José Oseguera Méndez sacerdote y escritor de Pajacuarán.

José Castellanos Higareda. Cronista de Pajacuarán.

P. José Oseguera

Al enterarme por las Redes Sociales de la muerte del Padre José Oseguera Méndez hace algunos días (septiembre del 2024), afloraron mis recuerdos, que en tropel querían salir de mis adentros, evocando aquella época maravillosa de mi adolescencia, cuando iniciaba la década de los años sesentas del siglo pasado.
El Padre Oseguera nació en Pajacuarán, estudió y se ordenó sacerdote en la Arquidiócesis de Guadalajara y posteriormente se incardino en la Diócesis de Culiacán, Sinaloa en la que ejerció su ministerio sacerdotal por muchos años.
Fue el Padre José Oseguera quien se llevó el primer grupo de seminaristas de Pajacuarán a Sinaloa. Entre los que recuerdo: Aristeo Zamora, Jesus Vázquez, Ramiro Arredondo, José Tinoco y Salvador Morales.
En 1960 salió el segundo grupo. Éramos siete jovencitos ilusionados por abrazar la vida sacerdotal: Ramón Rodríguez, Gonzalo Castellanos, Mario Hernández, Reyes Villafan, Artemio Tzintzun, Javier Patiño y Yo.
Los caminos de Dios son inescrutables. Ninguno de los integrantes de ambos grupos logró ordenarse sacerdote.
La actuación del Padre Oseguera en la comunidad de Ruiz Cortines, Sin., hizo historia. Durante su ministerio transformó la comunidad, dándole atención y progreso; siendo muy apreciado por la feligresía.
Al paso de los años vuelve a la Arquidiócesis de Guadalajara, en donde se le asignan nuevas tareas en diferentes parroquias.
Complementó su preparación estudiando la Pastoral Social en Roma, Italia; la actualización en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Mexico; estudió en la escuela Libre de Derecho en la Ciudad de México; Ciencias de la Comunicación en Buenos Aires, Argentina ; fue miembro del Tribunal Eclesiástico y párroco emérito de Tizapan el Alto,Jal., fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geógrafía y Estadística y autor de más de una docena de libros con diversas temáticas pastorales.

Descanse en paz Padre José Oseguera Méndez.
Un excelente ser humano y un distinguido pajacuarenses,

Las calamidades del año del hambre

Mtro. Manuel Flores Jiménez * Cronista de Jocotepec, Jalisco.

El año del hambre

Veinte años después de fundada la parroquia de Jocotepec, si bien es pertinente recordar que fue el 15 de julio de 1765, una serie de trastornos climáticos ocasionaron en una buena parte del virreinato de la Nueva España, graves problemas en el abastecimiento de alimentos que desencadenaron enormes necesidades en la alimentación en gran parte de la población, por la escasez de productos básicos del campo, principalmente semillas como el maíz y el frijol.

Lo anterior, debido a la crisis ocurrida en los años de 1785 y 1786, donde los historiadores señalan que las causas se debieron a la pérdida de las cosechas, por las heladas y sequías que diezmaron una considerable parte del territorio virreinal provocando la muerte de muchas personas, debido a la falta de alimentos.

El párroco que sucedió en el cargo al primer cura de Jocotepec (Francisco Roca), José Manuel de Santa Cruz y Romerillo, mismo que hizo los arreglos con el terrateniente de Huejotitán, Guadalupe Buenaventura Villaseñor, para el cambio temporal de la parroquia de Ajijic a Jocotepec, le tocó vivir el flagelo de esta calamidad donde perdieron la vida un considerable número de feligreses de esta demarcación religiosa. Hacia el 9 de febrero de 1787, el encargado de la parroquia era José Antonio Martínez Martaraña.

Gran parte de los habitantes de los pueblos de la región, principalmente indígenas, mulatos y de otras castas desprotegidas, fueron los que sufrieron más esa escasez desmedida en la provisión de los granos requeridos para la dieta de sus familias. Aunado a lo anterior, el azote de las epidemias que diezmaron la población durante los siglos XVII Y XVIII, postraron a los habitantes en la desesperación por la coincidencia de tantos males que se conjugaron.

Los únicos hospitales de indios en Jocotepec, que se sabe de su existencia en aquella época eran los del Santo Cristo de la Expiración, (cuyas constituciones fundacionales se establecieron en 1721) y el de la Limpia Concepción, al igual de este último en los pueblos de San Antonio Tlayacapan, Ajijic, San Juan Cosalá, San Cristóbal Tzapotitlan y San Luis Soyatlán. Todos esos hospitales eran sostenidos por los miembros de las cofradías de naturales que poseían ganado mayor y menor, así como tierras para el cultivo. De esa manera realizaban el sostenimiento de sus modestos hospitales.

La historiadora América Molina del Villar (Remedios contra la enfermedad y el hambre, Historia de la vida cotidiana en México, tomo III. FCE/CM) señala que: Debido al hambre muchos indios abandonaron sus pueblos para “mendigar sustento” en la ciudad de México. Una infeliz mujer de Texcoco llegó a la capital con su hijo muerto en los brazos, debido a que por el hambre “se le había secado la leche y de su falta había perecido su hijo”.

En el bando expedido por el virrey el conde de Gálvez, que la autora anterior también cita, se dice que “Con fecha de 23 de abril me participa el alcalde de Apan, que llega a tal extremo la infelicidad y desdicha de los pobres indios empleados en la labor de las haciendas de aquel distrito que cuando al mediodía dejan el trabajo y deberían tomar algún sustento, unos se sientan a descansar, sin tener que llevar a la boca, y otros a quienes estrecha más la necesidad, se van por el campo a buscar yerbas silvestres, para mitigar con ellas el hambre. ¡Ah qué corazón no enternecerá semejante grado de calamidad y miseria”.

De por sí, la parroquia de Jocotepec, que abarcaba todos los pueblos desde San Antonio Tlayacapan hasta San Luis Soyatlán, incluyendo las haciendas de Huejotitán, Potrerillos y San Martín, en los escritos que sus autoridades religiosas comunicaban a los Obispos de Guadalajara, reiteraban con bastante frecuencia de la marcada pobreza que prevalecía en las familias. Asociado a lo anterior, las condiciones mencionadas acrecentaron los problemas que los habitantes vivieron en los años de 1785 y 1786.

América Molina del Villar señala en el documento mencionado que: “Las heladas y la falta de granos habían deteriorado la salud y condiciones de vida de gran parte de los habitantes. La desnutrición, la ingestión de alimentos en descomposición y el hacinamiento propiciaron la aparición de brotes epidémicos. Por ejemplo, en Guadalajara los desnutridos pobres fueron víctima de una terrible enfermedad llamada la bola que provocó la muerte de más de 50 mil personas”.

La historia nos muestra que la humanidad ha transitado por etapas preocupantes de diversa índole en que las epidemias, las condiciones climáticas adversas, el atraso y poca atención médica, la sobreexplotación de los recurso naturales, el saqueo desmedido del agua de los mantos y la contaminación, entre tantos problemas y por mencionar sólo algunos, son factores determinantes que sufren todos los sujetos de las sociedades de todas las culturas, y que ocasionan gravísimos trastornos en un desarrollo responsable y sustentable. Tarea que es de todos.

Las calamidades que vivieron los habitantes de aquellas épocas llamadas el año del hambre, nos recuerdan las ideas del “progreso improductivo”, descrito por el escritor Gabriel Zaid, al ejercer una crítica certera sobre el manejo inconsciente de todos los recursos que tienen bajo sus responsabilidades, tanto autoridades como ciudadanos. Son más los males que ocasiona el llamado progreso porque no se planea para un beneficio colectivo, sino porque la lógica de la empresa es y será siempre el beneficio de unos cuantos, sin importar las consecuencias de las mayorías.

Los versos del poeta Miguel Hernández, en su poema “El hambre”, nos llevan a la reflexión: “Tened presente el hambre, recordad su pasado/ turbio de capataces que pagaban/ en plomo, /Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,/ con yugos en el alma,/ con golpes en el lomo (…) / Nosotros no podemos ser ellos,/ los de enfrente,/ los que entienden la vida por un botín sangriento:/ como los tiburones, voracidad y diente, panteras deseosas de un mundo/ siempre hambriento”.

Creo necesaria y urgente la lectura de la encíclica “Laudato si”, del pontífice Francisco, que muestra una realidad tan preocupante sobre nuestra Casa Común, que es la que habitamos todos y que es de todos. Una mirada hacia el respeto que tienen a la naturaleza otras culturas originarias nos será más conscientes de esa latente problemática que va en aumento exponencial.

Todos los derechos reservados de Autor, México 2024. Manuel Flores Jimenez.

Los espejos indígenas. Cae la leyenda negra.

*El espejo del Cerro Loco en la Ciénega de Chapala.

Francisco Gabriel Montes Ayala

La leyenda negra contra España, afirma que los españoles cambiaban espejos por oro, que despojaban a los indígenas de sus pertenencias, siendo falsa la información, pues los naturales ya hacían y conocían los espejos con una talla perfecta, que según estudiosos podía llevar de 800 a 1200 horas de trabajo de tallado.

Fray Bernardino de Sahagún, nos cuenta en su Libro XI lo siguiente: «Hay en esta tierra piedras de que se hacen espejos; hay venas de estas piedras y minas de donde se sacan. Unas de estas son blancas y de ellas se hacen buenos espejos, (y) son estos espejos de señores y señoras; cuando están en piedra parecen pedazos de metal; cuando los labran y pulen son muy hermosos, muy lisos, sin raza ninguna, son preciosos y hacen la cara muy al propio.

Hay otras piedras de este metal que son negras cuando las labran y pulen; hácense unos espejos de ellas que representan a la cara muy al revés de lo que es: hacen la cara grande y disforme y todas las particularidades del rostro muy disforme. Lábranse estos espejos de muchas figuras unas redondas y otros triangulados, etc. » Tal es el relato del Fray Bernardino,

El investigador Pedro Barrera, dice: «te comentamos que las civilizaciones que habitaban en la región de Mesoamerica compartían tradiciones, calendario, ubicación de monumentos y dioses similares. Incluso, la técnica de siembra conjunta de maíz y frijol, es una muestra de conocimientos compartidos. Uno de los objetos en común que se utilizaron para definir esta región fue el hallazgo de espejos. Eso sí, estos espejos no eran utilizados para verse, arreglarse u otro uso cosmético.«

El espejo del Cerro Loco en La Palma de Jesús, Michoacán. Hace ya muchos años que investigando en el Cerro Loco un lugar muy cercano a La Palma, descubri un espejo de Pedernal, o Tzinapo, redondo, completamente liso y plano, encontraba muy cercano al cerro en una tumba. El espejo tiene un diámetro de 4 y medio centímetros. Refleja la imagen real, tal como se ve y estando en un lugar iluminado es totalmente visible lo que refleja .

Se presentaron las conferencias: Vida y Obra de Lázaro Cárdenas por la SMGE.

* Pesentaron ponencias, los socios de la SMGE de Jiquilpan y Zamora

Francisco G. Montes *colaborador

Jiquilpan 20 de mayo de 2023.- En el marco del aniversario luctuoso de la muerte del general Lázaro Cárdenas, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, correspondiente de Jiquilpan, convocó a los socios para que presentarán una ronda de ponencias, con sita en la Casa de la Cultura de Jiquilpan. Asimismo fueron invitados de honor y participes de las ponencias, los socios de la Correspondiente de Zamora.

Las ponencias fueron: «La Lámpara votiva» por el Lic. Marco Segura; también la ponencia documentada por el Ing. Francisco Gabriel Montes, sobre la fundación de «La Escuela Agrícola Industrial de Jiquilpan en 1934»; posteriormente el Lic Sergio Tamayo, socio de la correspondiente de Zamora, habló sobre «La fundación de la correspondiente Lázaro Cárdenas, de Jiquilpan».

Por su parte el Lic. Fidel Martinez, de la correspondiente de Zamora, expuso sobre la «SMGE y su historia desde 1833 hasta la actualidad» y cómo Cárdenas fue socio de la SMGE . Y para finalizar, el contador y poeta Jorge Paulo Muratalla, declamó un poema de su autoría dedicado a Lázaro Cárdenas.

Las actividades duraron una hora y media con una buena respuesta. Una actividad más de la SMGE.

Moderador y ponente Marco Segura
Mtro. Francisco Gabriel Montes
Lic. Sergio Tamayo
Luc. Fidel Martinez
Jorge Paulo Muratalla

El señor «Ceremonio» el cronista gráfico de Pajacuarán en Michoacán

Francisco Gabriel Montes Ayala *Academia Nacional de la Crónica, A.C.

El Señor «Ceremonio», bien aplicado el apodo al cronista gráfico de la lente, don Gerardo López Magdaleno, por su carácter servicial, por su trato ceremonioso con la gente, su lealtad, su respeto a los demás, su honestidad, su caballerosidad y su religiosidad… así lo dice quienes lo conocimos, lo decimos todos; así era Gera; lo conocí por allá en la década de los noventa, cuando pasaba por Pajacuarán en mis tiempos de reportero de MENSAJE de Zamora y visitaba a José Castellanos, el poeta y cronista del lugar; nos identificamos porque cuando Gera anduvo por Estados Unidos, allá conoció a mi tío José Santos Montes en Chicago, Ill., y desde aquellos años de principios de los noventa hicimos una sólida amistad, que hasta el último día conservamos.

Hijo de don Pablo López, y de doña Eloisa Magdaleno, Gerardo, anduvo como todo joven en los deportes, de aqui para allá, de una ciudad a otra y del país del norte a este. Pero su afición por la fotografía, lo llevó siempre a comprar el último modelo de las cámaras mecánicas, primero, luego de las digitales. Por allá en tiempos del presidente Jaime Ochoa Vaca, el cronista de Pajacuarán, José Castellanos, amigo entreañable de él, lo animó a que presentara una obra inédita de fotografía de flores del campo, principalmente del cerro pajacuarense, de ese enorme y bello basáltico que le gustaba andar y desandar y eso detonó su afición para brincar a la profesión de fotógrafo; así los últimos treintas y tantos años, llenó sus archivos con fotografías de Pajacuarán y de la vida social de los pajacuarenses, de la cultura, de los deportes, de la vida religiosa etc.

Gera se preocupó por el rescate histórico de su tierra natal, cuando sacó de aquí y de allá, digitalizando y mejorando en mucho, las deterioradas fotografías, que desde 1917 hasta los años setenta recopiló, y mostró a todos los paisajes del antiguo Pajacuarán; nos permitió, en el caso mío y de otros autores ilustrar con ellas nuestros trabajos; le sacó hasta el mil por ciento de ventaja a las redes sociales, decía «que no le cobraban y no cobraba» por trasmitir la cultura de su pueblo y los eventos de la sociedad» y quienes queremos a ese pueblo bellísimo y sus costumbres, con Gera trasmitiendo, se llenaba el corazón de alegría, sabías de todo lo que sucedía en aquella población.

Hoy la vida nos quita a uno de los invaluables ciudadanos de aquel pueblo, un cronista gráfico, que nunca quiso pertenecer a nuestra agrupación por la humildad que lo caracterizaba, que se reía y decía siempre que le insinué, «Francisco Gabriel, yo no dejo de ser solo un aficionado a la fotografía, no muchas gracias» hoy solo queda darle un reconocimiento al buen amigo y buen cronista pajacuarense. Vaya un abrazo amigo donde estés. Hasta luego. Hasta siempre. Y a sus hijos un fuerte abrazo para, Pablo y Gerardo.

La Virgen del Rincón Chiquito (Parte I)

Altar de la Virgen Guadalupana, en Los Charcos, Municipio de Tanhuato.

Ramón Casillas Hernández *Cronista de Tanhuato, Michoacán

Para las personas más longevas de la comunidad de Los Charcos, en Michoacán, conocerán el lugar donde se encuentra el recinto guadalupano como «el rincón chiquito», mismo que se ubica entre las calles de Nicaragua, esquina con Constitución del 17.

Dentro de la historia de la comunidad, fue realizado éste altar guadalupano en el lugar antes mencionado, siendo el primero en todos Los Charcos; fueron los vecinos del lugar los que por medio de cooperaciones y remisas de los EUA edificaron el primer altar guadalupano de toda la comunidad.

Durante esos primeros años, las señoras vecinas del lugar se reunieron fuera de la casa de adobe (misma que pertenece al señor Ezequiel Ochoa), dónde en la ventana ponían una Virgen de Guadalupe para rezar un novenario (esto fue antes de tener el recinto como está en la actualidad) y concluir el día 12 de diciembre; conforme pasaron los años se edificó el altar que hasta nuestros días persiste.

Conforme fueron pasando los años, aproximadamente finales de los años 90, un grupo de vecinos por medio de cooperaciones voluntarias, pusieron por primera vez mariachi, ellos fueron: Roberto Casillas Magdaleno, Ramón Oseguera Barajas, Rigoberto Oseguera Barajas, la familia Reynosa Ortiz, la Reynosa Cervantes, Jesús Godínez Cuenca, Ramón Casillas Gutiérrez, Salvador Casillas Gutiérrez, José Gutiérrez Casillas (q.e.p.d.), Raúl Gutiérrez Casillas (q.e.p.d.), y algunos más.
Cada año que pasaba se iba perfeccionando más la fiesta, hasta su declive y final.

Parte I