La epidemia de influenza en 1918 en Jocotepec.

Mtro. Manuel Flores Jiménez  * Cronista de Jocotepec, Jal.,


Ochenta y cinco años después del juramento al Señor del Monte (8 noviembre 1833), Jocotepec y su región se vio asolado por una peligrosa epidemia de influenza, llamada “la fiebre española”. Aunque no eran las fiebres palúdicas nombradas tercianas y cuartanas, pero sí eran parecidas las que la quebrantada salud de los feligreses de este pueblo padecieron a causa de este mal.
Esto ocurrió a fines del año de 1918, cuando aún estaba vigente la efervescencia de los grupos revolucionarios que transitaban por este pueblo de paso. Durante este año ocuparon el cargo de presidente municipal Rafael González, Vicente Urzúa y Arnulfo Olmedo, siendo éste último el que comunicó al gobierno estatal, el 3 de octubre de ese año, que en el mes de septiembre de 1918, no ocurrió “ninguna enfermedad epidémica en las personas, ni epizootia en los animales”.
Pero tres semanas después (24 octubre 1918), el mismo munícipe notificaba al Gobernador del Estado de Jalisco que “se está desarrollando en este municipio la influenza española de manera alarmante”. En un corto lapso de veintiún días se desarrolló esta epidemia en forma severa, sabiéndose que causó la pérdida de vidas humanas en todo el municipio. Ante la alarmante y crítica situación que provocó esta enfermedad, el entonces párroco don Justo Teófilo Araiza, convocó a toda la población y autoridades del gobierno civil para que se realizara la renovación del juramento firmado el 8 de noviembre de 1833.
Se invitó a tan significativo acto a algunos sacerdotes que habían estado años atrás como párrocos y vicarios, entre los que se pueden citar a Eduardo Aguilar, Juan Nepomuceno Martín (quien después de haber sido cura en este pueblo, años después asumió el cargo de Abad de la basílica de San Juan de los Lagos, donde también fue canónigo el Pbro. José Sánchez Contreras), Emigdio Carrillo, José Refugio Orozco y Pedro Sánchez, quienes según datos reseñados en la Novena y Triduo al Señor del Monte, firmaron el acta de tal renovación en la que estuvieron presentes y registraron su rúbrica los representantes de los agricultores, pescadores, herreros, panaderos, obrajeros, así como los miembros de asociaciones religiosas de la parroquia como la Vela Perpetua, Hijas de María, Apostolado de la Oración, Catecismo y otros más.
Este acontecimiento tuvo lugar el 6 de diciembre de 1918, y quedó registrado en una imagen fotográfica, para luego elaborar una pintura de gran tamaño donde quedaron plasmadas las figuras de algunos de los firmantes, entre los que se destacan Eulogio Vergara, Guadalupe Ibarra, Juan Ibarra, José Ibarra, Manuel Olmedo, Juan Zenteno, José Torres, José Corona, Vicente Mora, José O. Rivera, Bernardo Cuevas, Faustino Ibarra, Simón Navarro, Antonio Ibarra O, Miguel Solís León, Rafael Rodríguez, Juan Sánchez, José García Arechavala, Mariano Luvián, Antonio Elvira, J. Jesús Ramírez, Faustino Rodríguez, Donaciano Olmedo, Aureliano Gálvez, Diego Pérez, Hilario Aldana.
Esta pintura es de gran valor estimativo por el contenido que representa. Se encuentra en el templo parroquial de Jocotepec, y una copia de ella se realizó en un muro del interior del restaurante La Carreta, a iniciativa de su propietario, Catarino Olmedo Ramos. El ejecutor de dicho mural fue Isidro Xilonxóchitl (Xilotl), de San Juan Cosalá.

7 de junio de 1840. Nacimiento de la Emperatriz Carlota de México

En una fecha como esta, pero de 1840, hace 184 años, en el palacio de Laeken, en Bruselas, vio la luz primera María Carlota Amelia (Amalia en algunas biografías) Victoria Clementina Leopoldina, mejor conocida por su segundo nombre, princesa de Bélgica, y luego Emperatriz de México al lado del austriaco Maximiliano de Habsburgo, con quien contraría matrimonio el 27 de julio de 1857. Sus padres fueron Leopoldo l, rey de Bélgica, y de la princesa María Luisa de Orleans.

Emperatriz Carlota, hija de Leopoldo I de Bélgica y María Luisa de Orleans, nacida el 7 de junio de 1840.

De ella fue la Guardia Belga que, el 11 de abril de 1865, fue vencida por las huestes republicana del general Nicolás Régules Cano en Tacámbaro, Michoacán. La historia de esta batalla, así como del oficial –español que adoptó a México como su patria– puede leerse en otra de las entradas de Crónicas de la Ciénega.

Carlota, cuyo trágico destino es de sobra conocido, vivió hasta la edad de ochenta y seis años. Falleció, viuda y bajo las sombras de la locura, el 19 de enero de 1927, en el Castillo de Bouchout, en su natal Bélgica.

Lic. Helena Judith López Alcaraz.

Los espejos indígenas. Cae la leyenda negra.

*El espejo del Cerro Loco en la Ciénega de Chapala.

Francisco Gabriel Montes Ayala

La leyenda negra contra España, afirma que los españoles cambiaban espejos por oro, que despojaban a los indígenas de sus pertenencias, siendo falsa la información, pues los naturales ya hacían y conocían los espejos con una talla perfecta, que según estudiosos podía llevar de 800 a 1200 horas de trabajo de tallado.

Fray Bernardino de Sahagún, nos cuenta en su Libro XI lo siguiente: «Hay en esta tierra piedras de que se hacen espejos; hay venas de estas piedras y minas de donde se sacan. Unas de estas son blancas y de ellas se hacen buenos espejos, (y) son estos espejos de señores y señoras; cuando están en piedra parecen pedazos de metal; cuando los labran y pulen son muy hermosos, muy lisos, sin raza ninguna, son preciosos y hacen la cara muy al propio.

Hay otras piedras de este metal que son negras cuando las labran y pulen; hácense unos espejos de ellas que representan a la cara muy al revés de lo que es: hacen la cara grande y disforme y todas las particularidades del rostro muy disforme. Lábranse estos espejos de muchas figuras unas redondas y otros triangulados, etc. » Tal es el relato del Fray Bernardino,

El investigador Pedro Barrera, dice: «te comentamos que las civilizaciones que habitaban en la región de Mesoamerica compartían tradiciones, calendario, ubicación de monumentos y dioses similares. Incluso, la técnica de siembra conjunta de maíz y frijol, es una muestra de conocimientos compartidos. Uno de los objetos en común que se utilizaron para definir esta región fue el hallazgo de espejos. Eso sí, estos espejos no eran utilizados para verse, arreglarse u otro uso cosmético.«

El espejo del Cerro Loco en La Palma de Jesús, Michoacán. Hace ya muchos años que investigando en el Cerro Loco un lugar muy cercano a La Palma, descubri un espejo de Pedernal, o Tzinapo, redondo, completamente liso y plano, encontraba muy cercano al cerro en una tumba. El espejo tiene un diámetro de 4 y medio centímetros. Refleja la imagen real, tal como se ve y estando en un lugar iluminado es totalmente visible lo que refleja .

De Tlajomulco de Santo Santiago a Tlajomulco de Zúñiga

LIC. HELENA LÓPEZ ALCARAZ

La historia del revolucionario que borró al Patrón Santiago del nombre de su pueblo natal

José Eugenio Zúñiga Gálvez.

Santo Santiago, el protomártir del Colegio Apostólico, fue parte fundamental de la conquista hispana, no únicamente en el ámbito militar, sino también, y de forma especial, en el espiritual. La devoción al gran protector de las Españas, implantada por los franciscanos, fue fructífera incluso hasta en la toponimia de innumerables lugares, algunos de los cuales perduran hasta nuestros días. Algunos ejemplos de ello son Santiago Zapotitlán (delegación Tláhuac, en la capital del país), Santiago de Anaya (Hidalgo), Santiago Tangamandapio (Michoacán), Santiago Tlatelolco (Ciudad de México), Santiago del Monte (Estado de México) e inclusive la capital de una entidad de la República: Santiago de Querétaro. En total, de acuerdo con datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2006, 526 localidades llevan su nombre. Esta cifra se eleva a 756 si adicionamos las poblaciones que, aunque no llevan su nombre, no han dejado de considerarlo su patrono titular. Es decir, cada 25 de julio, más de setecientos poblados mexicanos están de fiesta, celebrando al apóstol.

Hay otras ciudades o pueblos, en contraste, en las que, si bien el Apóstol de la Hispanidad continúa siendo el protagonista de las festividades anuales, han perdido para siempre el nombre de su querido y venerado patrono, que otrora llevaron. Es el caso de Santiago del Saltillo, Santiago de Tonalá y, por supuesto, Santiago Sahuayo –o Tzaguaio–, hoy Saltillo (Coahuila), Tonalá (Jalisco) y Sahuayo de Morelos (Michoacán), respectivamente. Este último, de hecho, tuvo unido a su nombre el apellido del general Porfirio Díaz, desde 1891 hasta 1967.

Con todo, y ya que mencionamos Sahuayo, hubo un revolucionario que, por su participación en la asonada que arrojó del poder al presidente oaxaqueño octagenario, dio también su apellido a otra población. Aunque ésta no pertenece a la Ciénega de Chapala, el susodicho personaje dejó huella en la entonces Villa que hoy es considerada su capital y en su localidad vecina, Jiquilpan de Juárez.

Nos referimos a Eugenio Zúñiga Gálvez, nacido en Tlajomulco de Santo Santiago, Jalisco, el 8 de enero de 1884, en la finca que hoy ocupa la casa con el número 16 de la calle Juárez. Fue hijo de Ángel Zúñiga y Vicenta Gálvez y el segundo de los tres hijos que engendró este matrimonio. Sus abuelos paternos fueron Eugenio Zúñiga y Florencia Noyola; los maternos, Norberto Gálvez y Mucia –Mauricia en una de las actas de bautismo de su hijo Enrique– Rivas. Fue bautizado en la parroquia de San Antonio de Padua, de su villa natal, el 19 de enero de 1884. El Sacramento le fue administrado por el P. Camilo Castellanos, vicario, y le fueron impuestos los nombres de José Eugenio.

Fe de Bautismo de Eugenio Zúñiga.
Acta de nacimiento de Eugenio Zúñiga. Resaltado por la autora.

Para el momento en que Francisco I. Madero comenzó a difundir sus ideas antirreeleccionistas, Zúñiga laboraba como receptor de rentas en su pueblo natal. Allí, siempre luchó contra el caciquismo y contra aquellos que subyugaban y explotaban a las clases humildes. Asimismo, salvaguardaba y aconsejaba a los campesinos.

Eventualmente, Zúñiga renunció a su puesto en la receptoría de rentas y partió hacia Unión de San Antonio, donde se casó con María Trinidad Correa. Allí vivió hasta que partió hacia el estado de Morelos. Allí se sumó al Partido Antirreeleccionista, cuyos principales líderes eran los hermanos Figueroa Mata, oriundos de Huitzuco, Guerrero: Ambrosio, José Rómulo y Francisco. El primero de ellos le dispensó gran amistad y simpatía. Luego combatió bajo sus órdenes. Incluso, gracias a su sorprendente actuación en el campo de batalla, ganó el rango de Coronel.

Posteriormente, a la muerte de Madero, Zúñiga solicitó y obtuvo licencia para separarse de los hermanos Figueroa y volver a Jalisco, su estado natal, para pelear bajo los postulados del Plan de Guadalupe, abanderando la causa de Venustiano Carranza. Así, el 1 de marzo de 1913, junto con su paisano Julián del Real y con Julián Medina, originario de Hostotipaquillo, Jalisco, entró de lleno en la Revolución.

El 8 de mayo de 1913, Zúñiga reunió a un grupo de coterráneos en la plaza de Tlajomulco de Santo Santiago y los exhortó a unirse a la lucha constitucionalista. Sus hermanos Nicolás y Enrique partieron con él. Ya en el meollo de la contienda, las principales actividades de Eugenio fueron nombrar un ayuntamiento y organizar un Estado Mayor, cuyo jefe fue el coronel Zepeda. Numerosos campesinos se unieron a la hueste a lo largo de las incursiones que realizó por Acatlán de Juárez, Zacoalco y otras poblaciones y rancherías. A la par, a semejanza de otros cabecillas, exigía aportaciones monetarias a las personas pudientes, lo que le granjeó gran aversión por parte de éstos. Por aquellos tiempos alcanzó el rango de general.

Entonces Sahuayo, a la sazón de Díaz, entró en escena. El 22 de junio de 1913, Zúñiga irrumpió en Jiquilpan con setecientos hombres. José María Morales Ibarra, otro revolucionario, estuvo a poco de ser convencido por los munícipes sahuayenses de atacar a Zúñiga (González y González, 1998, p. 125), pero la intervención del entonces capitán Lázaro Cárdenas del Río, jiquilpense y seguidor de Zúñiga, evitó la confrontación.

El 23 del mismo mes, Zúñiga entró a Sahuayo. A semejanza de otros dirigentes que se distinguían por su animadversión contra el clero católico, ordenó el arresto de los sacerdotes e hizo que los condujeran ante él. En total fueron aprehendidos once presbíteros, cuyos nombres proporcionan tanto Luis González como José Prado: Pascual Orozco, el señor cura de la Parroquia de Santo Santiago; Enrique Sánchez Navarro, Trinidad Barragán, Melesio Espinosa, Luis Gálvez, Alberto Navarro, José Gutiérrez, los hermanos Enrique y Luis Amezcua, y Federico e Ignacio Sánchez –este último hermano de Macario Sánchez Sánchez, que hacía poco había visto nacer a su sexto hijo, José, el 28 de marzo pasado–. El grupo eclesiástico fue complementado con un joven seglar, José María Gálvez.

Los doce presos, fuertemente atados, fueron llevados a Jiquilpan. Zúñiga demandó cuarenta mil pesos a cambio de su libertad. A fin de persuadir al pueblo sahuayense, el tlajomulquense hizo fusilar a José María Gálvez frente a los once sacerdotes. Uno de ellos estuvo a punto de ser pasado también por las armas. El dinero fue reunido y entregado, y los presbíteros salvados. Doña Felícitas del Río, madre de Lázaro Cárdenas, le recomendó a este último que no procediera igual que su jefe. Los clérigos quedaron libres el 27 de junio, apenas unas horas antes de que Zúñiga partiera rumbo a Guadalajara, por el rumbo de la Ciénega (González y González, 1998, p. 129), hacia Tizapán.

Zúñiga tuvo un lugar destacado en la batalla de Orendain, el 6 de julio de 1914, ya que impidió que el ejército federal de Victoriano Huerta huyera hacia Colima y Manzanillo. Además, interrumpió las comunicaciones con la ciudad de México y se unió al general Lucio Blanco para cortar la retirada del general José María Mier. El 8 de julio de 1914, cuando las tropas constitucionalistas de Álvaro Obregón ocuparon Guadalajara, Zúñiga peleó en la Hacienda del Castillo, en El Salto, donde fue hallado el cuerpo sin vida de Mier.

Tras estos triunfos, Zúñiga y su destacamento se encuartelaron en Santa Cruz del Valle, desde el 9 al 27 de julio, cuando se marcharon junto a la columna de Lucio Blanco rumbo a la Ciudad de México, con la triunfante milicia obregonista.

La muerte del general Zúñiga tampoco ha sido aclarada completamente. La historia más célebre al respecto, de acuerdo con el libro Tlajomulco: Voces, visiones y perspectivas (2023), es la que sigue. De regreso a Jalisco, el gobernador y comandante militar Manuel Macario Diéguez empezó a ver con desconfianza la notoriedad –cada vez mayor– de Zúñiga, y a temer que fuera propuesto para el cargo de gobernador del estado. En adición, sospechaba de los constantes viajes que Zúñiga realizaba a Guadalajara desde Tlajomulco para visitar a su familia.

En consecuencia, tal como procedían los caudillos en la época, Diéguez determinó cortar por lo sano. Lo mandó apresar junto a su hermano el coronel Nicolás Zúñiga, y fueron confinados en la Penitenciaría de Escobedo bajo la excusa de haberse pasado al bando villista. Trasladados al cuartel Guerrero, situado en el ex Convento del Carmen, fueron fusilados la madrugada del 11 de diciembre de 1914. El libro Tlajomulco: Voces, visiones y perspectivas habla del día 12 del mismo mes, pero de 1915, pero la partida del Registro Civil proporciona los datos que expusimos.

Luis González y González, aunque no especifica la fecha, señala que Zúñiga murió “deshecho a bayonetazos por la escolta del general Diéguez” (1998, p. 129), lo cual está en consonancia con lo descrito en el libro Historia de la Revolución Mexicana, 1934-1940: los artífices del cardenismo: volumen 14 (p. 209), del mismo autor, y en el primer tomo de Lázaro Cárdenas, Modelo y Legado:

«el general Zúñiga, revolucionario radical, amigo del constitucionalismo –al cual Cárdenas no parece haber podido ver en Jiquilpan– fue sacrificado en unión de su hermano el coronel Nicolás Zúñiga, en el cuartel de El Carmen de Guadalajara, por órdenes del general Manuel M. Diéguez, jefe de la Zona de Jalisco. En esos días se dijo que el general Zúñiga, jalisciense, obtendría del Primer Jefe, señor Carranza, órdenes para relevar a Diéguez. Zúñiga y Diéguez tuvieron un altercado y se dice que Zúñiga dio un puñetazo en la cara a Diéguez y que por esto, pretextando que Zúñiga pretendía rebelarse contra Carranza, los mandó ejecutar; ejecución que se verificó a puñaladas de marrazo en el interior del cuartel de El Carmen. Zúñiga ―añade Cárdenas― fue amigo del constitucionalismo y no partidario de Villa. Las pasiones políticas de aquellos días lo llevaron al sacrificio».

La versión del H. Ayuntamiento de Tlajomulco, en un documento en que se presenta la iniciativa de erigir una estatua ecuestre del general, dice que fue decapitado el 1 de enero de 1915.

Leamos el documento, que hemos transcrito, que da fe de su deceso. Cabe mencionar que, además de un acta de defunción, es el permiso de Manuel M. Diéguez, ratificado frente a don Ángel Zúñiga, para que su hijo fuera sepultado en el cementerio de Mezquitán –que era, por entonces, el que estaba en funciones en Guadalajara–:

«Al margen izquierdo, centrado: 5398 / Cinco mil trescientos / noventa y ocho / Eugenio Zúñiga / 1172 / 31a edo. Herida / 2

Dentro: En Guadalajara, a 31 treinta y uno de di- ciembre de 1914 mil novecientos catorce, a las 4 ¾ cuatro y / tres cuartos de la tarde, el Juez que suscribe, recibió una co- / municación que en lo conducente dice: “El C. Gobernador / y Comandante Militar del Estado, tuvo a bien conceder / al C. Teniente Coronel Enrique Zúñiga, permiso para exhu- / mar del cuartel “Guerrero” los cadaveres de los señores Gene- / ral Eugenio Zuñiga……. y reinhumarlo en el Cementerio / Municipal de esta Capital.=Presente el señor Angel / Zúñiga, casado, agricultor, originario y vecino de Tlajomul- / [página siguiente] co, y accidentalmente en esta ciudad, y dijo: que el General / antes referido, era casado con María Trinidad Correa, de 31 / años, del mismo origen del declarante, su hijo / y de Vicenta Galvez y se reinhumará en el Cementerio Mu- / nicipal, según orden arriba suscrita y que se archiva bajo el nú- / mero de esta acta; cuyo fallecimiento acaeció el 11 once del / actual a las 12 ½ doce y media de la madrugada. […

El acta siguiente corresponde a la muerte de Nicolás, hermano de Eugenio.

Fragmento del acta de defunción de Eugenio Zúñiga. El Comandante Militar del Estado no es otro que Manuel M. Diéguez.

Menos de cuarenta años después, los paisanos de Zúñiga decidieron rememorarlo con un cambio toponímico. Así, por el decreto 4561, fechado el 27 de julio de 1939, Tlajomulco de Santo Santiago dejó de llamarse así para ser, hasta la actualidad, “Tlajomulco de Zúñiga”, en su honor. Actualmente sus restos yacen en el antiguo panteón de la cabecera municipal.

Copia de la iniciativa para colocar una estatua ecuestre de Zúñiga en su natal Tlajomulco.

Fuentes consultadas:

Campos Moreno, A. (2006). Algunas historias que en México se cuentan sobre el apóstol Santiago. Revista de Literaturas Populares. 6(1). http://www.rlp.culturaspopulares.org/textos/11/01-Campos.pdf

González y González, L. (1998). Sahuayo. México: El Colegio de México.

González y González, L. (1979). Historia de la Revolución Mexicana, 1934-1940: los artífices del cardenismo: volumen 14. México: El Colegio de México.

H. Ayuntamiento de Tlajomulco de Zúñiga (19 de octubre de 2017). Sin título. https://tlajomulco.gob.mx/sites/default/files/transparencia/iniciativasydictamenes2015-2018/IV.B)-19-DE-OCTUBRE-DEL-2017.pdf

Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (2020). Lázaro Cárdenas: Modelo y Legado. México: Secretaría de Cultura. Instituto Nacional de Estudios Históricos. https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Lazaro_CardenasMLT1.pdf

Padilla Pérez, Jimeno Uribe, Orozco Gallardo & et. al. (2023). Tlajomulco: Voces, visiones y perspectivas. Editores: Enrique Gómez Lomelí, Catherine Fernández Hernández, Cindy Viridiana Oyarzabal Orozco. https://tlajomulco.gob.mx/TlajoVocesVisiones/assets/libro_2023_v2.pdf

Estatua del general Zúñiga en Tlajomulco. Fotografía tomada en 2016; créditos a su respectivo autor.

El antiguo palacio legislativo de México, lo que iba a ser y no fue.


En 1897 el gobierno de Porfirio Díaz lanzó una convocatoria para el proyecto de un palacio legislativo de grandes dimensiones, que albergaría además de las cámaras de senadores y diputados, dependencias de gobierno y oficinas.

Así quedaría el palacio legislativo de México.

El fallo fue dado al arquitecto italiano Paolo Quaglia, quien murió antes de poder iniciar el proyecto. Entonces el proyecto se comisionó al arquitecto Émile Bénard; la realización del proyecto que de haberse construido hubiera tenido mayores dimensiones que el Capitolio de Washington D. C. El sitio elegido para la edificación fueron unos terrenos pantanosos cerca de la colonia Tabacalera y del Paseo de la Reforma.

La primera piedra del monumento fue puesta por Porfirio Díaz el 23 de septiembre de 1910 como parte de los festejos del Centenario de la Independencia de México. Debido a los retos que suponía la cimentación del edificio en un terreno inestable, se utilizó una solución innovadora entonces, mediante una estructura metálica hecha por Miliken Bros., en Estados Unidos. La construcción se detuvo abruptamente ante el inicio de la insurrección armada de la Revolución mexicana.

El gobierno de Francisco I. Madero una vez en el poder intentó reanudar las obras pero su fallecimiento interrumpió la construcción, quedando en lo sucesivo solo la estructura de acero central del futuro palacio, que hubiera sido el Salón de los Pasos Perdidos.

Dicha estructura quedaría abandonada y en permanente desgaste. Émile Bénard volvería a México para intentar dar vida a su proyecto en 1922 llamándole Panteón a los Héroes. El presidente electo Álvaro Obregón aceptó su proyecto, pero fue asesinado en 1928 y Bénard murió en 1929. Actualmente es el Monumento a la Revolución Mexicana.


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Basílica de Ocotlán en Tlaxcala  1687 a 1790


Es uno de los templos-santuarios católicos, más importante del estado de Tlaxcala, y está conformado por un grupo de construcciones que fueron edificados en diferentes etapas históricas.


El conjunto arquitectónico se encuentra emplazado sobre una colina en las inmediaciones de la Ciudad de Tlaxcala. El conjunto se complementa con dos edificaciones: la Capilla de Guadalupe, que hoy se ocupa como baptisterio y en la que se pueden apreciar cuatro vitrales alemanes y al extremo opuesto el portal de peregrinos.

La fachada:


Esta semeja a un retablo cubierto por una concha. Como todas las fachadas de arte sacro, cumple una función didáctica, para que el pueblo, a través de símbolos y figuras, entienda los misterios de la fe que profesa. Construida con ladrillo recortado y recubierto por argamasa (cal y arena), y para darle un colorido blanco, le aplicaron lechada de cal; realizada con la finura y color del alfeñique (dulce de Almendra) por verdaderos maestro en el arte de la yesería propio de la región, que muestra en conjunto mucha simetría y equilibrio. Debió construirse entre 1760 y 1790.

Se considera como la cumbre del barroco churrigueresco, admirada y elogiada lo que ha llevado a su reproducción en varios libros de arte.


El punto de convergencia de esta fachada es la ventana-coral en forma de estrella en la que destaca la figura aérea de la Virgen.


Las torres gemelas tiene una altura de 33 m y encuadran la gran fachada. Ambas torres culminan en lo alto con una cupulita con linternilla, en donde se anclan respectivamente dos magníficas cruces de hierro forjado. Sus bases de planta mixtilínea, tapizadas de ladrillos hexagonales con empalmes de cal, su ornamentación se produce en ambos campanarios ambientando con un fuerte y cálido colorido. El total de columnas en ambas torres es de cuarenta, más 24 florones o remates, su construcción data del último tercio del siglo XVII.

Fuente: Virreinato de la Nueva España. Arquitectura.

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Chapala y su entorno, paraíso esplendoroso


Por: Lic. Pedro Vargas Avalos


Chapala y su entorno son fantástico vergel. A ello se debe la visita interminable de paisanos y connacionales, así como la presencia y el arraigo de miles de extranjeros. Esos visitantes procedentes de Jalisco y fuera del Estado, estiman al entorno de Chapala y su lago, como zona esplendorosa, trasunto de un fidedigno edén.
Ser nativo o poblador de este girón paradisíaco, implica el compromiso consustancial de ser auténtico, digno, esforzado, impulsor de los principios cívicos y salvaguarda de la cultura, instrumentos con los cuales se amplifica la fama de Chapala, se realza la fortaleza de Jalisco y se ennoblece a México por entero.
La denominación prehispánica Chapalac, (Chapal-lan), cuyo significado elemental es “lugar empapado”, a fines del siglo XVI ya había evolucionado suprimiéndosele la consonante final, y de allí hasta siempre, el nombre de Chapala implica belleza, feracidad y complacencia. Esto no excluye lo que afirmaron hace siglos, los cronistas Fr. Antonio Tello y Fray Francisco Mariano de Torres: que un cacique coca (o cazcán) del lugar, se llamó Chapa o Chapal, y por ser bien querido de la gente, en su memoria la población se denominó Chapalac, o sea, “el lugar de Chapal”.
Lo anterior explica el nombre del pueblo, pero ¿Dónde queda y cómo surgió la denominación de la laguna? Esas interrogantes las resuelve el antedicho padre Tello, quien ubica geográficamente el lugar, al decirnos que el pueblo de Chapala está a ocho leguas de Guadalajara, entre oriente y sur, al pie de una serranía muy grande que tiene al norte, y junto a la gran laguna llamada “Mar Chapálico”, a la cual en belleza no le iguala la de Maracaibo, Venezuela, y ni siquiera la llamada Mar de Tiberíades, el lago donde deambuló Jesucristo. Nuestro insigne cronista realza además de la hermosura de la laguna, el pescado blanco y el bagre que produce, en cantidad tal que aseguraba sería suficiente para abastecer a la hermosa Perla Tapatía. En cuanto al nombre del lago, lo atribuye a que antiguamente Chapala era la cabecera de la ribera, “por el mucho gentío que en tal pueblo estaba congregado” y así, aunque hay numerosas poblaciones, no se llamó sino como se denominaba la principal de ellas, quedando para siempre como Lago de Chapala. Sobre los habitantes del lugar, los describe como hombres de gallardía y bien constituidos; en cuanto a sus mujeres, asegura que poseían tan atractivas formas, que no tenían comparación, a tal grado que, de todas las comarcas Mesoamericanas, ninguna les aventajó en sus encantos.
Al respecto, el gentilicio de los habitantes de la ribera es el de “chapalteca” vocablo que engloba tanto la “identidad” como el “apego al terruño” y el “orgullo de ser de Chapala”, lo cual implica ser auténtico, eufórico, trabajador, impulsor de los valores culturales, cívicos y sociales, atributos con los cuales engrandecen a Chapala, enaltecen a Jalisco y ennoblecen a México.
El entorno chapálico resulta esplendoroso: Presenciar, gozar un atardecer en el mágico Ajijic, es transportarse al infinito; recorrer San Juan Cosalá, rumbo a Jocotepec, nos proyecta a la excelencia; y en este antiguo poblado, podemos experimentar su singular muelle de madera.
Transitando por este lado occidental de la laguna, se arriba al risueño pueblito de San Luis Soyatlán, de bulliciosos atardeceres. Luego se llega a la tierra del invicto prócer Ramón Corona, el apacible Tuxcueca. Más allá, avistamos a Tizapán el Alto, recio límite jalisciense del vaso chapálico.
Por la otra parte de la laguna, viniendo de La Barca, cuna de las refrescantes “cazuelas” que son una delicia para la garganta, se arriba a Jamay, repleto de pesca y folklor, para luego admirar al dinámico Ocotlán, ejemplo de progreso, y junto a este, apreciar al sosegado Cuitzeo, pueblito de Poncitlán. Ya en este municipio, se arriba al autóctono vecindario de Mezcala, desde el cual se hace el viaje lacustre a la célebre isla de su nombre, donde es obligado contemplar sus sólidas construcciones del siglo XIX.
Observando lo que fue el Fuerte de Mezcala, es preciso hacer un alto, para meditar sobre el excelso heroísmo de los insurgentes que allí, del año de 1812 al de 1816, derrochando gallardía, fiereza y organización guerrera lucharon por la independencia de México, permaneciendo imbatibles no obstante sus desventajas en armamento y equipaje, frente a los realistas ibéricos, quienes, poseyendo muy superiores bagajes bélicos, nunca vencieron a nuestros denodados patriotas. Vaya un recuerdo de honor a los gloriosos Encarnación Rosas, Marcos Castellanos y José Santana, columnas de esa gesta libertaria jamás vencida, única en la lucha por la independencia en toda Latinoamérica.
De retorno por la fértil exhacienda de San Nicolás de Ibarra, a la citadina Chapala, hay que saborear su gastronomía, acudiendo a sus populares fondas, al concurrido mercado, sus calificados restaurantes, abrigadores hoteles y residencias de descanso. Aquí comer es un arte: fácil de escoger, abundante y sabroso a la vez, es complicado probar de todo, por lo variado de sus platillos, alimentos generalmente preparados con las especies del lago: picosos charales, sazonado caldo michi, antojadizo bagre, suculento pescado blanco, exquisito caviar, birria tradicional, apetitoso ceviche, etc., que se coronan al final con algún dulce típico.
Entre los edificios que se deben visitar en la agraciada Chapala, está la ahora rejuvenecida estación que fuera la oficina del Ferrocarril de Chapala, inaugurada en 1920, la cual simboliza un sueño de los chapaltecos, ahora convertido en Centro Cultural González Gallo. El inmueble es elocuente testimonio de la arquitectura local; sobre ello, afirma un cronista laguense, que fue diseñado por el Arq. D. Guillermo de Alba, siendo una “pequeña gran obra de arte y es tal vez, el edificio más importante que diseñó el Arquitecto de Alba, después del Hotel Fénix de Guadalajara”.
También se debe acudir a la multicentenaria parroquia de San Francisco y al viejo palacio municipal, ahora local de cultura. Asimismo, debe presenciarse la nueva presidencia, que fuese décadas atrás un hotel afamado. Y muy cercas, está el punto cervecero donde triunfó el notable Mike Laure, de inolvidables éxitos musicales. Allí se prosigue un paseo por el muelle y luego se recorre el parque de la Cristianía.
El municipio de Chapala, ostenta dos nombramientos de enorme valía: tener el pueblo mágico de Ajijic, cuyo clima es aclamado como el segundo mejor del mundo entero, y el título de “SEÑORIAL E INSIGNE CIUDAD” que se otorgó a la cabecera municipal, por el “trabajo permanente, fructífero, generoso y ejemplar de integrantes de la sociedad civil al que se ha sumado la autoridad municipal de Chapala para la defensa, limpieza, redignificación y conservación del emblemático Lago de Chapala así como de la preservación y enriquecimiento de su legado cultural”. El galardón representa un homenaje para su población y sus autoridades, un orgullo y compromiso compartido también por todos los jaliscienses y aun los millares de visitantes que a diario disfrutan de los atractivos de Chapala y su entorno esplendoroso.

Un éxito el I Congreso Nacional Cristero convocado en Sahuayo por Abogados Cristianos

Juan Bruno Hernández *colaborador

Sahuayo 21 de octubre de 2023.- Se llevó a cabo el I congreso nacional cristero en esta ciudad, que convocó a la sociedad civil, que se congregó en la casa social de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Al acto inaugural se dieron cita el Alcalde de Sahuayo, el doctor Manuel Gálvez Sánchez, así como también el diputado federal Rodrígo Sánchez Zepeda, y el señor cura del Sagrado Corazón, Manuel Zendejas, que hablaron sobre este congreso y la revolución cristera y la oportunidad de conocer más del tema, así como el compromiso de los católicos en la lucha por la libertad de creencia y de culto.

Una serie de ponencias se hicieron a lo largo del día, así como la presencia de testigos presenciales de la gesta cristera; se dieron cita organizaciones de la sociedad civil, se ofrecieron al público souvenirs, libros y recuerdos. Seis conferencias magistrales se tuvieron, la primera fue del Padre Luis Laurean sobre San José Sánchez del Río, posteriormente se hizo la ponencia, Panorama Nacional en la Cristeada por el Maestro Guillermo Torres; luego el Panorama Guanajuato por Saúl Manuel, así como el Panorama Jalisco por Francisco Sánchez y finalmente el Panorama Michoacán por el historiador Francisco Gabriel Montes Ayala.

Así mismo el Lic. Carlos Ramírez, director Jurídico en México de la Asociación de Abogados Cristianos, presentó la iniciativa de Memoria Histórica de la Cristeada, para su aprobación en el poder legislativo de México. Participaron Caballeros de Colón; Asociación de Cronistas Jalisco-Michoacán; Guardia Nacional Cristera; Guardia Cristera de Michocán sede Región Ciénega de Chapala; Vasallos de Cristo Rey y otras organizaciones como Promo Radio.

Al final, se realizó la misa y una peregrinación del Sagrado Corazón, a Cristo Rey y luego a la ruta del martirio, cerca del panteón municipal con las reliquias de mártires, como San José Sánchez González, y del beato Anacleto González Flores y otros mártires de la guerra cristera en México.

Zona Arqueológica de Huandacareo, en el lago de Cuitzeo, Michoacán.

Huandacareo o La Nopalera está emplazado sobre una loma al noroeste del lago de Cuitzeo. Una de sus características principales es que para su construcción fue necesario acondicionar el suelo mediante muros de contención, así como mover una significativa cantidad de material de relleno. Se trata de un destacado ejemplo de aprovechamiento del terreno, pues los muros que se observan, sobre todo en el sector suroeste, aunque parecieran no tener sentido, evitan que la superficie así obtenida no colapse por el peso. Todo ello implica, además, que para la obtención de estos espacios fue preciso movilizar una cantidad importante de mano de obra. A partir de los trabajos arqueológicos se ha establecido que la zona tuvo al menos dos momentos de ocupación, ambos muy distintos entre sí.

Durante el primer periodo La Nopalera fue un típico asentamiento del lago de Cuitzeo, es decir, un poblado pequeño que no se encontraba ligado a un señorío o ciudad que concentrara el poder en la región. No obstante, en el sitio observamos elementos que nos indican la adopción de elementos arquitectónicos del Bajío, como el patio hundido y diversas cerámicas decoradas.

Asimismo, en las tumbas localizadas en el sector suroeste se descubrieron cerámicas con decoración y motivos de inspiración teotihuacana, y algunos de los individuos ahí sepultados estaban ataviados como personajes de esa gran urbe del centro de México. Lo anterior indica que la región era un crisol donde convivían diferentes tradiciones culturales, pero manteniendo una identidad propia.

Ya entrado el segundo milenio, La Nopalera funge como un sitio administrativo del Señorío Tarasco. A partir de ese momento se observan una serie de modificaciones en los espacios y formas de sepultar a los muertos, al tiempo que aparecen nuevas tecnologías, como el trabajo del cobre. El registro arqueológico señala que el lugar pasó por un periodo de abandono y posteriormente fue modificado por sus nuevos moradores.


FUENTE: Mediateca del INAH, contenido y Fotos. D.T.A. del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

El antiguo palacio de la Inquisición en CDMX


El edificio que se sitúa hoy en este lugar fue construido entre 1732 y 1736 por Pedro de Arrieta, que también trabajó en una serie de otros edificios significativos de la ciudad, como la Basilica de Guadalupe de la Ciudad de México y la Iglesia de La Profesa.


Al igual que muchos otros edificios en el centro histórico, la fachada está cubierta de tezontle (piedra porosa de un rojo sangre volcánica), con ventanas y puertas enmarcadas con chiluca (una piedra de color blanco grisáceo), pero el edificio tiene dos principales características notables.

La primera es que su portal principal se encuentra en la esquina suroeste, que está «cortada» con el fin de hacer frente a la plaza de Santo Domingo. Arrieta fue responsable de esta idea, una innovación en el Virreinato de la Nueva España.

Con este diseño, no sólo el edificio frente a la plaza, sino también sus dos calles laterales llevarían a su puerta. Su idea fue declarada inicialmente innovadora y hermosa. La otra característica es el patio. Los arcos en los cuatro puntos cardinales no descansan en columnas, pero parecen colgar del techo. De hecho, se cruzan los arcos que se apoyan en pilares adosados a las paredes y las primeras columnas de cada lado,lo que en el estilo gotico fue conocido como boveda de cruzeria Arrieta lo utilizaria para este edificio de estilo barroco.

Fuente: Virreinato de la Nueva España. Arquitectura. Página de Facebook.