Chapala y su entorno, paraíso esplendoroso


Por: Lic. Pedro Vargas Avalos


Chapala y su entorno son fantástico vergel. A ello se debe la visita interminable de paisanos y connacionales, así como la presencia y el arraigo de miles de extranjeros. Esos visitantes procedentes de Jalisco y fuera del Estado, estiman al entorno de Chapala y su lago, como zona esplendorosa, trasunto de un fidedigno edén.
Ser nativo o poblador de este girón paradisíaco, implica el compromiso consustancial de ser auténtico, digno, esforzado, impulsor de los principios cívicos y salvaguarda de la cultura, instrumentos con los cuales se amplifica la fama de Chapala, se realza la fortaleza de Jalisco y se ennoblece a México por entero.
La denominación prehispánica Chapalac, (Chapal-lan), cuyo significado elemental es “lugar empapado”, a fines del siglo XVI ya había evolucionado suprimiéndosele la consonante final, y de allí hasta siempre, el nombre de Chapala implica belleza, feracidad y complacencia. Esto no excluye lo que afirmaron hace siglos, los cronistas Fr. Antonio Tello y Fray Francisco Mariano de Torres: que un cacique coca (o cazcán) del lugar, se llamó Chapa o Chapal, y por ser bien querido de la gente, en su memoria la población se denominó Chapalac, o sea, “el lugar de Chapal”.
Lo anterior explica el nombre del pueblo, pero ¿Dónde queda y cómo surgió la denominación de la laguna? Esas interrogantes las resuelve el antedicho padre Tello, quien ubica geográficamente el lugar, al decirnos que el pueblo de Chapala está a ocho leguas de Guadalajara, entre oriente y sur, al pie de una serranía muy grande que tiene al norte, y junto a la gran laguna llamada “Mar Chapálico”, a la cual en belleza no le iguala la de Maracaibo, Venezuela, y ni siquiera la llamada Mar de Tiberíades, el lago donde deambuló Jesucristo. Nuestro insigne cronista realza además de la hermosura de la laguna, el pescado blanco y el bagre que produce, en cantidad tal que aseguraba sería suficiente para abastecer a la hermosa Perla Tapatía. En cuanto al nombre del lago, lo atribuye a que antiguamente Chapala era la cabecera de la ribera, “por el mucho gentío que en tal pueblo estaba congregado” y así, aunque hay numerosas poblaciones, no se llamó sino como se denominaba la principal de ellas, quedando para siempre como Lago de Chapala. Sobre los habitantes del lugar, los describe como hombres de gallardía y bien constituidos; en cuanto a sus mujeres, asegura que poseían tan atractivas formas, que no tenían comparación, a tal grado que, de todas las comarcas Mesoamericanas, ninguna les aventajó en sus encantos.
Al respecto, el gentilicio de los habitantes de la ribera es el de “chapalteca” vocablo que engloba tanto la “identidad” como el “apego al terruño” y el “orgullo de ser de Chapala”, lo cual implica ser auténtico, eufórico, trabajador, impulsor de los valores culturales, cívicos y sociales, atributos con los cuales engrandecen a Chapala, enaltecen a Jalisco y ennoblecen a México.
El entorno chapálico resulta esplendoroso: Presenciar, gozar un atardecer en el mágico Ajijic, es transportarse al infinito; recorrer San Juan Cosalá, rumbo a Jocotepec, nos proyecta a la excelencia; y en este antiguo poblado, podemos experimentar su singular muelle de madera.
Transitando por este lado occidental de la laguna, se arriba al risueño pueblito de San Luis Soyatlán, de bulliciosos atardeceres. Luego se llega a la tierra del invicto prócer Ramón Corona, el apacible Tuxcueca. Más allá, avistamos a Tizapán el Alto, recio límite jalisciense del vaso chapálico.
Por la otra parte de la laguna, viniendo de La Barca, cuna de las refrescantes “cazuelas” que son una delicia para la garganta, se arriba a Jamay, repleto de pesca y folklor, para luego admirar al dinámico Ocotlán, ejemplo de progreso, y junto a este, apreciar al sosegado Cuitzeo, pueblito de Poncitlán. Ya en este municipio, se arriba al autóctono vecindario de Mezcala, desde el cual se hace el viaje lacustre a la célebre isla de su nombre, donde es obligado contemplar sus sólidas construcciones del siglo XIX.
Observando lo que fue el Fuerte de Mezcala, es preciso hacer un alto, para meditar sobre el excelso heroísmo de los insurgentes que allí, del año de 1812 al de 1816, derrochando gallardía, fiereza y organización guerrera lucharon por la independencia de México, permaneciendo imbatibles no obstante sus desventajas en armamento y equipaje, frente a los realistas ibéricos, quienes, poseyendo muy superiores bagajes bélicos, nunca vencieron a nuestros denodados patriotas. Vaya un recuerdo de honor a los gloriosos Encarnación Rosas, Marcos Castellanos y José Santana, columnas de esa gesta libertaria jamás vencida, única en la lucha por la independencia en toda Latinoamérica.
De retorno por la fértil exhacienda de San Nicolás de Ibarra, a la citadina Chapala, hay que saborear su gastronomía, acudiendo a sus populares fondas, al concurrido mercado, sus calificados restaurantes, abrigadores hoteles y residencias de descanso. Aquí comer es un arte: fácil de escoger, abundante y sabroso a la vez, es complicado probar de todo, por lo variado de sus platillos, alimentos generalmente preparados con las especies del lago: picosos charales, sazonado caldo michi, antojadizo bagre, suculento pescado blanco, exquisito caviar, birria tradicional, apetitoso ceviche, etc., que se coronan al final con algún dulce típico.
Entre los edificios que se deben visitar en la agraciada Chapala, está la ahora rejuvenecida estación que fuera la oficina del Ferrocarril de Chapala, inaugurada en 1920, la cual simboliza un sueño de los chapaltecos, ahora convertido en Centro Cultural González Gallo. El inmueble es elocuente testimonio de la arquitectura local; sobre ello, afirma un cronista laguense, que fue diseñado por el Arq. D. Guillermo de Alba, siendo una “pequeña gran obra de arte y es tal vez, el edificio más importante que diseñó el Arquitecto de Alba, después del Hotel Fénix de Guadalajara”.
También se debe acudir a la multicentenaria parroquia de San Francisco y al viejo palacio municipal, ahora local de cultura. Asimismo, debe presenciarse la nueva presidencia, que fuese décadas atrás un hotel afamado. Y muy cercas, está el punto cervecero donde triunfó el notable Mike Laure, de inolvidables éxitos musicales. Allí se prosigue un paseo por el muelle y luego se recorre el parque de la Cristianía.
El municipio de Chapala, ostenta dos nombramientos de enorme valía: tener el pueblo mágico de Ajijic, cuyo clima es aclamado como el segundo mejor del mundo entero, y el título de “SEÑORIAL E INSIGNE CIUDAD” que se otorgó a la cabecera municipal, por el “trabajo permanente, fructífero, generoso y ejemplar de integrantes de la sociedad civil al que se ha sumado la autoridad municipal de Chapala para la defensa, limpieza, redignificación y conservación del emblemático Lago de Chapala así como de la preservación y enriquecimiento de su legado cultural”. El galardón representa un homenaje para su población y sus autoridades, un orgullo y compromiso compartido también por todos los jaliscienses y aun los millares de visitantes que a diario disfrutan de los atractivos de Chapala y su entorno esplendoroso.

Como agua para chocolate. Bella y melancólica historia mexicana

PATY ROGEL

Hablemos hoy de:

*La escritora mexicana Laura Esquivel y su novela «Como agua para chocolate», una bella y melancólica historia, llena de referencias de la cultura mexicana.

Publicada en 1989, «Como agua para chocolate» es una novela de realismo mágico y ficción histórica, con un título que se ha vuelto un clásico.

La historia se desarrolla a inicios del siglo XX, durante la revolución mexicana, en el norte del país, en la casa de una familia adinerada en la que el padre ha muerto.

Laura Esquivel nos cuenta la vida de Josefita “Tita”, la menor de las tres hijas, de doña Elena de la Garza, una viuda dura, difícil y poco amorosa que le ha conferido una severa sentencia a su hija más pequeña. Una costumbre familiar y social injusta que le rompe el corazón a la pobre de Tita.

  • «Indudablemente, tratándose de partir, desmantelar, desmembrar, desolar, destetar, desjarretar, desbaratar o desmadrar algo, Mamá Elena era una maestra».

«Como agua para chocolate», además de describirnos la vida de una familia tradicional, Laura Esquivel trae a la obra la gastronomía mexicana con doce recetas a lo largo de la historia de Tita, sus dos hermanas, su madre, su nana y algunos caballeros involucrados con ellas.

Cada capítulo hace referencia a un mes del año, describiendo una elaboración en la cocina, algo tan real como importante, ya que cada platillo preparado en la cocina hace que Tita cruce el límite entre lo real y lo fantástico.

Realismo mágico y gastronomía mexicana, una exquisita combinación que hace de «Como agua para chocolate» una novela fascinante.

Desde su nacimiento Tita está en la cocina, ahí comienza su vida, entre los vapores de los caldos de gallina, entre el olor del ajo y la cebolla, el café reciente tostado, y los aromas de los postres con un toque de canela y miel.

  • «La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse a donde quiera que fuera, los sabores y olores de la casa materna».

Pero Tita ve truncados sus anhelos de formar una familia, su vida se ha reducido al cuidado de su madre y en ayudar en los quehaceres de la casa, entre ellos cocinar para la familia.

  • «Inclusive se convertían en motivo de diversión, a tal grado que durante su niñez Tita no diferenciaba bien las lágrimas de la risa de las del llanto. Para ella reír era una manera de llorar».

Gracias a que su nana Nacha, Tita sobrevive a su suerte, Nacha le enseña todos los secretos de su arte y habilidad en la cocina, es así como Tita encuentra en la cocina un espacio para ser feliz y darse algunos breves respiros de la opresión materna.

  • «Necesito una respuesta en este momento, el amor no se piensa, se siente o no se siente».

En la boda de su hermana, Tita cocina el pastel de bodas, es un momento de profunda tristeza para ella, sus lágrimas caen en la masa y quienes lo comen se contagian de la melancolía con que Tita preparó aquel pastel, como si la comida quedara impregnada del sentimiento por el que ella está atravesando.

  • «Cuando se habla de comer, hecho por demás importante, sólo los necios o los enfermos no le dan el interés que merece».

Otra de sus experiencias en la cocina, es el gusto con que Tita cocina y elige cuidadosamente cada uno de los ingredientes, reflejando su amor y sentimiento en unas deliciosas codornices en salsa de pétalos de rosa, la emoción y deseo reflejados en la cocina, que se transmite en los comensales que degustan fascinados del arte culinario de Tita, esto trae como consecuencia, la intrépida huida de Gertrudis con un revolucionario de quien se enamora, cabalgando desnuda a pelo de caballo, luego de haber probado las codornices, que fueran la causa de esa decisión arrebatada.

  • «Este, es un placer de los dioses».

Pocas cosas son tan tradicionales como la cocina de un lugar o una cultura. Más aun la de las recetas familiares que alimentan a generaciones y son más que pasos a seguir. Se convierten en un ritual que conlleva responsabilidades y obligaciones específicas, para lograr el resultado final: el deleite, la degustación de aquella elaboración culinaria que ha sobrevivido generación tras generación.

Estas tradiciones son los extremos de la novela, por esas tradiciones familiares, Tita odia y ama, llora y ríe, se resigna y se va, se afianza y pierde la razón, vive y muere. Las tradiciones familiares la mantienen oprimida y triste, mientras que las tradiciones culinarias le proveen de felicidad y de una verdadera familia con las mujeres que la crían y acompañan, como la nana Nacha, la cocinera, su hermana Gertrudis, y Chencha, la empleada doméstica. Ellas son su verdadera familia y la cocina es su vida y amor, que le permiten acercarse a todo lo que no le permiten tener.

«Como agua para chocolate» es una novela llena de acontecimientos memorables, acompañadas de platillos deliciosos. Algunos de estos momentos son sencillos y cotidianos, en medio de la tranquilidad de la cocina de una casona, otros, más peculiares y fantásticos.

  • «El secreto de la existencia humana no consiste sólo en poseer la vida, sino también en tener un motivo para vivir. El hombre que no tenga una idea clara de la finalidad de la vida preferirá renunciar a ella, aunque esté rodeado de montones de pan y se destruirá a si mismo antes que permanecer en este mundo».

«Como agua para chocolate» es una historia melancólica, la difícil situación de una mujer que se consume entre las costumbres de su familia, el respeto por la figura materna, el dolor tras las resignación y el amor que sobrevivió a una suerte desdichada, en medio de esa dura decisión que le cambio la vida hasta destrozarla.

  • «Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca».

De sencilla lectura, Laura Esquivel nos cuenta, como Tita, vive sus tormentos, sus amoríos y la relación con su familia, todo entre los fogones de una vieja cocina donde se traduce la pasión y el amor reprimidos por la dura moral de una familia mexicana.

«Como agua para chocolate» de Laura Esquivel.

Novela de realismo mágico.

Imperdible.

Libros de Texto. Una opinión de…

Raúl Rojas G. Premio de la cultura y las artes 2015

«Los libros de texto gratuitos para las escuelas primarias en México existen desde principios de los años sesenta. En el archivo histórico de la CONALITEG (Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos) se pueden consultar las diversas ediciones que ha habido desde la generación 1960. Todos los hemos tenido en las manos y era siempre un momento especial cuando se nos entregaban al principio del año escolar.

En los últimos meses se ha criticado la desaparición tanto del libro de matemáticas como de español para el primer año de primaria en la edición 2023 de los libros de texto. Las protestas de especialistas y padres de familia no han tenido mayor resonancia y aparentemente la SEP impondrá su nuevo modelo educativo a rajatabla, sin haber tratado de alcanzar antes un consenso con las diversas entidades federativas ni con los actores involucrados en la educación de los niños. El caso del libro de matemáticas es lamentable por muchas razones.

Lo que se pierde al desaparecer el libro de matemáticas del primer grado. Una tradición de 63 años, a lo largo de los cuales la importancia asignada a la materia fue creciendo paulatinamente. Ahora, con los nuevos libros de texto para el primer grado, elaborados por la Dirección de Materiales Educativos de la SEP, no hay ninguno asignado a las matemáticas. Ahora habrá dos libros con material educativo (“Nuestros Saberes” y “Múltiples Lenguajes”) y tres libros sobre proyectos que el maestro puede organizar en el aula, en la escuela o en la comunidad. Los dos libros de material educativo consisten en cápsulas de dos o tres páginas cada una, sin ningún orden discernible. Se pasa de las abejas al código Braille, a ejemplos de algunas figuras geométricas, a cuestiones de igualdad social, etc. Es una desordenada Wikipedia de cápsulas didácticas. La idea de la “nueva escuela mexicana” es que el maestro ya no enseñe materias específicas, sino que trabaje en proyectos con los alumnos. El maestro selecciona de las cápsulas aquellas que se necesitan para el proyecto, por ejemplo, la cápsula 20, la 45 y la 53, y así los niños supuestamente aprenderán español y matemáticas. De pasadita, mientras resuelven problemas sociales.

La realidad es que en el libro “Nuestros Saberes” cuando mucho 11 páginas están dedicadas a algo que se pudiera llamar matemáticas, además de que hay muchos errores conceptuales. Es inútil buscar en sus páginas un enfoque sistemático de los diversos temas que antes cubría el libro de matemáticas. No hay una sola página con espacio para resolver ejercicios numéricos o geométricos. No se necesita ser experto para saber que operar con los números y resolver problemas matemáticos no es algo que se aprenda en una mañana y ya. Hay que ejercitar y ejercitar (y ejercitar de nuevo) lo aprendido, con diferentes números y planteamientos hasta que se logra la destreza necesaria para resolver cualquiera de esos problemas de manera segura. No hay materias, en los nuevos libros no encontramos más que fragmentos de la materia matemáticas, ésta desaparece bajo un cúmulo de “saberes” destinados a ser integrados en los proyectos “sociocríticos” propuestos en los tres libros de proyectos».

Lo fatídico de la “Nueva Escuela Mexicana” no es solamente que prácticamente elimina a las matemáticas de los nuevos libros de texto, sino que todo eso se incrusta en un modelo que no es pedagógico sino político. De acuerdo con los documentos de la SEP, lo que se tendrá ahora en el salón de clases es una “ecología de saberes”, en donde el método científico no será preponderante. Se le contrapondrán “saberes” alternativos, “contrahegemónicos”, por ejemplo, los saberes de los pueblos originarios. Esas “epistemologías del Sur”, léase de los pueblos oprimidos, van a alfabetizar al pueblo y a concientizarlo al mismo tiempo. Son resabios de la “pedagogía del oprimido” de Paulo Freyre, ahora aplicado al nivel de todo un país como México.

El problema de la “nueva escuela mexicana” es que va a dañar sobre todo a las clases populares. La clase media ya hace tiempo que huyó hacia las escuelas privadas y ahí los nuevos libros de la SEP acabarán en el bote de la basura. Para las matemáticas las escuelas particulares van a usar cualquiera de los libros de muy buena calidad que venden editoriales mexicanas y extranjeras. La brecha de aprovechamiento escolar entre las escuelas públicas y las privadas seguirá aumentando. De hecho, en México se podría decir que tenemos un apartheid educativo, que solo se profundizará ahora que la SEP decidió que los libros de texto gratuito fueran guillotinados. ¿Y le importa eso a los responsables de los materiales educativos?

La idea rectora de la “nueva escuela mexicana” es, como dijimos arriba, la “ecología de saberes”, que no incluye necesariamente materias concretas, como el español y las matemáticas, sino consiste en estimular una aproximación intuitiva a la realidad a través de los proyectos sociocríticos. Es una ideología en la que no cabe el aspiracionismo ni el método científico. Evaluaciones de aprovechamiento escolar o de los maestros se califican de punitivas. Diferencias entre los estudiantes tampoco deben ser.

Una historia de los nuevos libros de civismo, ya utilizados en 2022, ilustra muy bien las cosas: en una carrera de educación física entre cinco estudiantes, el que lleva la delantera se detiene para que lo alcance el que va en segundo lugar. Los dos esperan a los que van en tercero, cuarto y quinto lugar. Ya todos juntos, corren hacia la meta y al llegar se abrazan. En la “nueva escuela mexicana” hay que nivelar el rendimiento escolar hacia abajo para que no haya disparidades, para establecer así una igualdad en la ignorancia.

Pd este último párrafo considero responde a una inclusión mal entendida; no se puede radicalizar. La atención a la diversidad y la equidad debe guardar un equilibrio con la competitividad y la aspiración al alto desempeño… Recordemos que la atención a las aptitudes sobresalientes también es inclusión y que el aprendizaje colaborativo busca la mejora entre pares no la condescendecia.

Créditos Fernanda Aragón Romero

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El edificio de la Fonoteca Nacional historia colonial

La Casa Alvarado es la sede de la Fonoteca Nacional, un edificio del siglo XVIII construido con influencia andaluza y morisca declarado monumento histórico por la Dirección de Monumentos Coloniales el 27 de abril de 1932. Dicho inmueble, pese a las creencias populares, no guarda relación con Pedro de Alvarado. Hasta 1904 llevó el nombre de Quinta Rosalía, pero una de sus dueñas encontró el apellido Alvarado en los documentos antiguos de propiedad del inmueble y decidió poner el nombre de Casa Alvarado al exterior de la casa.
Previamente, el inmueble ha tenido diversas funciones: biblioteca de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, librería de la Secretaría de Educación Pública, sede de la Enciclopedia de México, de la Dirección de Estadística, y de la Fundación Octavio Paz. Asimismo, de diciembre de 1997 a abril de 1998, fue residencia de Octavio Paz y falleció en el inmueble.
El 4 de agosto de 2004, la Secretaría de la Función Pública cedió —en calidad de comodato— la Casa Alvarado al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, para ser la sede de la Fonoteca Nacional. En septiembre de 2005 iniciaron las labores de restauración en las que especialistas (arquitectos, historiadores y restauradores) le devolvieron sus condiciones arquitectónicas y colores originales. Además, se rehabilitó su jardín histórico gracias al proyecto del arquitecto holandés Keess Van Roij quien le devolvió la vegetación característica de Coyoacán.

Fuente: Virreinato de la Nueva España. Arquitectura.

El Señor del Perdón de Cojumatlán, suspendida la fiesta del 3 de mayo

Francisco Gabriel Montes* Colaborador.

Imagen archivo. MIC Fotografía.

La devoción al Cristo cojumatlense nace prácticamente hace 117 años como tal, olvidándose en el tiempo, su antiquísima advocación del Cristo del Camichin. La famosa imagen del destierro, así también llamada, porque durante la guerra de la Independencia, fue prisionero de los españoles y enviado al pueblo de Chapala después de quemar los realistas Cojumatlán en el año 1815. Posteriormente, fue rescatado por las tropas de José Santana que derrotó y mató a 40 dragones en Chapala; el Cristo fue llevado a la Isla de Mezcala donde estaba el cura Marcos Castellanos y estuvo allá hasta noviembre de 1816. Hoy, todavía existe una réplica del Cristo del Camichin, en el templo de Mezcala de la Asunción, que recuerda el hecho de que aquella imagen estuvo en la capitulación honrosa de la isla..

2008. Video del Portal Cojumatlán de Régules.

La multitud, lo impactante del sonido de las danzas y una impresionante fe, no solo de peregrinos de Cojumatlán, sino de los pueblos ribereños del occidente del lago de Chapala,  se ve regularmente, en esta festividad del 3 de mayo, cuando el cristo es llevado por las antiguas calles del pueblo.

El Padre Heliodoro Moreno llegó a Cojumatlán el 22 de mayo de 1902, como Vicario Fijo, el siguiente año, aquel sacerdote sahuayense decidió que no se le celebraría más su fiesta como venía celebrándose el 25 y 26 de febrero, sino que haría la fiesta el 3 de mayo y se le nombraría Señor del Perdón.

Unos años más tarde, en 1928, fue también desterrado por el gobierno callista durante la persecución y fue llevado a Jamay, donde estuvo por casi 7 meses al cuidado de los jamaytecos y cojumatlenses desterrados en la Cristeada en la casa de don José Bañuelos. Así nace la tradición del Señor del Perdón, en los pueblos ribereños, del Cristo del destierro, pero que siempre llega al corazón del pueblo ofreciendo el perdón y la misericordia.

Este año, desgraciadamente por la contingencia sanitaria, determinó el señor cura de aquel lugar el Padre Alejo Figueroa, no hacer la fiesta del famoso y milagroso cristo de Cojumatlán, sin embargo la fe en este cristo que rescata no solo la historia de la fe de esta comunidad, sino de toda la ribera del lago de Chapala y sus pueblos, se lleva en los corazones y este tres de mayo desde el altar de cada casa, se estará dando culto al Señor del Perdón.

Copyrignt©Francisco Gabriel Monte México 2020

Fundación de San Juan Guaracha. 453 años de vida.

Candy García Vázquez *Colaboradora y Cronista de Guaracha, Michoacán; Vicepresidenta de la SMHAG y Secretaria Técnica del estado de Michoacan de la Asociacion de Cronistas Jalisco Michoacán.

Lo que fuera después de 143 años de vida, el pueblo de San Juan Guaracha, se convirtió en el latifundio más grande e importante  del occidente de la intendencia de Valladolid, y luego del estado de Michoacán, hasta hoy, ha sido objeto de estudio de propios  y extraños, la famosa Hacienda de San Juan Guaracha.

 En el Archivo General de la Nación  existen los cuadernos de las Haciendas de las Guarachas, donde aparecen mercedes desde 1540 de diversas estancias que al juntarse formaron este conjunto de haciendas.

Pero en el 5º. Cuaderno están las escrituras de Guaracha, en que se asentó que Hernando Toribio de Alcaraz y Ruiz “El Viejo” le fue otorgada la primer merced que dice a la letra:

“una estancia de ganado mayor y menor, en término de Guaracha (en aquel tiempo era San Miguel Guaracha hoy Villamar) una legua de dicho pueblo, poco mas o menos en una fuente de agua su fecha 21 de abril de 1567”.

Así nace el pueblo de San Juan Guaracha, con el nieto de don Pedro Ruiz de Guadalcanal, soldado de Hernán Cortés que compró las partes más amplias de lo que sería Guaracha, también el emporio de La Palma, sería él y sus descendientes quienes fundarían la mayor parte de los pueblos de la ciénega de Chapala. Dos años antes La Palma, 5 o 6 años después El Platanal y unos más tarde San Antonio.

La fundación del Pueblo de San Juan Guaracha, se hizo en el famoso ojo de agua que hoy sigue produciendo agua en el actual Guaracha, en una merced dice: 

“ el sitio de estancia en un peñasco grande junto a una cañada quebrada en unos manantiales que dicen se llaman Atlihuaque... que corre por unos llanos hacia la ciénega”

Los documentos del 5º. Cuaderno, nos muestran 9 mercedes, 13 compraventas y 17 gestiones que están escritas entre las fojas 157 y la 164 del expediente. Comprenden los años de 1569 a 1619 en que se conforman las haciendas de Guaracha. El Archivo General de La Nación, nos otorga también una serie de documentos que describen de 1620 a 1780 más de 8 volúmenes, con más de 135 mercedes, 250 compraventas y más de un centenar de litigios entre comunidades indígenas a saber de otros documentos más que generó la hacienda.  

Fueron dueños de 1620 a 1720, un siglo completo,  las familias de  los Andrade y  los Salceda, descendientes de los Alcaraz Ruiz,  quienes sus últimos dueños fueron los apellidados Salceda Andrade;  de 1720 a 1790 la familia del capitán Fernando Villar Villamil que tenían posesiones por mas de 140 mil hectáreas y diversas haciendas en zonas de hoy estado de Michoacán y Estado de México, de un incalculable valor y de mucho dinero de por medio, como podrá verse.

Guaracha el enorme latifundio,  comenzó a desmembrarse hacia 1760 cuando se dividió el emporio en dos latifundios,  por la sucesión de la testamentaria que dejara el capitán Fernando Villar Villamil a sus dos únicas hijas: Guaracha que quedó como poseedora de tierras del sur,  y  hacia el norte la hacienda de Buenavista cuyo dueño era don  Gabriel Castro y Osores casado con una Villamil. Mas tarde Buenavista quedaría para los Mora y luego a Francisco Velarde y de la Mora y por último a los Martínez Negrete.

 De 1790 a 1811 su dueño fue Francisco Victoriano Jaso quién murió ajusticiado en los primeros meses de la guerra independentista, por los insurgentes al mando del hacendero de La Palma, Don Luis Macías; a la muerte de él, la  heredó a su nieto Diego Moreno Jaso, capitán de milicias realistas y a la postre Gobernador de Michoacán, Senador de la República Central, Diputado varias veces. Los Moreno la tuvieron en su poder hasta 1936 y fueron albaceas Antonia Moreno Depeyré, Diego Moreno Leñero y Manuel Fernando Moreno.

Guaracha, por más de 300 años, dominó los pueblos de la región, litigó, despojo a las comunidades indígenas y fue un ejemplo de la tiranización y de  esclavitud de los pueblos indígenas, de los afroamericanos y las castas. Por el odio a Guaracha, los habitantes de la zona participaron en casi todos los movimientos sociales del siglo XIX y siglo XX. Pero también, los papeles que hoy solo guardan el recuerdo de este enorme latifundio, solo sirven como la fuente de riqueza histórica y documental que contienen una historia fabulosa, de una vida que se fue.  

©Yuriana Candelaria García Vázquez- México-2020

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