Francisco Gabriel Montes Ayala
En el siglo XIX durante el porfiriato, era imposible hablar mal del presidente Benito Juárez. Se comentaba que los escritores que se atrevían a escribir algo adverso a su figura, desafiando la historia oficial, se exponían decía Zubieta y Quevedo: “a los ataques materiales del esbirro y los morales o inmorales del insultador” y se enfrentaban a un aluvión de amenazas, persecuciones y ser señalados como traidores a la patria.

Me llamó mucho la atención para escribir esta colaboración, cuando encontré en un periódico del siglo XIX, que se llamaba La Voz de México del día 22 de julio de 1898, un artículo titulado: “La Prensa Católica y la Manifestación a Juárez”, donde se habla de las actividades que se desarrollaban en aquel año, por la figura patríotica del presidente. En aquella colaboración periodística, el autor, expresa lo siguiente: “Nuestro silencio respecto a Juárez, ha sido impuesto por la fuerza bruta. El liberalismo mexicano ha declarado, con ayuda de la policía, que Juárez está fuera de toda crítica de la Historia. Los famosos proclamadores de la libertad de imprenta y de pensamiento han declarado que juzgar los actos de Juárez es insultar a la nación: y ante este dogma de la inmunidad e intangibilidad histórica de un sujeto, hemos tenido que callar; porque nos parece muy poco donosa una controversia en que a las razones de la crítica se contesta con el palo de gendarme.
Así como el gran poeta español concibió un médico a palos, estos liberales de acá han concebido y realizado el silencio a palos y la gloria a palos.
Callamos, pues, por la obvia razón de que no nos dejan hablar. Se comprende que ese farisaísmo es fértil en sumo grado para la crítica; pero se nos ha puesto una mordaza, se ha declarado delito juzgar la personalidad histórica de Juárez, y no creemos que sea útil para nuestra causa entrar a bartolinas con la historia debajo del brazo. Impotentes los liberales mexicanos para defender en los estrados de la controversia científica la imaginaria grandeza de Juárez, han acudido a los cerrojos de las prisiones para asegurar con ellos el silencio de la historia” (La Voz, 1898).
Mucho se dice que la iglesia católica estaba en contubernio con Díaz, sin embargo el anterior comentario de uno de los periódicos católicos de aquel tiempo, muestra lo contrario o ¿solo sería el tema de Juárez el que provocaba esto? Pero seis años después, en 1904 rescatamos este otro texto en otro periódico.

Francisco Bulnes, un escritor liberal que para el centenario de Juárez, publica el libro del “El Verdadero Juárez”, es terriblemente perseguido, a tanto que en una carta publicada en el Tiempo dice a la letra: “Yo no me siento vencido, ni me sentiría aún cuando cada molécula del territorio mexicano hiciera una protesta contra mi libro; para mí la lucha comienza y estoy dispuesto a sostenerla; pero como está perfectamente organizada por la intolerancia jacobina el sistema de persecución y de terror para todo aquel que discrepa en lo más mínimo de que Juárez tiene que el Boudha de México y ser culto obligatorio para todos los mexicanos bajo la pena de ser declarado traidor a la Patria (sic)… y haber sido expulsado de la Cámara de Diputados por el crimen de haber escrito un libro que niego la divinidad de un hombre”(El tiempo, 1904).

Indiscutiblemente en todo tiempo, la historia y su narrativa, son manejados impunemente por el sistema político en turno para desvirtuar y hacer prevalecer las ideologías que cimentan los gobiernos.
Fuentes:
1.-La Voz de México, 22 de julio de 1898, pág. 2
2.-El Tiempo, periódico, 1º de septiembre de 1904 pág. 2
