. De hecho, por aquellos ayeres, La Palma pertenecía a Sahuayo. Fueron sus padres don José Antonio Castellanos y doña Mariana Mendoza, miembros de las familias fundadoras y terratenientes de la población, poseedores de la media hacienda de La Palma. Así lo relata el connotado cronista Francisco Gabriel Montes Ayala. Ambos eran españoles. El otro dueño de la media hacienda era Luis Macías, con quien Marcos Castellanos entablaría amistad posteriormente.

La Palma de Jesús, Michoacán, cuna del sacerdote y héroe Marcos Castellanos.

El recién nacido fue bautizado el 20 de marzo de 1747, a los dieciséis días de su venida al mundo, en la Parroquia de Santiago Apóstol en Sahuayo con los nombres de Marcos Victoriano –“Bictoriano” en su fe de Bautismo–. En la partida eclesiástica se estipula que era “español, de La Palma”. El sacerdote que lo bautizó se llamaba Juan Benito Gudiño.

Su padrino del primer Sacramento, Juan Ángel Gamarra, era un adinerado y próspero comerciante de Zamora –su acta bautismal ratifica que allí residía– y fungió cómo alcalde más de una vez. Fue él quien lo mandó a estudiar al Seminario de Valladolid, donde conoció a Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, futuros clérigos y jefes insurgentes como él.

Fe de Bautismo de don Marcos Castellanos. Recuadros para resaltar colocados por la autora.

Ya ordenado presbítero, Marcos Castellanos fue designado a la Parroquia de Sahuayo, la misma en la que había sido regenerado con las aguas bautismales. Ejerció su labor pastoral de 1789 a 1799. También fue párroco en su natal La Palma, donde se encargó de la edificación de la capilla dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, como lo consigna Francisco Montes Ayala.

En 1797, el obispo Fray Juan Miguel de San Miguel, obispo de Valladolid, le ordenó que fuera a Cojumatlán, otra comunidad de la Ciénega, con el objetivo de dirigir la construcción de un templo. El mismo Castellanos así lo narra al mismo prelado:

“Mi muy venerado Prelado y Señor… siendo de su superior agrado [que me encargue del redificio de la iglesia de Cojumatlán] no tendré embarazo, antes bien será de mi mayor complacencia, pues estando tan próximo a venir ya el cura propio de este partido, ser yo afecto a aquella iglesia inmediata a la hacienda de La Palma en donde tengo mis capellanías, y hallarme con veinte y más años de administración continua, redundará en muchos beneficios de aquella feligresía, así por la brevedad con que exigiré la fábrica [del templo] como por darles misa uno u otro día festivo, y juntamente administrar en aquellas distancias el santo sacramento de la penitencia. Hice saber y entregué en propia mano a don Francisco Orozco el nombramiento que hizo V. S. I. para mayordomo del redificio de la iglesia de Guarachita, también de este partido, quien lo aceptó gustoso” (citado por González y González, 1979, p. 67).

Así, Marcos Castellanos pasó a desempeñar su ministerio en la parroquia de Cojumatlán, que recién había sido erigida como vicaría fija. Quedó a las órdenes del señor cura Juan Miguel Cano.

Su trabajo en tierras cojumatlenses, genuina y realmente basado en el apoyo a su feligresía, se caracterizó por un notable e incansable apoyo el ámbito espiritual y, no menos importante para él, en el material. El eclesiástico recién arribado se destacó por su compromiso con el bienestar de los habitantes de la zona, en particular los indígenas, promoviendo valores como la solidaridad y la justicia social, pero sin dejar de lado la faceta religiosa y la cura de almas. Era, podemos decirlo en honor a la verdad, un sacerdote sumamente entregado a su grey.

Para septiembre de 1810, el padre Castellanos ya tenía sesenta y tres años. Había cumplido sus deberes ejemplarmente –y lo haría hasta su muerte–, al grado de desvivirse por sus fieles. Preocupado por la situación, pese a su nula preparación militar, se lanzó a la aventura insurgente. Compartió sus inquietudes con otros parroquianos aguayenses y junto con Luis Macías –el otro propietario de la media hacienda– y el capellán de La Palma, Pablo Victoria, puso en armas a un nutrido grupo de indígenas regionales.

Luis González y González (1979, p. 90) menciona que el otrora cura párroco de Sahuayo estaba convencido de que la América Septentrional estaba sometida a la avaricia y la política hispanas –no olvidemos que era criollo–, y creía fervientemente que había que defender aquella “preciosa perla de la corona española”, uno de tantos epítetos que se le daban a México.

Al ser derrotado y muerto Luis Macías, a cuyo lado peleó desde el principio don Marcos, en 1813, en La Barca, el presbítero tomó la dirección de la hueste que combatía en la ribera de Chapala, específicamente en la isla de Mezcala, adonde había partido en 1812. Poseedor de desconocida pero notable pericia militar, supo aprovechar la valentía de sus hombres y su habilidad en el arte de navegar en canoa. Otros dos dirigentes importantes al lado de Castellanos fueron Encarnación Rosas y José Santana.

En su lucha contra los realistas, Castellanos sorteó ataques, bloqueos y la devastación de cosechas y de poblados ordenada y ejecutada por las tropas fieles a la Corona Española a fin de cortar las fuentes de abasto para los insurrectos. Con todo, bien acuartelados en Mezcala, los insurgentes liderados por él resistieron ardua e incansablemente hasta 1816.

Aquella situación no podía mantenerse de forma perpetua e indefinida. La lucha llegó a su desenlace con la capitulación de Castellanos y los insurgentes, diezmados por las enfermedades, el hambre y el cansancio. El 25 de noviembre de 1816 se llevaron a cabo los acuerdos y el armisticio.

Vista de la Isla de Mezcala, en la ribera del Lago de Chapala, escenario de la resistencia insurgente liderada por don Marcos Castellanos.

José de la Cruz, gobernador de la Nueva Galicia, estableció las bases de la rendición con Santana. Cuatro fueron los principales acuerdos a los que llegaron primero éste y, posteriormente Castellanos: que fueran reconstruidos los pueblos ribereños arrasados durante los cuatro años de conflictos bélicos, entre ellos Mezcala –que había sido pasado bajo el fuego y destruido casi por completo–; eximir a los mezcalenses “de los aranceles parroquiales”; restituir a Castellanos como párroco de la región; y a Santana darle el cargo de Gobernador de Mezcala y de San Pedro Itzican con grado de Teniente Coronel (2011, p. 256).

Luego del perdón concedido por el gobierno realista, el padre Castellanos retomó su carrera eclesiástica y se hizo cargo de su nuevo destino, Ajijic –entonces escrito Axixic–, Jalisco, perteneciente a la Parroquia de Jocotepec. Allí residiría hasta su fallecimiento.

Siendo ya un anciano casi septuagenario, llevó una vida paupérrima, llena de penalidades y carencias. Francisco Montes Ayala, en su libro Marcos Castellanos, criollo de La Palma, refiere que a menudo enviaba cartas al entonces Obispo tapatío, Juan Cruz Ruiz de Cabañas, y que, en una de ellas, le expuso:

“…en ocasión de la pobreza que me embarga, le solicito ayuda debido a que hoy vivo en la ancianidad y esta villa es pobre, por eso, muchas veces he vivido momentos terribles, porque mi desayuno muchas veces ha sido un mendrugo de pan y un poco de atole que en caridad me regalan los vecinos”.

En otra misiva al mismo Obispo, Castellanos se expresó en los siguientes términos:

Excelentísimo e ilustrísimo señor doctor don Juan Cruz Ruiz de Cabañas

Xocotepec, agosto 19 de 1819

Mi muy venerado prelado

Hace un mes y diez días que el señor cura de este partido me puso de ministro en el pueblo de Ajijic, lo que no he participado a su excelencia ilustrísima por ver cómo me probaba. Hágolo ahora diciéndole que estoy a gusto por los muchos favores que del señor cura recibo, pues a pesar de que este pueblo se compone de puros indios y por lo mismo son muy cortas sus obvenciones, ha procurado sostenerme. Acabo de saber que a dicho señor se le ha dado el curato de Tapalpa y con esto pienso quedar otra vez en el aire.

Dios haga su santísima voluntad y le preste vida a su señoría ilustrísima para mi amparo, lo que incesantemente pide en sus cortas oraciones su más rendido súbdito que su pie besa.

Marcos Castellanos [rúbrica]”

Obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, destinatario de las epístolas en las que Marcos Castellanos le pidió auxilio debido a la gran estrechez económica que sufrió en sus últimos años.

No obstante, ni lo anterior ni su salud, cada vez más deteriorada, causaron un detrimento en su celo pastoral. Prueba de ello reside en la información contenida en un informe del párroco de Jocotepec, fechado el 13 de julio de 1820.

Este documento, dirigido al obispo Cabañas por el párroco de Jocotepec nos puede ilustrar, de primera mano, cómo fueron las condiciones pastorales y económicas de la última parroquia en la que sirvió Marcos Castellanos, dedicada al Señor del Monte:

Excelentísimo e ilustrísimo señor doctor don Juan Cruz Ruiz y Cabañas

Señor

A la superior orden de vuestra excelencia ilustrísima que con fecha 15 de junio me dirigió, no he podido cumplirla con brevedad como yo deseaba y dar razón a vuestra excelencia ilustrísima de todo lo que en esa superior orden se pide, lo que hago ahora respondiendo a lo más reservado; lo que falte [lo enviaré] para cuanto antes.

Remito a vuestra excelencia ilustrísima los padrones de toda esta feligresía y una lista por separado de todos los que han faltado al cumplimiento de la Iglesia, en la que no todos los de ella han faltado por renuencia, aunque sí los más, pues en una es por sus cortedades y asistencia en su trabajo, prometiéndome el hacerlo cuanto antes, y no cesan de llegar a confesarse, y creo que en todo el mes de julio quedaran sólo los muy rebeldes y contumaces. He cumplido en exhortarlos y amonestarlos.

Las costumbres de esta feligresía en lo general son cristianas y en pocos reinan algunos escándalos causados ya de la embriaguez y ya de concubinatos, en particular reina en los más de los indios la embriaguez.

Las iglesias así de esta parroquia como las de los pueblos de indios en lo material están buenas, ningunos fondos encuentro en ellas, sólo en la parroquial el de fábrica, que es muy escaso, cofradías ningunas.

La iglesia parroquial tiene ahora lo muy preciso de ornamentos, aunque viejos, y vasos sagrados para celebrar y administrar los sacramentos. Las de los pueblos y capillas de haciendas tienen lo preciso para celebrar. Eclesiásticos hay en esta feligresía tres: el padre don Marcos Castellanos en la ayuda de parroquia de Ajijic, administrando; el padre [no dice su nombre] capellán de Huejotitán, que administra toda la hacienda, ordenado a título de administración, su edad cuarenta y cinco años, sus licencias me dice tiene orden de refrendarlas, la ocupación de los dos lo ya referido, y ser asistentes en el confesionario y bien de las almas, pues el padre capellán no obstante estar algo enfermo, me ha servido y me sirve en cuanto lo ocupo, y si no fuera por él ahora que he estado solo, seguramente hubiera faltado yo en mucho y hubieran padecido bastante los feligreses. La vida y costumbres de ambos no tienen qué reprender.

Lo más pronto que pueda concluiré en dar razón a vuestra excelencia ilustrísima de lo demás que me falta.

Dios guarde a vuestra excelencia ilustrísima muchos años.

Jocotepec, julio 13 de 1820

Su más humilde y rendido súbdito que besa la mano a vuestra excelencia ilustrísima

José Reyes Ibarra [rúbrica]

En ambas transcripciones, cuyos facsímiles fueron facilitados en fotocopia para ser publicados en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara por el presbítero Jesús de León Arteaga, se ha actualizado la ortografía, anotado la puntuación y conservado sólo los arcaísmos de fácil comprensión. Las abreviaturas fueron desenlazadas.

Marcos Castellanos murió sumido en las tinieblas del olvido y de la miseria, el 7 de febrero de 1826. Sus deudos no alcanzaron a reunir la suma necesaria para comprarle un ataúd de madera, y fue sepultado gratuitamente. Ni siquiera hizo testamento, de tan pobre que había quedado.

Sus reposan en Jocotepec, en la misma entidad. Una placa, colocada por el Ayuntamiento local, así lo ratifica.

Placa que da fe de la localidad en que descansan los restos mortales de Marcos Castellanos.

Fuentes consultadas

Acosta Rico, F. (6 de febrero de 2019). Efemérides: Muere en Ajijic el insurgente Marcos Castellanos. Crónica Jalisco. https://www.cronicajalisco.com/notas/2019/91914.html

Arquidiócesis de Guadalajara (1 de abril de 2011). Billete de Marcos Castellanos al obispo Cabañas. En: Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara. Año CXXII, número 4.

Bastos Amigo, S. & Muñoz Morán, Ó. (abril de 2011) Los insurgentes de Mezcala (1812-1816). Conflictos internos y externos ante la celebración del bicentenario. Cuadernos de Marte. Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra. 1(1). https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/738

González y González, L. (1979). Sahuayo. México: Colegio de México.

Montes Ayala, F. G. (1999). Marcos Castellanos, criollo de la Palma. México: ABC Sahuayo.

La fortaleza de San Juan de Ulúa, sufrió los ataques de corsarios y piratas ingleses.

*El lugar donde se derroto a uno de los mas importantes corsarios de Inglaterra.

La flota inglesa estaba compuesta por seis naves: el Jesus of Lubeck, de la Royal Navy , a cargo de John Hawkins , el Minion, con John Hampton, el William and John , con Thomas Bolton, y el Judith , capitaneado por Francis Drake ;Francis Drake consiguió su fama como militar saqueando los puertos españoles en el Caribe cuando Inglaterra y el Imperio español ni siquiera estaban oficialmente en guerra. Bajo el mando de su primo segundo John Hawkin, aprendió con solo 13 años lo rentable que resultaba atacar los puertos españoles aprovechando las deficientes defensas hispanas y el lucrativo negocio del contrabando de esclavos. Lo cual no evitó que sufriera en persona una derrota de envergadura en esos años. En 1567, Hawkins realizó su tercera acometida contra las posesiones hispánicas. Tras hacerse con 450 esclavos en Guinea y Senegal, puso rumbo al Caribe al frente de seis barcos, entre los que estaba «El Judith», capitaneado por Drake. Una tormenta los obligó a dirigirse a Veracruz, donde, haciéndose pasar por la armada española, forzaron al virrey Martín Enríquez de Almansa a entregarles suministros. Para su desgracia, a los pocos días arribó en Veracruz la auténtica armada española. Cuatro buques piratas fueron hundidos, 500 tripulantes abatidos y las ganancias del contrabando de esclavos capturadas casi en su totalidad. Drake y su primo pudieron escapar de milagro. Estaban resueltos a remediar en los siguientes años aquella humillación.

A raíz de este incidente, Francis Drake adquirió un odio visceral hacia los españoles, lo que lo precipitó en su legendaria carrera como corsario vinculado a la reina Isabel I .

Por parte española, se produce la recuperación de las abundantes ganancias fruto de un año de saqueos.

FUENTE: Virreinato de la Nueva España: Arquitectura.

Basílica de Ocotlán en Tlaxcala  1687 a 1790


Es uno de los templos-santuarios católicos, más importante del estado de Tlaxcala, y está conformado por un grupo de construcciones que fueron edificados en diferentes etapas históricas.


El conjunto arquitectónico se encuentra emplazado sobre una colina en las inmediaciones de la Ciudad de Tlaxcala. El conjunto se complementa con dos edificaciones: la Capilla de Guadalupe, que hoy se ocupa como baptisterio y en la que se pueden apreciar cuatro vitrales alemanes y al extremo opuesto el portal de peregrinos.

La fachada:


Esta semeja a un retablo cubierto por una concha. Como todas las fachadas de arte sacro, cumple una función didáctica, para que el pueblo, a través de símbolos y figuras, entienda los misterios de la fe que profesa. Construida con ladrillo recortado y recubierto por argamasa (cal y arena), y para darle un colorido blanco, le aplicaron lechada de cal; realizada con la finura y color del alfeñique (dulce de Almendra) por verdaderos maestro en el arte de la yesería propio de la región, que muestra en conjunto mucha simetría y equilibrio. Debió construirse entre 1760 y 1790.

Se considera como la cumbre del barroco churrigueresco, admirada y elogiada lo que ha llevado a su reproducción en varios libros de arte.


El punto de convergencia de esta fachada es la ventana-coral en forma de estrella en la que destaca la figura aérea de la Virgen.


Las torres gemelas tiene una altura de 33 m y encuadran la gran fachada. Ambas torres culminan en lo alto con una cupulita con linternilla, en donde se anclan respectivamente dos magníficas cruces de hierro forjado. Sus bases de planta mixtilínea, tapizadas de ladrillos hexagonales con empalmes de cal, su ornamentación se produce en ambos campanarios ambientando con un fuerte y cálido colorido. El total de columnas en ambas torres es de cuarenta, más 24 florones o remates, su construcción data del último tercio del siglo XVII.

Fuente: Virreinato de la Nueva España. Arquitectura.

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Cristobal Colón y su cita con la muerte.

Darío Madrid.

El 20 de mayo de 1506 murió Cristobal Colón en Valladolid. Su gesta al lograr atravesar un océano desconocido y descubrir un Nuevo Mundo cambió la historia. Permitió que los navegantes españoles lograran poner en los mapas un 57 por ciento del globo terráqueo.
Cada cierto tiempo se lee o se escucha aquello de «Cristobal Colón no descubrió nada. Esas tierras estaban habitadas.»


Según el diccionario de la Real Academia Española descubrir significa “hallar lo que estaba ignorado o escondido, principalmente tierras o mares desconocidos”. También significa «manifestar, hacer patente» y «destapar lo que está tapado o cubierto.» Evidentemente Colón descubrió unas tierras que eran desconocidas salvo por los que en ellas habitaban y las dio a conocer a una mayoría de los habitantes del planeta. Su hazaña logró que todo un continente se pusiera en los mapas y tuvo consecuencias históricas.


Además los habitantes de América antes de la llegada de Colón tenían claro quienes podían ser sus vecinos a una distancia más o menos corta pero desconocían que vivían en un continente y no tenían ninguna relación con los americanos que no se encontraban en su hábitat .

Almirante Cristobal Colón


También dicen que Colón no descubrió América porque con anterioridad un vikingo llamado Erikson llegó a las costas de Terranova que están en el actual Canada. Los saqueadores vikingos no dieron a conocer a dónde habían llegado, ni siquiera sabían que aquello pudiera ser un nuevo continente, fueron incapaces de poner las nuevas tierras en un mapa y su presencia en América no tuvo ninguna consecuencia histórica.


El cuadro que ilustra esta nota es del gran @DalmauFerrer. Muestra el momento en «que Colón y sus hombres dejaban atrás la inmensidad del Atlántico para abrir las puertas de un mundo nuevo; virgen, sin explorar….»


Publicado en España Luz de Trento.

La Capilla de La Palma, vestigios de la hacienda. Data de 1795

Francisco Gabriel Montes

La Capilla de templo del Sagrado Corazón de La Palma es la única parte que queda de la antigua hacienda de La Palma. Era dedicada a San José y la construyó el padre don Marcos Castellanos Mendoza, cura interino de la Parroquia de Santiago Apóstol de Sahuayo.

Por aquellos años que fue cura interino, no solo hizo la capilla de La Palma, sino que también hizo las capillas de Cojumatlán y de Guarachita. La Capilla es sobria, simple y sufrió modificaciones a lo largo del siglo XIX, en tiempos del señor cura Antonio Escoto, también por parte del señor Cura Macario Saavedra que en 1886 dice en carta al obispo, que remodelaron el altar que era de piedra.

La remodelación mas profunda, la hizo el padre Jesús Rojas en 1922 que dejó el altar nuevo, tal como hoy lo vemos y se ha conservado a lo largo de más de 102 años. Las remodelaciones han sido constantes, de hecho el actual párroco J. Refugio Maravilla también realizó arreglos, así como el Padre José Luis Villaseñor.

La Capilla es esa parte maravillosa, que se conserva de la Nueva España, del esplendor de aquellos pequeños templos de las haciendas, que en su mayoría fueron derrumbados u olvidados. La Palma de Jesús conserva esta vieja construcción anexa al actual templo, porque así lo decidió el párroco que en 1945, construyera el templo actual, el padre Enrique Sánchez Navarro.

Una ordenanza en materia laboral en el nuevo Mundo: Ordenanza dada por Hernán Cortés para el buen tratamiento y régimen de los indios. 1525

Lic. Elihu Hernández.

La historia del derecho laboral ha considerado brevemente los estudios de las normas jurídicas emanadas durante la época colonial e inclusive el México prehispánico, posiblemente por la leyenda negra que ha permeado el discurso nacionalista o simplemente la carestía de estudios especializados, no obstante existir autores como Silvio Zavala quien destino gran parte de su investigación a la estructuras y normas jurídicas de la Colonia. Así pues, este breve texto presenta al público fragmentos de una ordenanza emitida en 1525 por Hernán Cortés, destacando la influencia de las leyes de Burgos de 1512 (Serie de ordenamientos que buscaban la prohibición de esclavizar a los habitantes originarios del Nuevo Mundo y dedicar esfuerzos a evangelizar) y la intención “política” de proteger al indígena.

Protección de los trabajadores indígenas menores de 12 años: “ que nenguno de los que tobieren los dichos indios puedan sacar ni saquen de los pueblos dellos para sus labranzas ni para cosas algunas, ninguna mujer ni mochacho de doce años para abaxo, son pena que si lo sacare, pierda los dichos indios e le sean quitados; e defiendo a todos mis lugar- tinientes que no puedan dar licencia para sacar las dixas muxeres ni mochachos, so pena de doscientos pesos de oro por cada vez que me dieren la dicha licencia o vinieren a su noticia que se sacaren sin ella, e no executare la pena contenida en este capitulo; los quales dichos doscientos pesos de oro, aplico según es dicho en el capitulo antes deste”

Salario mínimo obligatorio a los indígenas: “Item: que todo el tiempo que los dichos indios estobiesen sirviendo el señor que de ellos se sirve e les dé a cada uno en cada día una libra de pan casabe e axi, e sal, e libra e media de axe o de yncaboniata, e ansi mesmo con su sal e axi; e porque al presente los españoles no puede dar los dichos bastimentos, e los dichos indios los tienen en sus casas e los pueden traer para su mantenimiento, sin que se les haga agravio, a lo menos agora al presente, porque tienen muchas labranzas, permito e mando questo no se entienda hasta de aquí a un año primero siguiente que comienze a correr desde el día del primero de Enero de quinientos veinte e seis años, e que pasado este tiempo, los mantenga como dicho es, so pena que por cada vez que se le probase que no le diesen la dicha rrazión, paguen medio marco de oro aplicado como dicho es e si fuere penado tres veces, mando que pierda dichos indios”

Tiempo de descanso y duración de la jornada para los indígenas: “Item: Que el tiempo que los dichos indios estobiesen sirviendo, el español a quien sirviesen, no lo saque a la labranza fuera que sea salido el sol, que los tenga en ella más tiempo de fasta una hora antes que se ponga, e que al medio dia los dexe reposar e comer una hora, so pena que por cada vez que no lo compliese ansí como en este capítulo se contiene, pague medio marco de oro aplicado como dicho es: e sí tres, veces se lo probase haberlo fecho, pierda los dichos indios”

¿Qué destacamos de estos fragmentos? La importancia del concepto de sujeto indígena que los españoles forjaron, distinguiendo desde temprana dominación la diferencia y proteccionismo necesaria del “otro”, por otra parte, desde un punto de vista jurídico existe una sanción a quien vulnerará las ordenanzas dictadas por la autoridad política de aquél momento representada en Hernán Cortés y sus huestes, no obstante la práctica política hiciera inaplicable dichas normas, debe reconocerse como un intento de establecer un marco jurídico que salvaguarda la integridad física del sujeto “indígena”, relegando muchos mitos que han cerrado completamente la investigación de estos temas, por considerar que el encuentro de 1519 entre españoles y mexicanos fue completamente una eliminación de un pueblo por otro, al contrario, es un proceso de asimilación cultural vivo hasta nuestros tiempos y que al menos en las normas del derecho laboral se han perpetuado.

Fuentes consultadas: Cortés Hernán, “Cartas y documentos”, 2da edición, Introducción de Mario Hernández Sánchez-Barba, México, Editorial Porrúa, 2004, (Colección Biblioteca de Historia), 614 p.p.

“Una ordenanza en materia laboral en el Nuevo Mundo: Ordenanza dada por Hernán Cortés para el buen tratamiento y régimen de los indios. Aproximadamente: 1525.” Lic. Elihu Hernández.

La historia del derecho laboral ha considerado brevemente los estudios de las normas jurídicas emanadas durante la época colonial e inclusive el México prehispánico, posiblemente por la leyenda negra que ha permeado el discurso nacionalista o simplemente la carestía de estudios especializados, no obstante existir autores como Silvio Zavala quien destino gran parte de su investigación a la estructuras y normas jurídicas de la Colonia. Así pues, este breve texto presenta al público fragmentos de una ordenanza emitida en 1525 por Hernán Cortés, destacando la influencia de las leyes de Burgos de 1512 (Serie de ordenamientos que buscaban la prohibición de esclavizar a los habitantes originarios del Nuevo Mundo y dedicar esfuerzos a evangelizar) y la intención “política” de proteger al indígena.

Protección de los trabajadores indígenas menores de 12 años: “ que nenguno de los que tobieren los dichos indios puedan sacar ni saquen de los pueblos dellos para sus labranzas ni para cosas algunas, ninguna mujer ni mochacho de doce años para abaxo, son pena que si lo sacare, pierda los dichos indios e le sean quitados; e defiendo a todos mis lugar- tinientes que no puedan dar licencia para sacar las dixas muxeres ni mochachos, so pena de doscientos pesos de oro por cada vez que me dieren la dicha licencia o vinieren a su noticia que se sacaren sin ella, e no executare la pena contenida en este capitulo; los quales dichos doscientos pesos de oro, aplico según es dicho en el capitulo antes deste”

Salario mínimo obligatorio a los indígenas: “Item: que todo el tiempo que los dichos indios estobiesen sirviendo el señor que de ellos se sirve e les dé a cada uno en cada día una libra de pan casabe e axi, e sal, e libra e media de axe o de yncaboniata, e ansi mesmo con su sal e axi; e porque al presente los españoles no puede dar los dichos bastimentos, e los dichos indios los tienen en sus casas e los pueden traer para su mantenimiento, sin que se les haga agravio, a lo menos agora al presente, porque tienen muchas labranzas, permito e mando questo no se entienda hasta de aquí a un año primero siguiente que comienze a correr desde el día del primero de Enero de quinientos veinte e seis años, e que pasado este tiempo, los mantenga como dicho es, so pena que por cada vez que se le probase que no le diesen la dicha rrazión, paguen medio marco de oro aplicado como dicho es e si fuere penado tres veces, mando que pierda dichos indios”

Tiempo de descanso y duración de la jornada para los indígenas: “Item: Que el tiempo que los dichos indios estobiesen sirviendo, el español a quien sirviesen, no lo saque a la labranza fuera que sea salido el sol, que los tenga en ella más tiempo de fasta una hora antes que se ponga, e que al medio dia los dexe reposar e comer una hora, so pena que por cada vez que no lo compliese ansí como en este capítulo se contiene, pague medio marco de oro aplicado como dicho es: e sí tres, veces se lo probase haberlo fecho, pierda los dichos indios”

¿Qué destacamos de estos fragmentos? La importancia del concepto de sujeto indígena que los españoles forjaron, distinguiendo desde temprana dominación la diferencia y proteccionismo necesaria del “otro”, por otra parte, desde un punto de vista jurídico existe una sanción a quien vulnerará las ordenanzas dictadas por la autoridad política de aquél momento representada en Hernán Cortés y sus huestes, no obstante la práctica política hiciera inaplicable dichas normas, debe reconocerse como un intento de establecer un marco jurídico que salvaguarda la integridad física del sujeto “indígena”, relegando muchos mitos que han cerrado completamente la investigación de estos temas, por considerar que el encuentro de 1519 entre españoles y mexicanos fue completamente una eliminación de un pueblo por otro, al contrario, es un proceso de asimilación cultural vivo hasta nuestros tiempos y que al menos en las normas del derecho laboral se han perpetuado.

Fuentes consultadas: Cortés Hernán, “Cartas y documentos”, 2da edición, Introducción de Mario Hernández Sánchez-Barba, México, Editorial Porrúa, 2004, (Colección Biblioteca de Historia), 614 p.p.

Fuente: Enciclopedia de Historiografía de la Nueva España (Página de facebook)