Comentando: El intervencionismo en nuestra Historia.

Mtro. Francisco Gabriel Montes Ayala

Joel Robert Poinsset, penitenciario de EUA en México.

La narrativa de la historia, podrá tener versiones variadas, de acuerdo a la ideologización o politización que el sistema impone. Pero algo que es tan cierto en la Historia de México, es la intervencionismo de nuestros vecinos del norte; este libro que se concluyó en 1951,  el historiador, José Fuentes Mares, 𝗣𝗼𝗶𝗻𝘀𝘀𝗲𝘁, 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗴𝗿𝗮𝗻 𝗶𝗻𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮, es una prueba documental, de que nuestros vecinos,  desde los tiempos de la independencia, fueron quienes impulsaron  aquellos movimientos independentistas en América del sur; la copia exacta de la constitución norteamericana, sería transcrita en 1824 para México.

𝗝𝗼𝗲𝗹 𝗥𝗼𝗯𝗲𝗿𝘁 𝗣𝗼𝗶𝗻𝘀𝘀𝗲𝘁, fue el artífice de la aplicación del «destino manifiesto» en México, con la formación de un «partido americano», camuflado como partido liberal, como lo reconoce él mismo, en informes oficiales, para que en 1847, México perdiera sus territorios del norte, con la complicidad de muchos que hoy son héroes y estatuas de bronce, producto de la narrativa política, manipulada, perversa;  desde aquel entonces, se convirtió el pobre México, en el «patio trasero» de la potencia norteña.

La historia sirve para entender el presente, pero predecir, si es posible, el futuro. Documentos como este que nos presenta Fuentes Mares, nos enseña que este país, cumple con aquella frase famosa del presidente Díaz, «𝗽𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗠𝗲́𝘅𝗶𝗰𝗼, 𝘁𝗮𝗻 𝗹𝗲𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗗𝗶𝗼𝘀 𝘆 𝘁𝗮𝗻 𝗰𝗲𝗿𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗘𝘀𝘁𝗮𝗱𝗼𝘀 𝗨𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀» y sigue la mata dando hasta el día de hoy.

Libro de Fuentes Mares

Los mexicas odiaban a Tlaxcala


Montecuzoma Xocoyotzin

Las palabras de Moctezuma Xocoyotzin de la imagen se registran en la obra Monarquía Indiana de Juan de Torquemada y muestran claramente que Tlaxcala y Tenochtitlán no eran una sola nación, ni tenían ningún tipo de filiación o asociación política.
Tenochtitlán ansiaba conquistar y someter a todos los pueblos mesoamericanos y exigir tributo para continuar engrandeciendo la ciudad:
«el gran señor de Mexico era señor universal de todo el mundo y que todos los nacidos eran sus vasallos y que como a suyos los había de reducir a sí, para que le reconociesen por señor; y que los que no le quisiesen reconocer por tal, dándole la obediencia por bien, que los habia de destruir y asolarles las ciudades hasta los cimientos y poblarlas de otras gentes; por tanto que procurasen de tenerle por señor y sujetársele, pagándole tributo y pecho como las otras provincias lo hacían; y que si por bien no quisiesen hacerlo iria sobre ellos y los destruiría». (1)
Cuando pidieron a los señores tlaxcaltecas someterse al poder imperial de Tenochtitlán, ellos respondieron:
«Señores muy poderosos, Tlaxcala no os debe vasallaje, ni desde que salieron de las siete cuevas, jamás reconocieron con tributo ni pecho a ningún Rey ni Príncipe del Mundo, porque siempre los Tlaxcaltecas han conservado su libertad; y como no acostumbrados a esto, no os querrán obedecer, porque antes morirán que tal cosa suceda» (2)
¿Los tlaxcaltecas eran el único pueblo que se negó a someterse a Tenochtitlán? ¿Todos los demás pueblos estaban conformes bajo el yugo tenochca?
No. Muchos pueblos se negaban a someterse a Tenochtitlán. Tlaxcala sirvió de refugio para aquellos que huían de los mexicas:
«Puestos en este cerco, siempre y de ordinario tenían crueles guerras acometidas de todas partes, y como no tuviesen los mexicanos otros enemigos, ni más vecinos que a los de Tlaxcalla, siempre y a la continua se venían gentes a retraer y guarecer a esta provincia, como hicieron los xaltocamecas y otomís y chalcas, que por rebeliones que contra los príncipes mexicanos tuvieron, se vinieron a sujetar a esta provincia, donde fueron acomodados y recibidos por moradores de ella, dándoles tierras en qué viviesen». (3)
Tenochtitlán utilizaba a Tlaxcala como medio de entrenamiento para sus soldados:
«hasta ahora los han dejado de destruir nuestros antepasados, por tenerlos enjaulados como codornices para hacer sacrificio de ellos y para
que el ejercicio militar de la guerra no se olvidase y porque tuviesen en qué ejercitarse los hijos de los señores mexicanos». (4)
Esto era una guerra de desgaste para Tlaxcala que tenía que soportar las constantes incursiones mexicas y la captura de soldados, capitanes, mujeres y niños para los sacrificios rituales llevados a cabo en Tenochtitlán. Además Tlaxcala tuvo que soportar un cerco comercial que les privó de mercancías como la sal, piedras preciosas, oro, e impidió a los comerciantes tlaxcaltecas vender sus productos fuera de la Provincia, lo que la empobreció. Después de la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, Cuitlahuac ofreció a Tlaxcala la paz a cambio de traicionar a los españoles y matarlos mientras se refigiaban en Tlaxcala después de la noche triste. ¿Después de todo el odio guerras, sacrificios y el cerco comercial debían los tlaxcaltecas aceptar estar la paz de sus enemigos? ¿Debían aceptar los términos de los que decían de ellos que eran codornices enjauladas?

(1) Monarquía Indiana.
Juan de Torquemada
(2) Historia de Tlaxcala
Diego Muñoz Camargo
(3) Historia de Tlaxcala.
Diego Muñoz Camargo
(4) Monarquía Indiana.
Juan de Torquemada

Por: Tlaxcala La Conquistadora

El ciudadano Obregón, visto por Vicente Blasco Ibáñez en 1920. El militarismo, el robo y el saqueo en la revolución mexicana.

Francisco Gabriel Montes

Blasco Ibañez, periodista.

Vicente Blasco Ibáñez, periodista español, destacado y reconocido escritor, que, Ana Baquero Escudero, dice de él: «Si la política y la literatura rodearon la vida de Blasco desde su más tierna juventud, también pronto se manifestará otra de sus grandes pasiones: su relación con el mundo de la prensa»1

En 1920 llegó a México, y le toca entrevistar al viejo Carranza y al general Álvaro Obregón, a Pablo González y ver el militarismo salvaje de aquella época que tenía aterrorizado al pueblo. Tituló el artículo, referente a don Álvaro: Ciudadano Obregón, entrevistado dos días antes de que huyera de la ciudad de México, porque ya andaba mal con Carranza, por la sucesión presidencial. Que acabaría con la rebelión de Agua Prieta y la muerte del viejo revolucionario, que por lo menos no hizo llamar general, sino primer jefe.

Después de contarle su vida, sus orígenes españoles, Obregón le dice: «A usted le habrán dicho que yo soy algo ladrón2» Ibáñez, confiesa que no sabe qué contestar. «Sí.- insiste- Se lo habrán dicho indudablemente. Aquí todos somos un poco ladrones. Yo hago un gesto de protesta- ¡Oh general! ¿Quien puede hacer caso de las murmuraciones? Puras calumnias. Obregón parece no oírme y sigue hablando. -Pero yo no tengo más que una mano, mientras que mis adversarios tienen dos. Por esto la gente me quiere a mí, porque no puedo robar tanto como los otros. Alegría general. Obregón celebra su chiste con una risa discreta de muchacho cínico, mientras los dos amigos que nos acompañan saludan la gracia del héroe con interminables carcajadas»3

Entre risas y saracasmos, el general y sus allegados que departían alegría, como luciéndose con Blasco Ibañez, sigue su relato: «¿Usted no sabe como encontraron la mano que me falta…? Sí lo sé; como sabía también lo anterior, lo de ser menos ladrón que los otros por tener solo un brazo. Pero para no privar al general del efecto oratorio que desea, afirmo que ignoro esta historia. – Usted sabe que perdí en una batalla el brazo que me falta. Me lo arrebató un proyectil de artillería que estalló cerca de mí cuando estaba hablando con mis ayudantes. Después de hacerme la primera cura, mis gentes se ocuparon en buscar el brazo por el suelo. Exploraron en todas direcciones, sin encontrar nada. ¿Dónde estaría mi mano con el brazo roto?- Ya la encontraré- dijo uno de mis ayudantes que me conoce bien- Ella vendrá sola. Tengo un medio seguro. Y sacándome del bolsillo un azteca ( un azteca es una moneda de oro de 10 dólares) lo levantó sobre su cabeza. Inmediatamente salió del suelo una especie de pájaro con cinco alas. Era mi mano, que, al sentir la vecindad de una moneda de oro, abandonaba su escondite para agarrarla con un impulso arrollador»4.

El libro de Blasco Ibáñez, nos presenta ese militarismo mexicano surgido de la nada, del robo, del saqueo, del bandolerismo; ninguno de aquellos generales, fueron hechos a exprofeso, sino surgidos del caballo, el machete y la pistola. La revolución contra Carranza, la presentó en periódicos como New York Times, en el Chicago Tribune, y en todos los diarios importantes de Estados Unidos. Mientras la prensa mexicana pagada, destrozaba al periodista.

El ciudadano Obregón.

Ibañez, decía sobre la tutela de Estados Unidos para la revolución: «Una minoría insolente de macheteros, dividida en diversos grupos antagónicos que se combaten para conseguir el poder, domina al país por el terror. Estos militares que hacen vivir todavía a Méjico una existencia medieval, buscan casi siempre el apoyo de los Estados Unidos cuando están en la oposición y preparan una revuelta. Unas veces han sido los negociantes norteamericanos los que, por conveniencias financieras les han facilitado las armas y dinero. Otras veces les ha ayudado el mismo Gobierno de Washington, por torpeza y por ignorancia»5

Blasco Ibañez, dice haber sido criticado, vapuleado y vituperado por sus artículos; pero es una realidad de la historia, que nos cuenta cómo fue y cómo se hicieron los generales mexicanos, que implementaron un militarismo que acabó con el último presidente pos revolucionario en 1946, Ávila Camacho.

Cada estado, cada región, no pudo sacudirse hasta bien entrados los años ochenta del siglo pasado, a los caciques, resabios puestos por viejos revolucionarios; a la sombra del partido oficial, se llenaron sus bolsillos y se hicieron ricos, la nueva cepa de ricos mexicanos, tenía la característica en los pueblos, de que no más sabían poner su firma o su «huella», ignorantes de cepa, pero buenos para imponer la violencia. Porque la revolución, no fue para los pobres, no para salvarlos, no para sacarlos de donde estaban; los más atrevidos, los más bandidos, los más asesinos, los más saqueadores, fueron a quienes les hizo justicia el movimiento revolucionario, enriqueciéndolos y dándoles cotas de poder, ejerciendo un monopolio de la violencia con su coacción social y personal de cada ciudadano mexicano, arma que usa el monopolio del poder y sus séquitos.

  1. https://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/autor_biografia/ ↩︎
  2. El militarismo en México. Vicente Blasco Ibañez. México. 1920. p. 76 ↩︎
  3. Idem. p. 77 ↩︎
  4. Idem. p. 78 ↩︎
  5. Idem. p. 20 ↩︎

Copyright©Francisco Gabriel Montes Ayala, México 2025.

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DE AUTOR.

El calicanto en Sahuayo. Tradición románica que perdura en el siglo XIX, que llega a la actualidad.

Francisco Gabriel Montes

El calicanto, es una mezcla de cal, canto (piedras de río), arena, tierra y como diluyente del agua. Se dice que surgió este tipo de materiales de construcción en el siglo II a.C., en el imperio romano; se construyeron con calicanto, fortalezas, castillos, puentes, torres y muros que buscaban paredes verticales y fuertes. Se siguió usando en todas las etapas históricas, la edad media, el renacimiento y llegó con los europeos a América y a la Nueva España, para continuar su tradición de construcción arquitectónica en el siglo XIX y principios del siglo XX.

El calicanto, según nos dicen algunos expertos, que tiene las características siguientes:

  • Alta Resistencia: Los muros de calicanto son conocidos por su solidez y resistencia a los terremotos y al paso del tiempo.
  • Excelente Aislamiento Térmico: La porosidad de la mezcla de calicanto proporciona un buen aislamiento térmico, reduciendo la necesidad de sistemas de calefacción y refrigeración.
  • Durabilidad: El calicanto, con el mantenimiento adecuado, puede durar siglos.
  • Estética: La textura y el color del calicanto aportan una belleza natural y rústica a las construcciones.
  • Respiración: Permite la transpiración de la pared, evitando la acumulación de humedad. (Padua, Materiales, 2025)

En Sahuayo, existen viejas construcciones que vienen del siglo XIX. Ponemos cuatro ejemplos: el templo de Santiago en el centro de la ciudad, aunque cubierto de cantera el edificio, hay una parte final del templo por la calle Sahagún, que nos muestra el calicanto usado en su original construcción hacia 1850 en adelante.

El templo del Sagrado Corazón de Jesús, es uno de los monumentos que expone en su lado norte del edificio, las diversas etapas de construcción que se iniciaran en 1882; se puede notar el calicanto, exquisito, revuelto con zonas de ladrillo.

Una casa fabulosa, del siglo XIX, es la del Padre Trinidad Barragán, que muestra un calicanto fin, hace esquina con Guerrero y Abasolo; propiedad que fue de los padres del sacerdote y ahora de la parroquia de Santiago.

También se puede disfrutar de la construcción de calicanto y ladrillo, del antiguo acueducto en las afueras de Sahuayo, hacia la zona del rincón de San Andrés, sobre el lecho del río Sahuayo, que fuera construido por un ayuntamiento en los últimos años del siglo XIX.

La influencia románica, posteriormente medieval y renacentista se ve en estos edificios históricos que tiene la ciudad de Sahuayo, que durante el siglo XIX casi todas las construcciones, estaba hecha de calicanto; en las casas habitación, arquerías en el centro de la población y casonas solariegas.

Referencias

Padua Materiales: paduamateriales.com/

Fragmento de Raíces Hispánicas y el indigenismo

Leonardo López Lujan.

«Para recuperar nuestra herencia indígena, obviamente no vamos a destruir la otra mitad que es nuestra herencia europea. Los grupos indigenistas nos piden que demolamos todas estas joyas arquitectónicas de nuestro patrimonio artístico histórico para conocer la antigua Tenochtitlan.»

Ciudad de México «fue la urbe europea más importante de ultramar, es decir, una capital española en el continente americano. La Ciudad de México tuvo la primera imprenta de América, la segunda universidad de América, los primeros periódicos, las primeras revistas científicas, el primer ballet, la primera academia de cirugía…»

«La capital de la Nueva España tenía 170.000 habitantes en su máximo esplendor. En pocas palabras, eso significa que durante todos estos siglos ha sido una megalópolis con una influencia en un territorio gigantesco.»

«En mi caso personal, tengo muy definido mi mapa genético, y como la mayoría de los mexicanos soy un ejemplo del mestizaje. El 46% de mi sangre es española, de la península ibérica. Mi familia es de Chihuahua, en el norte de México, en la frontera con Estados Unidos, y aproximadamente otro 44% de mi sangre es indígena, específicamente apache, del norte.»

«Por eso yo no veo que tenga mucho sentido este asunto( las exigencias por parte del gobierno mexicano para que la corona española se disculpe), sobre todo cuando la conquista sucedió hace ya más de 500 años. Siempre ha habido una relación estrechísima con España y lo que queremos es que eso se incremente, porque ha sido una relación beneficiosa, gestada en un momento dramático como fue la conquista, pero que tiene su lado virtuoso.»

«La conclusión a la que llega uno es que nosotros no somos nadie para hablar de la violencia del pasado, sobre todo en estos momentos tan brutales. La violencia actual en mi país, en México, es atroz, con decenas de miles de desaparecidos. ¿Cómo desde el presente vamos a regañar al pasado cuando la violencia que hay en la actualidad rompe todos los récords?… Como científico, no puedo negar que los mexicas eran sumamente violentos, y practicaban el sacrificio humano, pero tampoco eran esos brutales sacrificadores como los que han pasado a la historia.»

Un mexicano puede mirar con orgullo a esa herencia española de más de tres siglos » porque nosotros somos el resultado de la confluencia de esas dos herencias, de esos dos flujos constantes y vigorosos que son la tradición indígena y la europea. Yo vivo en el sur de la Ciudad de México pero trabajo en el centro histórico, y nos enorgullece ese espacio que está repleto de toda esta tradición europea colonial, arte barroco, arte neoclásico, edificios excelsos, conventos, iglesias… Y son nuestros. Es nuestra herencia, nuestro ser, que sin duda es el ser español.»

Leonardo López Luján, arqueólogo e historiador mexicano. Director e Investigador del proyecto «Templo Mayor» del INAH.
Actualmente es uno de los principales investigadores de las sociedades prehispánicas del Centro de México y de la historia de la arqueología.

Extracto de entrevista. Publicación elaborada por Raíces Hispánicas

El Rincón de San Andrés en Sahuayo

Francisco Gabriel Montes Ayala *Coordinador del Consejo de la Crónica de Sahuayo

Una de la comunidades de origen español, es San Andrés, que hacia el año de 1730 aparece como una estancia de ganado mayor y menor, muy cerca de los límites de la comunidad indígena de Sahuayo. Lo encontramos con diversos nombres, el primero encontrado en los sacramentales de la parroquia de Santiago Sahuayo, es como El Cerrito de San Andrés, luego lo encontramos como San Andrés y finalmente como Rincón de San Andrés.

El Rincón, registraba en los censos parroquiales las familias Victoria, Ceja, Sandoval, Ochoa, Figueroa, Guerrero, Torres, López, Mojica, Valencia, Espinoza, Amezcua, Escobedo, Navarro a mediados del siglo XVIII.

En la época de la guerra de independencia, el padre Pablo Victoria, nacido en aquella comunidad, a la sazón capellán de la Hacienda de La Palma, hizo que se levantara en armas el hacendado Luis Macías Mendoza. El padre Victoria, fue tomado preso por la acordada de Sahuayo, en el camino entre La Palma y Sahuayo a la altura del Ojo de Agua, según su expediente criminal levantado por el gobierno virreinal, fue llevado preso a la cárcel de Belén, donde muere el año de 1813.

Otro insurgente importantísimo nacido en San Andrés, es Ignacio Navarro Victoria, sobrino del padre Pablo, quien llegó ha ser un caudillo importante en la zona del bajío, donde alcanzó fama y todavía en 1817 era combatido por las fuerzas realistas.

El Rincón de San Andrés, es una población conurbada con Sahuayo, y que hace algunos años, ys es un importante centro recreativo por el parque al que visitan miles de personas durante el año; es una comunidad apacible, con un templo dedicado a San Andrés, construido por el señor cura José Alvarez, y está sujets la comunidad católica a la Parroquia de Guadalupe de Sahuayo.

El Rincón de San Andrés, es una de las comunidades más avanzadas de las que tiene el municipio de Sahuayo en cuestión de infraestructura.

Vale la pena visitar esta comunidad que es una de las más grandes de la municipalidad de Sahuayo.

Todos los DERECHOS RESERVADOS DE AUTOR, se prohíbe la reproducción total o parcial del presente, sin que se cite la fuente.

Copyright©Francisco Gabriel Montes Ayala, México 2025

Fotografía: Roberto Buenrostro Rodríguez y Francisco Gabriel Montes.

Jamay fue sede de la XLIX reunión biestatal de cronistas Jalisco-Michoacán.

Omar Antonio López Chávez *Cronista de Jamay.

El pasado 25 de enero, el municipio de Jamay, Jalisco, se convirtió en el epicentro de la historia y la cultura regional al albergar la XLIX Reunión Biestatal de la Asociación de Cronistas Jalisco-Michoacán. Este evento, que congregó a cronistas de diversos municipios y regiones, fue una oportunidad para compartir investigaciones, relatos y experiencias en un ambiente de colaboración y aprendizaje.

El Salón Paco Ochoa de la Casa de la Cultura de Jamay fue el escenario donde se presentaron ponencias que destacaron la riqueza histórica y cultural de la región. Los cronistas provenientes de La Palma, Michoacán; Pajacuarán; Tuxpan Jalisco; Jiquilpan; Yurécuaro; Vista Hermosa; Poncitlán; Tlajomulco; Atequiza; Jocotepec; San Antonio Tlayacapan; Chapala; Tuxcueca; Ixtlahuacán; San Miguel de la Paz,  Jamay,  y Guadalajara,  así como invitados de Tlaxcala, compartieron sus conocimientos y perspectivas, enriqueciendo el evento con su diversidad y profundidad.

Entre los destacados ponentes se encontraba Cruz Fernando Bañuelos López, cronista de Jamay, quien presentó una ponencia sobre el “Barrio de San Antonio”, uno de los barrios más emblemáticos del municipio. Las presentaciones también incluyeron temas como “El oficio del historiador” por Francisco Gabriel Montes, presidente de la ACJM, así como  “Flotilla de canoas cargueras” por Aida Aguilar, “Batalla de la Trasquila” en Jiquilpan por Salvador Meza Carrazco, y “Pajacuaran” por José Castellanos. Estas ponencias resaltaron la importancia de preservar la historia, no solo en los grandes eventos y figuras, sino también en los actos cotidianos y las tradiciones que conforman la identidad de nuestras comunidades.

La reunión no solo se limitó a las presentaciones. También se llevaron a cabo mesas de trabajo para discutir temas generales y planificar futuras reuniones. Entre las actividades se incluyeron presentaciones de libros y temas de investigación, y se propuso que Jocotepec sea la próxima sede para continuar con el intercambio cultural y académico.

La presencia de los cronistas de Jalisco y Michoacán en Jamay refuerza la identidad y el patrimonio cultural de las localidades involucradas. Este encuentro destacó las tradiciones compartidas, la proximidad a importantes cuerpos de agua, y la gastronomía que nos caracteriza y define como región. La celebración concluyó con un compromiso renovado de seguir trabajando juntos para mantener viva la historia y la cultura de nuestras comunidades.

Sor Juana Inés de la Cruz, por siempre.

Patricia Rogel. *Cd. de México.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, destacada mujer del siglo XVII, ha sido conocida por su nombre religioso como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que se relaciona también con otros famosos epítetos que llevó en vida la monja jerónima: Décima Musa mexicana, Fénix de América y Fénix de México.

Nació un día como hoy, 12 de noviembre, pero de 1648, en San Miguel Nepantla, Estado de México.

Religiosa y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español, que además, incorporó el náhuatl clásico a su creación poética.

Ampliamente reconocida como escritora, aunque ella misma declaró en su «Respuesta a Sor Filotea de la Cruz», que siempre escribió por encargo.

Escribió obras de teatro, como «Los empeños de una casa» (1683) y «Amor es más laberinto» (1689); autos sacramentales como «El divino Narciso» (1689) y abundante poesía.

Murió en la Ciudad de México, en el convento de San Jerónimo, hoy Universidad del Claustro de Sor Juana, el 17 de abril de 1695.

Sor Juana Inés de la Cruz, es considerada «la gran poeta hispanoamericana», que destacó por su deseo de emancipación y gran creatividad literaria, características que la convirtieron en pionera del movimiento feminista en México.

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida

es despojo civil de las edades

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

Copyright © Patricia Rogel 2025.

Profanación y portento en la antigua Basílica

103 aniversario del atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe

Lic. Helena Judith López Alcaraz

La imagen de Santa María de Guadalupe en el altar mayor de la antigua Basílica. Imagen: Foto Gamboa. Ampliación por la autora.

En una fecha como esta, pero de 1921, hace justo 103 años, el 14 de noviembre, la imagen de la Guadalupana plasmada en el ayate de San Juan Diego sufrió un atentado dinamitero en la antigua Basílica, otrora Colegiata de Guadalupe, en la que había tenido lugar la Coronación Pontificia de la Reina de México en 1895. En esta entrada abordaremos este suceso de forma breve, pensando en que el acontecimiento ya es bastante conocido, en términos generales, y en que no es preciso que nos explayemos como en otras ocasiones.

Estado en el que quedó el altar mayor de la antigua Basílica de Guadalupe luego del atentado perpetrado el 14 de noviembre de 1921. Edición y mejora de imagen por la autora.

El autor del siniestro sacrílego fue Luciano Pérez Carpio, empleado del gobierno y ferrocarrilero de oficio, quien vestido como un obrero más, ingresó a la Basílica colocó una ofrenda floral cerca de la tilma, en el altar, y se alejó con rapidez. En seguida, un hórrido y fortísimo estruendo sonó a los pies de la Morenita y se extendió a todo el recinto y a las manzanas vecinas, alcanzando un radio de un kilómetro.

Fotografía de Luciano Pérez Carpio, autor material del atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe. Imagen: INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Mejora y edición de imagen por la autora.

El florero que había dejado Pérez Carpio contenía veintinueve varas de dinamita. Al producirse el estallido, los vidrios de las casas de quince metros a la redonda se rompieron, trocándose en añicos que se esparcieron por doquier; la base de mármol del altar y los candelabros se destruyeron por completo, tornándose en escombros; y el Crucifijo de bronce que estaba junto al venerado lienzo, el cual recibió todo el impacto explosivo, se dobló y deformó… Pero la imagen bendita, pintada por Dios mismo el 12 de diciembre de 1531, quedó portentosamente intacta. ¡Ni siquiera el vidrio que la resguardaba se estrelló o rompió!

Estado en el que quedó el Crucifijo del altar después del estallido de las dinamitas que Pérez Carpio colocó en el florero. A partir de entonces se le llamaría «el Santo Cristo del Atentado». Fotografía: INAH. Edición y mejora de imagen por la autora.

Fue algo científica y humanamente inexplicable. Sin duda –y así lo creyeron todos los fieles–, Jesucristo había protegido a Su Madre.

Los peregrinos y visitantes, justamente indignados, quisieron linchar a Pérez Carpio. Pero el presidente Álvaro Obregón Salido mandó que fuese protegido: agentes de la policía lo resguardaron y se lo llevaron en un camión militar.

Titular del diario tapatío El Informador, fechado el 15 de noviembre de 1921, en el que se dio la noticia del atentado. En el texto se dice (véase resaltado gris) que se afirmó que fueron tres los perpetradores, pero esto no fue así. Por el contrario, además de los daños provocados por la dinamita, sí fue verídico que la indignación cundió entre los feligreses, independientemente de su condición social. Edición de imagen por la autora.

Aquel fue uno de los numerosos atropellos contra los católicos que quedaron impunes durante el mandato obregonista. Una vez más, quedó más que patente que quienes arremetieran contra el catolicismo gozaban de la venia y de la connivencia del presidente sonorense. Basta recordar –por mencionar sólo algunos ejemplos– los bombazos en los Arzobispados de México y de Guadalajara y las banderas rojinegras izadas en las Catedrales tapatía y moreliana. Todo esto había ocurrido en el transcurso de aquel mismo año, 1921. El atentado contra la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en la capital no fue sino el colofón de los crímenes y ataques anteriores.

Sin embargo, a pesar de que el gobierno se lavó las manos a semejanza del procurador romano que dio pie a esta expresión, aquello no detuvo a los católicos. En los días siguientes, numerosas personas acudieron a desagraviar a la Reina del Anáhuac. El 18 de noviembre, el comercio de la Ciudad de México cerró durante cinco horas como protesta por el atentado.

Los fieles católicos acudiendo a hacer actos de desagravio por el atentado a la antigua Basílica de Guadalupe, en los días posteriores a la agresión. Fotografía del INAH.

A su vez, la egregia Asociación Católica de la Juventud Mexicana, futuro semillero –y muy fructífero, hay que decir– de héroes y de mártires durante el clímax de la persecución religiosa y en la Guerra Cristera, convocó a una manifestación pacífica, que finalizaría en la Catedral Metropolitana. Esa misma tarde, al finalizar la marcha, fue entonado un Te Deum solemne para agradecer a Dios el haber preservado intacta la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe.

Poco después, al acrecentarse las asechanzas en contra del clero católico y de los fieles, el lienzo sagrado, pintado por Dios, fue escondido y sustituido por una copia. La pintura que reemplazó temporalmente el Sagrado Original fue pintada por Rafael Aguirre. Dado que los colores eran mucho más encendidos, el abad Feliciano Cortés decidió opacar él mismo el vidrio con cenizas, para que los visitantes no se percatasen de la sustitución.

Relato de los sucesos de aquel 14 de noviembre de 1921, que se puede encontrar dentro de la antigua Basílica de Guadalupe, hoy templo Expiatorio de Cristo Rey. Imagen: Infobae.

© 2024. Todos los derechos reservados.

Tomado, con algunas modificaciones, de la publicación hecha por la autora en su página Testimonium Martyrum, que puede leerse aquí: https://www.facebook.com/TestimoniumMartyrum/posts/1102646508532359

Historia Adversa: Hablar mal de Benito Juárez, era traición a la patria.

Francisco Gabriel Montes Ayala

En el siglo XIX durante el porfiriato, era imposible hablar mal del presidente Benito Juárez. Se comentaba que los escritores que se atrevían a escribir algo adverso a su figura, desafiando la historia oficial, se exponían decía Zubieta y Quevedo: “a los ataques materiales del esbirro y los morales o inmorales del insultador” y se enfrentaban a un aluvión de amenazas, persecuciones y ser señalados como traidores a la patria.

Me llamó mucho la atención para escribir esta colaboración, cuando encontré en un periódico del siglo XIX, que se llamaba La Voz de México del día 22 de julio de 1898, un artículo titulado: “La Prensa Católica y la Manifestación a Juárez”, donde se habla de las actividades que se desarrollaban en aquel año, por la figura patríotica del presidente. En aquella colaboración periodística, el autor, expresa lo siguiente: “Nuestro silencio respecto a Juárez, ha sido impuesto por la fuerza bruta. El liberalismo mexicano ha declarado, con ayuda de la policía, que Juárez está fuera de toda crítica de la Historia. Los famosos proclamadores de la libertad de imprenta y de pensamiento han declarado que juzgar los actos de Juárez es insultar a la nación: y ante este dogma de la inmunidad e intangibilidad histórica de un sujeto, hemos tenido que callar; porque nos parece muy poco donosa una controversia en que a las razones de la crítica se contesta con el palo de gendarme.

Así como el gran poeta español concibió un médico a palos, estos liberales de acá han concebido y realizado el silencio a palos y la gloria a palos.

Callamos, pues, por la obvia razón de que no nos dejan hablar. Se comprende que ese farisaísmo es fértil en sumo grado para la crítica; pero se nos ha puesto una mordaza, se ha declarado delito juzgar la personalidad histórica de Juárez, y no creemos que sea útil para nuestra causa entrar a bartolinas con la historia debajo del brazo. Impotentes los liberales mexicanos para defender en los estrados de la controversia científica la imaginaria grandeza de Juárez, han acudido a los cerrojos de las prisiones para asegurar con ellos el silencio de la historia” (La Voz, 1898).

Mucho se dice que la iglesia católica estaba en contubernio con Díaz, sin embargo el anterior comentario de uno de los periódicos católicos de aquel tiempo, muestra lo contrario o ¿solo sería el tema de Juárez el que provocaba esto? Pero seis años después, en 1904 rescatamos este otro texto en otro periódico.

Francisco Bulnes

Francisco Bulnes, un escritor liberal que para el centenario de Juárez, publica el libro del “El Verdadero Juárez”, es terriblemente perseguido, a tanto que en una carta publicada en el Tiempo dice a la letra: “Yo no me siento vencido, ni me sentiría aún cuando cada molécula del territorio mexicano hiciera una protesta contra mi libro; para mí la lucha comienza y estoy dispuesto a sostenerla; pero como está perfectamente organizada por la intolerancia jacobina el sistema de persecución y de terror para todo aquel que discrepa en lo más mínimo de que Juárez tiene que el Boudha de México y ser culto obligatorio para todos los mexicanos bajo la pena de ser declarado traidor a la Patria (sic)… y haber sido expulsado de la Cámara de Diputados por el crimen de haber escrito un libro que niego la divinidad de un hombre”(El tiempo, 1904).

Indiscutiblemente en todo tiempo, la historia y su narrativa, son manejados impunemente por el sistema político en turno para desvirtuar y hacer prevalecer las ideologías que cimentan los gobiernos.

Fuentes:

1.-La Voz de México, 22 de julio de 1898, pág. 2

2.-El Tiempo, periódico, 1º de septiembre de 1904 pág. 2