El matrimonio de Isabel de Moctezuma, hija del Tlatoani Montecuzoma con Pedro Gallego de Andrade

La Princesa Isabel de Moctezuma, caso en 1528, con español Pedro Gallego de Andrade, nacido en Burguillos del Cerro, pasó a América junto a Narváez, siendo hombre de confianza de Hernán Cortés.

Allí se casó con la princesa Tecuixpo, hija legítima del Emperador Azteca Moctezuma, más tarde llamada Isabel de Moctezuma.
De ese matrimonio nació en 1529 el que pudo ser un Principe Imperial Azteca Juan de Andrade Moctezuma.


“Niño en cuyas venas corrían fundidas la sangre de los soberanos indígenas y la de una honrada familia extremeña de labradores, de Burguillos del Cerro”.

Esto nos lo cuenta el Conde de Canilleros en el artículo adjunto, publicado en la prensa en la década de los sesenta del siglo pasado.

En Burguillos del Cerro hay una calle dedicada a Pedro Gallego de Andrade, la situada delante de la parroquia.

CRÉDITOS: «Burguillos y su historia»

Comentando: El intervencionismo en nuestra Historia.

Mtro. Francisco Gabriel Montes Ayala

Joel Robert Poinsset, penitenciario de EUA en México.

La narrativa de la historia, podrá tener versiones variadas, de acuerdo a la ideologización o politización que el sistema impone. Pero algo que es tan cierto en la Historia de México, es la intervencionismo de nuestros vecinos del norte; este libro que se concluyó en 1951,  el historiador, José Fuentes Mares, 𝗣𝗼𝗶𝗻𝘀𝘀𝗲𝘁, 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗴𝗿𝗮𝗻 𝗶𝗻𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮, es una prueba documental, de que nuestros vecinos,  desde los tiempos de la independencia, fueron quienes impulsaron  aquellos movimientos independentistas en América del sur; la copia exacta de la constitución norteamericana, sería transcrita en 1824 para México.

𝗝𝗼𝗲𝗹 𝗥𝗼𝗯𝗲𝗿𝘁 𝗣𝗼𝗶𝗻𝘀𝘀𝗲𝘁, fue el artífice de la aplicación del «destino manifiesto» en México, con la formación de un «partido americano», camuflado como partido liberal, como lo reconoce él mismo, en informes oficiales, para que en 1847, México perdiera sus territorios del norte, con la complicidad de muchos que hoy son héroes y estatuas de bronce, producto de la narrativa política, manipulada, perversa;  desde aquel entonces, se convirtió el pobre México, en el «patio trasero» de la potencia norteña.

La historia sirve para entender el presente, pero predecir, si es posible, el futuro. Documentos como este que nos presenta Fuentes Mares, nos enseña que este país, cumple con aquella frase famosa del presidente Díaz, «𝗽𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗠𝗲́𝘅𝗶𝗰𝗼, 𝘁𝗮𝗻 𝗹𝗲𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗗𝗶𝗼𝘀 𝘆 𝘁𝗮𝗻 𝗰𝗲𝗿𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗘𝘀𝘁𝗮𝗱𝗼𝘀 𝗨𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀» y sigue la mata dando hasta el día de hoy.

Libro de Fuentes Mares

Se dejó de celebrar en México el día 27 de septiembre, día de la independencia ¿Sabes por qué?

Mtra. Patricia G. Frese

Agustin de Iturbide, libertador

Durante varios años años se celebraron con el mismo entusiasmo las dos fechas importantes de nuestra Independencia: el 16 de septiembre de 1810 y el 27 de septiembre de 1821.

Fue después de la Revolución que en 1921, Álvaro Obregón decidió «olvidar» la fecha que conmemora la entrada de Agustín de Iturbide a la CDMX. Así, de un plumazo borró de las efemérides la Consumación de la Independencia.

Sin disparar una bala, Iturbide nos dio nombre, Patria, libertad y colores para la bandera hace 204 años. Estamos en la víspera del cumpleaños de nuestro país ¡Viva México!

La foto corresponde a un fragmento del Manifiesto de Liorna que escribió Iturbide en Italia en 1823. La sangre es de él, porque tenía el manuscrito consigo cuando lo fusilaron en Padilla, Tamaulipas.

Fue en 1925, bajo la presidencia de Plutarco Elías Calles, cuando el Congreso ordenó retirar las letras de oro con el nombre de Iturbide del recinto legislativo. La decisión formaba parte de la política de exaltar a Hidalgo, Morelos, Guerrero y Juárez, y minimizar a Iturbide, visto como “monárquico” y contrario a los ideales republicanos que se querían consolidar.

Finalmente, en 1971, Luis Echeverría mandó construir la presa Vicente Guerrero, que sepultó al viejo pueblo de Padilla bajo el agua, obligando a trasladar a la población a Nuevo Padilla.

¡Viva Iturbide!

El Señor del Huaje.

Manuel Flores Jiménez *Cronista de Jocotepec


Los manuscritos antiguos sostienen que la imagen fue esculpida de un árbol de huaje, y que su aparición fue hace 310 años, hacia 1715, siendo fray Manuel de Mimbela, Obispo de Guadalajara.

Narran los registros de la cofradía que se hizo cargo de su culto, resguardo y hospital, que la imagen pasó por varias vicisitudes, debido a las deficiencias del escultor que la creó y del auxilio posterior para mejorarla por otros.

A fray Miguel Aznar, le correspondió indagar sobre su claro pesimismo, respecto a la aparición de la imagen, quien primero fue nombrada Santo Cristo de la Expiración, luego Señor del Huaje, posteriormente, Señor del Dulce Nombre, para finalmente quedar como Señor del Huaje.

Fray Nicolás de Ornelas, contemporáneo del suceso de la aparición, lo consignó en su obra “Crónicas de la Provincia de Santiago de Jalisco”; de igual manera, fray Matías de Escobar, en su documento “Americana Thebaida”, hizo referencia del Cristo en sus crónicas.

En 1721, Francisco de la Cruz Godoy, natural de Jocotepec, era el mayordomo principal de la cofradía del Santo Cristo, pero la imagen estaba en poder de Lucas Mateo y su esposa Andrea Petrona.

Historia Adversa: Hablar mal de Benito Juárez, era traición a la patria.

Francisco Gabriel Montes Ayala

En el siglo XIX durante el porfiriato, era imposible hablar mal del presidente Benito Juárez. Se comentaba que los escritores que se atrevían a escribir algo adverso a su figura, desafiando la historia oficial, se exponían decía Zubieta y Quevedo: “a los ataques materiales del esbirro y los morales o inmorales del insultador” y se enfrentaban a un aluvión de amenazas, persecuciones y ser señalados como traidores a la patria.

Me llamó mucho la atención para escribir esta colaboración, cuando encontré en un periódico del siglo XIX, que se llamaba La Voz de México del día 22 de julio de 1898, un artículo titulado: “La Prensa Católica y la Manifestación a Juárez”, donde se habla de las actividades que se desarrollaban en aquel año, por la figura patríotica del presidente. En aquella colaboración periodística, el autor, expresa lo siguiente: “Nuestro silencio respecto a Juárez, ha sido impuesto por la fuerza bruta. El liberalismo mexicano ha declarado, con ayuda de la policía, que Juárez está fuera de toda crítica de la Historia. Los famosos proclamadores de la libertad de imprenta y de pensamiento han declarado que juzgar los actos de Juárez es insultar a la nación: y ante este dogma de la inmunidad e intangibilidad histórica de un sujeto, hemos tenido que callar; porque nos parece muy poco donosa una controversia en que a las razones de la crítica se contesta con el palo de gendarme.

Así como el gran poeta español concibió un médico a palos, estos liberales de acá han concebido y realizado el silencio a palos y la gloria a palos.

Callamos, pues, por la obvia razón de que no nos dejan hablar. Se comprende que ese farisaísmo es fértil en sumo grado para la crítica; pero se nos ha puesto una mordaza, se ha declarado delito juzgar la personalidad histórica de Juárez, y no creemos que sea útil para nuestra causa entrar a bartolinas con la historia debajo del brazo. Impotentes los liberales mexicanos para defender en los estrados de la controversia científica la imaginaria grandeza de Juárez, han acudido a los cerrojos de las prisiones para asegurar con ellos el silencio de la historia” (La Voz, 1898).

Mucho se dice que la iglesia católica estaba en contubernio con Díaz, sin embargo el anterior comentario de uno de los periódicos católicos de aquel tiempo, muestra lo contrario o ¿solo sería el tema de Juárez el que provocaba esto? Pero seis años después, en 1904 rescatamos este otro texto en otro periódico.

Francisco Bulnes

Francisco Bulnes, un escritor liberal que para el centenario de Juárez, publica el libro del “El Verdadero Juárez”, es terriblemente perseguido, a tanto que en una carta publicada en el Tiempo dice a la letra: “Yo no me siento vencido, ni me sentiría aún cuando cada molécula del territorio mexicano hiciera una protesta contra mi libro; para mí la lucha comienza y estoy dispuesto a sostenerla; pero como está perfectamente organizada por la intolerancia jacobina el sistema de persecución y de terror para todo aquel que discrepa en lo más mínimo de que Juárez tiene que el Boudha de México y ser culto obligatorio para todos los mexicanos bajo la pena de ser declarado traidor a la Patria (sic)… y haber sido expulsado de la Cámara de Diputados por el crimen de haber escrito un libro que niego la divinidad de un hombre”(El tiempo, 1904).

Indiscutiblemente en todo tiempo, la historia y su narrativa, son manejados impunemente por el sistema político en turno para desvirtuar y hacer prevalecer las ideologías que cimentan los gobiernos.

Fuentes:

1.-La Voz de México, 22 de julio de 1898, pág. 2

2.-El Tiempo, periódico, 1º de septiembre de 1904 pág. 2

Primer lugar en artesanías el trabajo de cera escamada de Cojumatlán. Pátzcuaro 2024.

Francisco Gabriel Montes Ayala

Figura humana en vela de cera escamada. 1er lugar en Pátzcuaro en el concurso estatal 2024.

Durante la fiesta del Señor del Perdón de Cojumatlán, en la ribera chapálica meridional, el 3 de mayo de este año, se pudo apreciar un arreglo enorme, un círculo formado por flores de cera escamada y velas que hacía un marco artístico espectacular a la imagen milagrosa del Señor del Perdón.

La primera impresión que daba, era de un círculo que en apariencia no se veía claro desde lejos, pero al acercarse se podía apreciar la belleza indiscutible del adorno floral, que manos cojumatlenses hicieron, días antes de una de las peregrinaciones de la imagen virreinal de la historia de Cojumatlán.

La cerería llegó a esta comunidad indígena conocida como Santa María de la Asunción Coxumatlán, en el siglo XVIII y traspasó el tiempo, hasta que llegaron los años ochenta del siglo pasado y dejó de elaborarse las figuras de cera, las velas de cera escamada y otros objetos que se hacían en manos artesanas de diversas familias que practicaban este arte.

Parecía que aquella tradicional artesanía se perdería después de casi 40 años no realizarse. Sin embargo, Luis Fernando Rodríguez y Jorán Hernández, iniciaron hace un par de años con esta disciplina que requiere de una dedicación para hacer del proceso una excelencia en el arte de la cera escamada y las figuras humanas. El grupo que han formado en aquella comunidad, ha venido dando frutos y éxitos que se consolidan día a día.

El pasado 1 de noviembre, se llevó a cabo el concurso estatal de artesanías en Pátzcuaro con motivo de la noche de muertos, ganando el primer lugar el trabajo de cerería de Luis Fernando Rodríguez, en una de las ramas artesanales y fue parte de uno de los 113 premios otorgados por el gobierno del estado de Michoacán, donde se calificaron 2 mil 178 piezas.

Sin duda alguna que la cerería en Cojumatlán toma los niveles relevantes esperados con la maestría reconocida por el propio evento estatal donde se logró este reconocimiento y premio a la dedicación en esta artesanía.

Felicidades a Luis Fernando Rodríguez por este trabajo artesanal, y que representa a este grupo de cerería de Cojumatlán de Régules en la ribera norte del lago de Chapala.

13 de septiembre de 1847, el ataque a Chapultepec por el  ejército estadounidense.

Francisco Gabriel Montes Ayala.

La batalla de Chapultepec es un acontecimiento histórico de México, en la guerra entre Estados Unidos y nuestro país, que derivó en la pérdida de más de la mitad del territorio nacional. Aquí la narración de un libro que se publicó en 1848, un año después de la derrota del ejército mexicano. Varios autores escriben estos “Apuntes” que se llaman Historia de la Guerra entre México y Estados Unidos. Aquí la narración de aquel acontecimiento que da la historia de los Niños Héroes.

Batalla de Chapultepec


“El enemigo había formado tres columnas a las órdenes de los generales Pillow, Quitman y Worth, ocupó el bosque con sus rifleros que, saliendo del Molino, arrollaron a los pocos tiradores que hasta el pie. La columna del general Worth volteó la posición y figurando un ataque por la calzada de Anzures llamó la atención del general Santa Ana. Una nube de tiradores avanzando rápidamente sobre el puente de la calzada de la Condesa, se abrigó en los troncos de los magueyes que habían sido talados y en las desigualdades y chozas inmediatas. Este ataque también se juzgo verdadero por el general en jefe, que alternativamente atendía los tres puntos dichos y tenía la mayor parte de sus tropas en inacción formadas en toda la calzada. Los enemigos viendo que su plan surtía efecto, y que se resistían con vigor sus falsos ataques, dirigieron el grueso de sus columnas, que entraron por el Molino, el asalto del cerro, las que flanqueadas y precedidas de sus tiradores comenzaron a subir, la una por la rampa y la otra por la parte accesible del noreste, entretanto que el norte y oeste una nube de tiradores trepaba y se aprovechándose de las peñas, arbustos, ángulos muertos y mala aplicación al terreno de nuestras fortificaciones, apagaba con sus tiros certeros los de nuestros defensores, o los distraía de atender a la columnas de asalto, que no encontraron más resistencia formal que la que se les opuso en la rampa y al pie del cerro el valiente y denodado teniente coronel D. Santiago Xicoténcatl con su batallón de San Blas; pero flanqueado, envuelto y muerto este jefe, y la mayor parte de sus oficiales y soldados, los enemigos avanzaron por el segundo tramo de la calzada con bandera desplegada, cayendo esta algunas veces por la muerte del que la llevaba y retorciendo algunos pasos las columnas; pero tomando otro la bandera y continuando el avance hasta el terraplén, donde nuestros pocos defensores, aturdidos por el bombardeo, fatigados, desvelados y hambrientos fueron arrojados a la bayoneta sobre las rocas o hechos prisioneros, subiendo una compañía del regimiento de Nueva York a lo alto del edificio, desde donde algunos alumnos hacían fuego y eran los últimos defensores del pabellón mexicano, que muy pronto fue reemplazado por el americano”.

Los niños héroes no son mencionados por sus nombres, pero los alumnos del Colegio Militar, estaban allí, defendieron unos cuantos la posición y fueron muertos unos, y prisioneros otros, dos de aquellos serían a la postre los llamados Macabeos del ejercito conservador Luis G. Osollo y Miguel Miramón, los mejores generales de la facción conservadora.

La torre de cráneos de los sacrificios humanos. Barbarie del imperio mexica. No creían, pero allí está.

Francisco Gabriel Montes Ayala *Colaborador

Fray Bernardino de Sahagún en el libro II de la Historia General de la Cosas de la Nueva España, en su apéndice II ( Editorial Porrúa) hace una relación de edificios del gran templo de México: en el lugar 41 dice lo siguiente: «El cuadragésimo primero edificio se llama Hueitzompantli; era el edificio que estaba delante del cu de Huitzilopochtli, donde espetaban las cabezas de los cautivos que allí mataban a reverencia de este eficio, cada año en la fiesta panquetzaliztli.»

Esta fiesta, «era un día después del mes que se llama ochpaniztli » donde los dueños de los esclavos, sin precisar hombres, mujeres o niños, se preparaban «estas fiestas solo las hacían los mercaderes que compraban los esclavos» estos visitaban a sus familias y las casas de sus dueños «y algunos que tenían buen corazón, y 0tros no podían comer, con la memoria de la muerte que luego habían de padecer«- Dice Sahagún, que los primero cuatro sacrificados era en el juego de pelota «dos a honra del dios Amapan y otros dos a honra del dios Oappatzan, cuyas estatuas estaban junto al Tlachco (juego de pelota), en habiéndolos muerto arrstrábanlos por tlachco- ensangrentábase todo el suelo con la sangre que de ellos salían yéndolos arrastrando-« Asimismo asesinaban a cautivos sin precisar cuantos, «les sacaban el corazón» y mientras algunos peleaban en dos bandos «tomaban luego a los cautivos y a los otros esclavos que habían de morir y traíanlos en procesión alrededor del cu solo una vez» posteriormente Fray Bernardino, narra que «llegando arriba mataban primero a los cautivos, para que fuesen delante de los esclavos, y luego mataban a los esclavos…descendían el cuerpo por las gradas rodando, derramando por ellas la sangre; así hacían a todos los esclavos que mataban a honra de Huitzináhuatl, solos ellos morían, ningún cautivo moría con ellos, matábanlos en su cu de Huitznáhuatl.» esto el primero y tercer día; el cuarto día, los muertos habían sido repartidos para comer y decapitados para ser espetados. Anexados al Hueytompantli. Así se hacía la colección.

Fray Toribio de Benavente dice: » Las cabezas de los que sacrificaban, especialmente tomados en guerra, desollábanlas y si eran señores o principales personas los así presos, desollábanlas con sus cabellos y secábanlas para guardar. De estas había muchas al principio; y sino fuera porque tenían algunas barbas, nadie juzgara sino que eran rostros de niños de cinco o seis años, y causábanlo estar, como estaba, secas y curadas. Las calaveras las ponían en unos palos que tenían levantados a un lado de los templos del demonio; de esta manera: levantaban quince o veinte palos más y menos de largo de cuatro a cinco brazas fuera de tierra y en tierra entraba más de una braza, que eran una vigas rollizas apartadas una de otras cuando como seis pies y todas puestas en hilera, y todas aquellas vigas llenas de agujeros; y tomaban las cabezas horadadas por las sienes y hacían unos sartales de ellas en otros palos delgados pequeños y ponían los palos en los agujeros que estaban hechos en las vigas que dije, y así tenían quinientas en quinientas y de seiscientas en seiscientas y algunas partes de mil en mil calaveras; y en cayéndose una, ponían otras, porque valían muy barato; y en tener aquellos tendales muy llenos de aquellas cabezas mostraban ser grandes hombres de guerra y devotos sacrificadores de sus ídolos»

Actualmente se han descubierto dos columnas circulares de más de cuatro metros de altura que flanqueaban estos postes, compuestas por hileras de calaveras unidas con argamasa. Hasta hoy, se han identificado 655 cráneos humanos: 60% masculinos, 38% femeninos y 2% de infantes.

Pero aquellas que eran solo en columnas de palos, seguramente se perdieron los miles de restos humanos.

Fuentes consultadas:

1.-Historia General de las Cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagú, Libro II, Apéndice II, Editorial Porrúa.

2.-Historia de los Indios de la Nueva España de Fray Toribio de Benavente, Motolinía, Tratado I, Capítulo 9, pág. 42 y 42, Editorial Porrúa

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La muerte del “Centauro del Norte”

Asesinato de Doroteo Arango, mejor conocido como Francisco Villa

Lic. Helena Judith López Alcaraz

En una fecha como esta, pero de 1923, hace 101 años, en Hidalgo del Parral, Chihuahua, fue ultimado el célebre general Francisco Villa, cuyo nombre auténtico era Doroteo Arango. A pesar de la divergencia de opiniones, muchos en su tiempo creyeron que se había tratado de un crimen político cuya autoría intelectual residió en el entonces presidente de México, Álvaro Obregón Salido. Otros lo atribuyeron únicamente a una venganza personal debida a ciertos agravios que el caudillo, famoso por su crueldad, había cometido contra pequeños propietarios y algunos grupos de campesinos.

General Francisco Villa (1878-1923), en realidad llamado Doroteo Arango, famoso revolucionario mexicano. Fotografía: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Después de que Venustiano Carranza de la Garza cayó bajo los proyectiles asesinos en Tlaxcalantongo, Puebla, en mayo de 1920, Francisco Villa fue amnistiado por el gobierno provisional de Adolfo de la Huerta. Decidido a retirarse de la vida militar, estableció su residencia en la hacienda de Canutillo, en su natal estado de Durango, donde estableció una pequeña colonia agrícola-militar.

Francisco Villa en la Hacienda de Canutillo. Fotografía mejorada por la autora.

La conspiración para asesinarlo había sido proyectada ya con bastante anticipación, pero la ocasión para ponerla en práctica no se había presentado. Justo un mes antes, el 20 de junio de 1923, había tenido lugar una tentativa fallida. Un vigilante comisionado por los urdidores informó que había visto salir a Villa, en su coche, rumbo a Parral. Con rapidez, los asesinos se encaminaron hacia el sitio por donde pasaría. Ya en el punto acordado, vislumbraron a lo lejos un vehículo que se aproximaba, y se apostaron para el ataque, con las armas amartilladas. Pero he aquí que, cuando ya estaban por jalar el gatillo, al tener el carro a tiro, se asombraron al percatarse de que ni el conductor era Villa, ni éste iba a bordo. Sería preciso, por ende, aguardar a otra ocasión más propicia.

El segundo intento de arrancar a Villa de la tierra de los vivientes se llevó a cabo el 10 de julio siguiente. Cerca de la una de la tarde, el general paseaba acompañado por tres personas en la banqueta situada enfrente de la casa de los conjurados. Se dio aviso a éstos, quienes dispusieron los rifles y los colocaron en posición de disparar. Justo antes de que se emitiera la orden de abrir fuego, vieron con frustración cómo un grupo de chiquillos que salió del Colegio Progreso pasó junto a Villa. En consecuencia, decidieron esperar.

Antigua fotografía de Hidalgo del Parral, escenario de la muerte de Villa. Fotografía: INAH Chihuahua.

Alboreó el viernes 20 de julio de 1923. Alrededor de las ocho de la mañana, vestido con una camisa caqui, el Centauro del Norte abordó su automóvil Dodge Brothers, de color negro, modelo 1922. Él  se sentó al volante, mientras que su secretario, Miguel Trillo, ocupó el lugar del pasajero. En la parte trasera se sentaron cuatro hombres de su escolta: Daniel Tamayo, asistente de Villa, detrás de Trillo; el jefe de la escolta, Ramón Contreras, a la izquierda; Claro Hurtado, asistente de Trillo, y finalmente Rafael Medrano. Debido a la falta de espacio, el chofer Rosalío Rosales trepó en la salpicadera izquierda. Así, a las 8:05 de la mañana, Villa encendió el sedán y condujo a velocidad moderada.

El automóvil avanzó hacia la esquina de la calle Zaragoza, para posteriormente doblar a la derecha, en la avenida Juárez, rumbo a la plaza del mismo nombre. Esto es, se encaminó directamente hacia los cuartos siete y nueve de la calle Gabino Barreda, donde estaba apostado el conjunto de asesinos.

Al verlo atravesar el callejón Meza, Juan López Sáenz Pardo, quien vigilaba a Villa para asegurarse de que él conducía el carro, sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo rojo con el que simuló limpiarse el sudor de la frente. Sáenz repitió la acción varias veces: era la señal convenida para indicar que Villa iba al volante. Mientras tanto, el caudillo charlaba alegre y amenamente con Trillo.

Por fin, sonó el momento del asesinato. El Dodge bajó la velocidad al acercarse a la esquina de la calle Gabino Barreda, lugar en el que la avenida Juárez topa con los cuartos, para tomar la curva y virar a la derecha. En ese momento, las puertas de dos cuartos se abrieron inopinada y bruscamente. Melitón Lozoya, Jesús Salas Barraza y José Sáenz Pardo salieron disparando sus rifles sobre el Dodge, mientras que el resto de los tiradores se desplegó sobre la calle haciendo llover proyectiles desde ambos costados. Todo ello, de modo ininterrumpido. De acuerdo con el testimonio de Salas, Villa no atinó a decir nada; ni siquiera, en sus palabras, reaccionó.

Imagen de frente del coche donde viajó Villa el 20 de julio de 1923. Actualmente es el objeto más preciado del Museo Casa de Villa en la ciudad de Chihuahua. Fotografía: Museo Histórico de la Revolución. Tomada por Mario Alberto Trillo Corral.

El fuego de los tres rifles impactó el vehículo de frente y por el costado izquierdo, destrozando el parabrisas. El chofer Rosales recibió un disparo en el pecho y rodó de la salpicadera para caer de bruces en el arroyo. Miguel Trillo recibió varias descargas en el tórax. El automóvil no completó la vuelta porque Villa murió al recibir el primer disparo en el pecho y soltó el volante. Malheridos, Medrano, Hurtado y Contreras bajaron por la portezuela izquierda. Daniel Tamayo, por su parte, murió casi en seguida. Hurtado y Contreras, en contraste, alcanzaron a correr hacia el puente de Guanajuato, aunque el primero expiraría, desangrado, al poco tiempo, recargado en uno de los pilares del viaducto.

Estado en el que quedó el volante del automóvil. Alcanza a verse el cadáver de Villa. Fotografía mejorada por la autora.

El Dodge, ya fuera de control, impactó un fresno que estaba frente a la casa vecina a los cuartos. La defensa quedó torcida y el fanal y la salpicadera izquierda se rompieron. El impacto impulsó el coche y lo desvió hacia el centro de la calle, donde permaneció. Entre tanto, aunque muy malherido, Rafael Medrano se ocultó entre los neumáticos y disparó hasta que se le agotaron las municiones. No le fue factible recargar su pistola a causa de la debilidad provocada por el desangramiento, así que determinó fingirse muerto.

Estado en el que quedó el automóvil en el que viajaba el general Villa cuando fue asesinado. El cadáver que se observa en la imagen es de su secretario, Miguel Trillo. Fotografía cortesía de Relatos e historias en México.

Al cabo de poco más de tres minutos, la balacera finalizó. Habían sido disparados casi ciento cincuenta tiros, entre las pistolas y rifles de los homicidas. Una auténtica lluvia de proyectiles. Doroteo Arango, exánime y lleno de sangre, yacía recostado con el lado diestro del rostro recargado en el asiento y la mano siniestra sobre la barriga. En su cuerpo había proyectiles de distintos calibres, incluyendo dos en la cabeza y uno expansivo que le abrió el pecho y le dejó el corazón despedazado. Así fue asentado en el informe de la autopsia, que fue realizada en el hotel Hidalgo, propiedad del difunto general.

Otro ángulo del asesinato, con sendas leyendas en los cuerpos sin vida de Villa y de Trillo. Imagen ampliada por la autora.

El dictamen pericial estuvo listo esa misma noche. Únicamente fueron embalsamados los cadáveres de Villa y de Trillo. Por su parte, el rotulista Alfonso Bravo Herrera sacó unas mascarillas de yeso de los rostros del caudillo y de su secretario, que fueron expuestas en las oficinas de la redacción del periódico local El Martillo, y poco después enviadas a la capital de la república.

A los pocos días, en la parroquia de San José, el párroco Miguel Ramos celebró las exequias. La ceremonia fue presidida por el general Eugenio Martínez, jefe de las operaciones en Chihuahua y compadre del caudillo; su hermano Hipólito Villa y el coronel Félix C. Lara, jefe de la guarnición de la plaza, quienes escoltaron el ataúd.

Especial del diario El siglo, el primero que dio la noticia de la muerte de Villa.

En vida, Villa había mandado edificar un mausoleo en el Panteón de Regla, en la capital de la entidad chihuahuense, para que sus restos reposaran allí. Pero eso no fue posible debido a que el panteón fue previamente clausurado. En consecuencia, el cadáver acribillado fue sepultado en el cementerio municipal de Parral.

Primera plana del conocido periódico capitalino Excélsior, en el que se dio a conocer la muerte de Pancho Villa.

La noticia de la muerte violenta de Villa se difundió cual reguero de pólvora por la República entera, y también apareció en diarios locales, naciones y extranjeros. En Estados Unidos, por ejemplo, casi todos los periódicos hablaron sobre el asesinato en primera plana. También en Europa se publicó al respecto. En Madrid, La Voz publicó que Villa había sido “el terror de los campos mexicanos”, al cual se le imputaban “crímenes y excesos de toda índole” –como nota nuestra, una significativa porción no sólo fueron meras acusaciones–. El Heraldo, también en la capital de la madre patria, asentó que Pancho Villa ya había abandonado su vida de aventuras, pero añadió que, como reza el refrán, “quien siembra vientos es natural que recoja tempestades”.

Primera plana del periódico La Patria, del mismo día del asesinato de Villa, que da fe de lo ocurrido. En uno de los subtítulos se menciona el móvil de la venganza.

La mayoría de los mexicanos, en términos generales, reaccionó con sorpresa al enterarse de que el cabecilla había sido acribillado. Algunos se regocijaron por su muerte, debido a que lo consideraban –no sin fundamento, en honor a la verdad, ya que su fama de bárbaro y sanguinario había sido bien granjeada– un bandido y un asesino de primer orden, y que en el tiroteo habían quedado vengados los inermes habitantes de innumerables localidades que habían sufrido su brutalidad y su fiereza. Para otros, por el contrario, el general había sido un héroe revolucionario genuino, cuyo fatal desenlace había que lamentar y llorar.

Es preciso mencionar que, independientemente de si se trató de un mero ajuste de cuentas de índole personal o si hubo una orden directa de los altos mandos del gobierno mexicano –lo cual, de acuerdo con algunos autores, es lo que sucedió, ya que el primer mandatario toleró o promovió planes para matar al duranguense–, lo cierto es que el asesinato de Pancho Villa fue perpetrado con la doble complicidad de las autoridades locales y federales. Éstas, a todas luces, deseaban quitarlo del camino e impedir que el connotado revolucionario encabezara, en 1924, un levantamiento militar que pusiera en peligro las elecciones presidenciales de aquel año. Y no fue descabellado haberlo visto bajo aquella óptica porque, en efecto, Obregón impuso a su lugarteniente predilecto para sucederlo en la silla del águila: su coterráneo Plutarco Elías Calles.

A fin de cuentas, tal había sido también el objetivo de la rebelión delahuertista: evitar que el segundo sonorense ascendiera al poder por mandato de su antecesor. Sin embargo, a diferencia del homicidio de Villa, que salió a pedir de boca para sus fautores y promotores, el levantamiento de don Adolfo no concluyó bien.

Ahora bien, Jesús Salas nunca dejó de reconocer su responsabilidad material, y aun intelectual, en el asesinato. Prueba de ello reside en los siguientes párrafos, pertenecientes a una carta suya al general Abraham Carmona y citada por Friedrick Katz en la revista Alquimia:

Jesús Salas Barraza, principal asesino de Francisco Villa. Nunca rehuyó su responsabilidad en lo acontecido. Fotografía original del INAH, mejorada y editada por la autora para esta entrada.

“Usted recuerda, mi buen amigo, que muchas veces en conversaciones íntimas que tuvimos cuando estuvo entre nosotros, le relaté con algunos pormenores el sinnúmero de crímenes cometidos por este bandido; entre ellos, ya que prolijo sería enumerar uno a uno los perpetrados en su larga vida de infamia, el siguiente: haber dinamitado una planta eléctrica que costó medio millón de pesos, en Magistral de este estado, dejando en la más completa miseria a más de mil familias que se mantenían con su honrado trabajo en dicha negociación, asesinando de vil manera y con lujo de crueldad a un honrado empleado como lo era Catarino Smith, a quien yo quería como a un hermano. ¿El por qué me erigí en vengador? lo sabe usted de sobra, pues siendo diputado al Congreso Local de esta entidad, representante del distrito de El Oro, en donde con más saña atacó Villa a sus habitantes, natural es que haya dado este paso de importante trascendencia para mi Patria” (Katz, p. 52).

La prensa mexicana dejó de interesarse por la muerte de Villa en muy poco tiempo. Las publicaciones sobre lo ocurrido dejaron de aparecer. Ni el presidente Obregón ni su secretario de Gobernación –que no era otro que el mismo Calles– demostraron mayor atención o preocupación al respecto. Y, hasta cierto punto, era comprensible: un adversario suyo había sido erradicado. En adición, para el momento de su deceso, Villa carecía ya, en sí, de relevancia política o militar, y sus seguidores más leales habían fallecido o lo habían dejado. Tampoco hubo alzamientos ni protestas a raíz de los acontecimientos en Parral.

Antigua tumba de Villa en Parral, Chihuahua, al poco tiempo de su inhumación. Instantánea mejorada por la autora.

Para el lector que desee ver una recreación histórica acertada de los hechos narrados en esta entrada, recomendamos el fragmento correspondiente de la serie Senda de gloria (1987), dirigida por Raúl Araiza y producida por Ernesto Alonso, el “Señor Telenovela” para Televisa. El revolucionario de Durango fue interpretado por el actor Guillermo Gil, ya fallecido.

Como último dato, los restos mortales del general Villa fueron trasladados al Monumento a la Revolución el 20 de noviembre de 1976.

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Fuentes y bibliografía:

Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (2023). Pancho Villa. Semblanza biográfica. Gobierno de México. https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/villa

Katz, F. (2013). El asesinato de Pancho Villa. Alquimia, (47), 50–59. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/alquimia/article/view/1286

Mendoza, R. (21 de mayo de 2024). La verdadera historia detrás del asesinato de Pancho Villa. Revista Muy Interesante (Digital). https://www.muyinteresante.com.mx/historia/39138.html

Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (20 de julio de 2023). Seis datos interesantes sobre la muerte de Francisco Villa. A cien años de su trágico fallecimiento. Gobierno de México. https://www.gob.mx/siap/articulos/seis-datos-interesantes-sobre-la-muerte-de-francisco-villa

Murió Juárez…

Muere el Benemérito de las Américas…… Hoy 18 de julio fallece Pablo Benito Juárez García a la edad de 66 años, catorce años llevaba ya como presidente. Don Benito en 1871 no daba traza de querer dejar la presidencia, no sé si doña Margarita su esposa le haya sugerido que descansara ya, Juárez desechaba esas sugerencias, creyéndolas interesadas, don Benito debe haber repetido aquello de: Los consejos no pedidos los dan los entrometidos…

El 26 de junio de 1871 se efectuó la elección para presidente de la república, para el periodo 1871-1875, tres candidatos había, Juárez, Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. Pues bien Juárez jamás estuvo dispuesto a dejar la presidencia por nada. La tensión entre Juárez y Díaz, culmino en la elección presidencial de 1871, cuando Juárez uso fondos del gobierno y se valió de toda suerte de artimañas para conseguir la reelección. Don Porfirio se lanzó a la guerra con el Plan de Tuxtepec para terminar con el gobierno dictatorial de Juárez. Don Benito afronto con mucha tranquilidad la rebelión de Díaz, las torpezas que cometió don Porfirio obligaron a este salir del país, sin embargo, en el Norte la sublevación había cundido.

El 17 de julio de 1872, don Benito despacho como de costumbre los asuntos de su cargo, dicto una carta a su secretario, no podía imaginar mientras dictaba que la firma que pondría a esa carta sería la última que estamparía en su correspondencia. Decía: Esperamos de un momento a otro la ocupación de Monterrey por las fuerzas unidas de los generales Sostenes Rocha, Ceballos y Revueltas… Y en efecto esa misma noche Monterrey fue abandonada por los del Plan de Tuxtepec, había sido tomada por los juaristas.

Don Benito impasible como una esfinge, desde las 7 de la mañana del 17 de julio, había sentido síntomas iniciales del mal que lo llevo a la tumba, que posteriormente seria descrito por los médicos como una neurosis crónica del gran simpático. Aunque para algunos historiadores contemporáneos, a don Benito fue envenenado con una hierba llamada la ventiunilla, dada en una fiesta por la Carambada mujer enemiga de Juárez. don Darío Balandrano director del diario oficial, cuenta que estaba leyendo en voz alta la nota de un periódico cuando de pronto don Benito se levantó del asiento y se llevó las manos al cerebro haciendo un gesto de dolor. El resto de la jornada trascurrió normalmente.

Al despertar a las 6 de la mañana del 18 de julio de 1872, don Benito se sintió muy mal, tanto que por primera vez en muchos años no pudo levantarse para ir a su trabajo, doña Margarita había fallecido un año y medio antes el 2 de enero de 1871, don Benito a los doctores les dio la orden; a nadie debían decir que estaba en cama. Paso toda la mañana con un dolor cordial, a las 7 de la tarde los malestares se hicieron más intensos, el doctor Alvarado médico de la familia dijo a la familia, el señor presidente está muy grave, por disposición de Alvarado fueron llamados los doctores Rafael Lucio y Gabino Barreda, uno de ellos sugirió un tratamiento que consistía en derramar agua hirviendo sobre el pecho del enfermo a fin de reanimarle el corazón, se procedió a realizar tremenda cura, que causo intensísimo dolor a Juárez. A las 10 de la noche Juárez agravo, los médicos decidieron aplicarle inyecciones de morfina en el lado izquierdo del pecho. A las 11:25 de la noche de aquel 18 de julio de 1872, se recostó sobre su lado izquierdo y puso la cabeza en su mano sobre la almohada. Cerró los ojos, a las 11:30, se agito un momento y un estertor salió de su garganta. Luego su cuerpo pareció aflojarse, el doctor Alvarado se acercó y le tomo la mano, luego, sin levantar el rostro, pronuncio una sola palabra; Acabo…

Esa misma noche se acordó llevar el cadáver del presidente a un salón del Palacio Nacional, antes sin embargo, los doctores Alvarado, Barreda y Lucio, procedieron a embalsamar el cadáver. Don Benito fue sepultado hasta el 23 de julio, en el túmulo mortuorio del difunto no aparecieron símbolos religiosos, si no los de la orden de la masonería. Fue sepultado en el templo – panteón San Fernando, a los dignatarios de la iglesia les habría gustado seguramente impedir el entierro del presidente, en sagrado, pues Juárez fue enconado enemigo del clero y, además murió impenitente. Ya no podían los clericós, sin embargo, hacer tal cosa, pues las Leyes de Reforma habían convertido en civiles los cementerios religiosos….

FUENTE: Conoce México a través de su historia (página de facebook)