Un tetramorfo o, según el Diccionario de la lengua española, tetramorfos (del griego τετρα, tetra, «cuatro», y μορφη, morfé, «forma») es una representación iconográfica de un conjunto formado por cuatro elementos.
La más extendida de estas es cristiana, que los asocia con los cuatro evangelistas, aunque esta tradición se remonta al Antiguo Testamento, cuando el profeta Ezequiel describió en una de sus visiones cuatro criaturas que, de frente, tenían rostro humano y, de espaldas y en cada lateral, tenían rostro animal (Ezequiel 1:10). Una visión muy similar aparece en un pasaje del Apocalipsis de Juan (Apocalipsis 4:1-9) que describe a cuatro ángeles zoomorfos que rodean al pantocrátor.
Los tetramorfos y el pantocrátor son una constante del arte medieval, tanto en escultura como en pintura, sea mural o en códices miniados.
«Para recuperar nuestra herencia indígena, obviamente no vamos a destruir la otra mitad que es nuestra herencia europea. Los grupos indigenistas nos piden que demolamos todas estas joyas arquitectónicas de nuestro patrimonio artístico histórico para conocer la antigua Tenochtitlan.»
Ciudad de México «fue la urbe europea más importante de ultramar, es decir, una capital española en el continente americano. La Ciudad de México tuvo la primera imprenta de América, la segunda universidad de América, los primeros periódicos, las primeras revistas científicas, el primer ballet, la primera academia de cirugía…»
«La capital de la Nueva España tenía 170.000 habitantes en su máximo esplendor. En pocas palabras, eso significa que durante todos estos siglos ha sido una megalópolis con una influencia en un territorio gigantesco.»
«En mi caso personal, tengo muy definido mi mapa genético, y como la mayoría de los mexicanos soy un ejemplo del mestizaje. El 46% de mi sangre es española, de la península ibérica. Mi familia es de Chihuahua, en el norte de México, en la frontera con Estados Unidos, y aproximadamente otro 44% de mi sangre es indígena, específicamente apache, del norte.»
«Por eso yo no veo que tenga mucho sentido este asunto( las exigencias por parte del gobierno mexicano para que la corona española se disculpe), sobre todo cuando la conquista sucedió hace ya más de 500 años. Siempre ha habido una relación estrechísima con España y lo que queremos es que eso se incremente, porque ha sido una relación beneficiosa, gestada en un momento dramático como fue la conquista, pero que tiene su lado virtuoso.»
«La conclusión a la que llega uno es que nosotros no somos nadie para hablar de la violencia del pasado, sobre todo en estos momentos tan brutales. La violencia actual en mi país, en México, es atroz, con decenas de miles de desaparecidos. ¿Cómo desde el presente vamos a regañar al pasado cuando la violencia que hay en la actualidad rompe todos los récords?… Como científico, no puedo negar que los mexicas eran sumamente violentos, y practicaban el sacrificio humano, pero tampoco eran esos brutales sacrificadores como los que han pasado a la historia.»
Un mexicano puede mirar con orgullo a esa herencia española de más de tres siglos » porque nosotros somos el resultado de la confluencia de esas dos herencias, de esos dos flujos constantes y vigorosos que son la tradición indígena y la europea. Yo vivo en el sur de la Ciudad de México pero trabajo en el centro histórico, y nos enorgullece ese espacio que está repleto de toda esta tradición europea colonial, arte barroco, arte neoclásico, edificios excelsos, conventos, iglesias… Y son nuestros. Es nuestra herencia, nuestro ser, que sin duda es el ser español.»
Leonardo López Luján, arqueólogo e historiador mexicano. Director e Investigador del proyecto «Templo Mayor» del INAH. Actualmente es uno de los principales investigadores de las sociedades prehispánicas del Centro de México y de la historia de la arqueología.
Extracto de entrevista. Publicación elaborada por Raíces Hispánicas
*El espejo del Cerro Loco en la Ciénega de Chapala.
Francisco Gabriel Montes Ayala
La leyenda negra contra España, afirma que los españoles cambiaban espejos por oro, que despojaban a los indígenas de sus pertenencias, siendo falsa la información, pues los naturales ya hacían y conocían los espejos con una talla perfecta, que según estudiosos podía llevar de 800 a 1200 horas de trabajo de tallado.
Fray Bernardino de Sahagún, nos cuenta en su Libro XI lo siguiente: «Hay en esta tierra piedras de que se hacen espejos; hay venas de estas piedras y minas de donde se sacan. Unas de estas son blancas y de ellas se hacen buenos espejos, (y) son estos espejos de señores y señoras; cuando están en piedra parecen pedazos de metal; cuando los labran y pulen son muy hermosos, muy lisos, sin raza ninguna, son preciosos y hacen la cara muy al propio.
Hay otras piedras de este metal que son negras cuando las labran y pulen; hácense unos espejos de ellas que representan a la cara muy al revés de lo que es: hacen la cara grande y disforme y todas las particularidades del rostro muy disforme. Lábranse estos espejos de muchas figuras unas redondas y otros triangulados, etc. » Tal es el relato del Fray Bernardino,
El investigador Pedro Barrera, dice: «te comentamos que las civilizaciones que habitaban en la región deMesoamericacompartían tradiciones, calendario, ubicación de monumentos y dioses similares. Incluso, la técnica de siembra conjunta de maíz y frijol, es una muestra de conocimientos compartidos. Uno de los objetos en común que se utilizaron para definir esta región fue el hallazgo de espejos. Eso sí, estos espejos no eran utilizados para verse, arreglarse u otro uso cosmético.«
El espejo del Cerro Loco en La Palmade Jesús, Michoacán. Hace ya muchos años que investigando en el Cerro Loco un lugar muy cercano a La Palma, descubri un espejo de Pedernal, o Tzinapo, redondo, completamente liso y plano, encontraba muy cercano al cerro en una tumba. El espejo tiene un diámetro de 4 y medio centímetros. Refleja la imagen real, tal como se ve y estando en un lugar iluminado es totalmente visible lo que refleja .
Huandacareo o La Nopalera está emplazado sobre una loma al noroeste del lago de Cuitzeo. Una de sus características principales es que para su construcción fue necesario acondicionar el suelo mediante muros de contención, así como mover una significativa cantidad de material de relleno. Se trata de un destacado ejemplo de aprovechamiento del terreno, pues los muros que se observan, sobre todo en el sector suroeste, aunque parecieran no tener sentido, evitan que la superficie así obtenida no colapse por el peso. Todo ello implica, además, que para la obtención de estos espacios fue preciso movilizar una cantidad importante de mano de obra. A partir de los trabajos arqueológicos se ha establecido que la zona tuvo al menos dos momentos de ocupación, ambos muy distintos entre sí.
Durante el primer periodo La Nopalera fue un típico asentamiento del lago de Cuitzeo, es decir, un poblado pequeño que no se encontraba ligado a un señorío o ciudad que concentrara el poder en la región. No obstante, en el sitio observamos elementos que nos indican la adopción de elementos arquitectónicos del Bajío, como el patio hundido y diversas cerámicas decoradas.
Asimismo, en las tumbas localizadas en el sector suroeste se descubrieron cerámicas con decoración y motivos de inspiración teotihuacana, y algunos de los individuos ahí sepultados estaban ataviados como personajes de esa gran urbe del centro de México. Lo anterior indica que la región era un crisol donde convivían diferentes tradiciones culturales, pero manteniendo una identidad propia.
Ya entrado el segundo milenio, La Nopalera funge como un sitio administrativo del Señorío Tarasco. A partir de ese momento se observan una serie de modificaciones en los espacios y formas de sepultar a los muertos, al tiempo que aparecen nuevas tecnologías, como el trabajo del cobre. El registro arqueológico señala que el lugar pasó por un periodo de abandono y posteriormente fue modificado por sus nuevos moradores.
FUENTE: Mediateca del INAH, contenido y Fotos. D.T.A. del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.