Maximiliano emperador embalsamado.


Dhyana A. Rodríguez


El encargado del embalsamamiento fue el doctor Licea, si bien se permitió que el doctor Basch estuviera presente, además del doctor Szender, quien había venido con el barón de Magnus desde San LuidsPotosí, trayendo sustancias para el proceso (éste último, finalmente, sí ayudó).
Por los numerosos tiros en el cuerpo, no pudieron embalsamar a Maximiliano con la técnica moderna de ese tiempo que era a través de inyecciones con sustancias, así que hicieron una combinación de eso, y la técnica egipcia, para lo cual, tuvieron que sacar todas las víseras, desecándolas y poniéndolas en vasijas. También le pusieron ojos de vidrio de color negro.
Antes del proceso, Lícea encontró al cuerpo totalmente desnudo en la Iglesia, con las ropas ensangrentadas a un lado (las cuales pidió el fotógrafo Aubert permiso de fotografiar) y viendo que ya no era posible volver a usar las mismas, pidió al gobierno que le proporcionaran otra ropa. El gobierno le dijo que no había dinero para eso y Lícea trajo entonces de su propia ropa para vestirlo cuando ya estuviese embalsamado.
Hizo también una máscara de yeso de su rostro la cual, junto con parte de la ropa de la ejecución y algunos cabellos, pretendió vender a la princesa de Salm Salm alegando que lo hacía porque no le habían pagado y además él había tenido que dar su ropa. La princesa de Salm Salm denunció esto a Juárez y tales objetos fueron confiscados.
El cadáver quedó no tan bien, pero quedó, no desprendía ningún olor y fue puesto en un ataúd al que por desgracia después se le rompió un vidrio, debido a que uno de los soldados recargó su fusil en él para verlo. No se dieron cuenta de la rasgadura y así fue trasladado a la ciudad de México. En el camino, cayó en un manantial y le entró agua, lo cual echó a perder parte del embalsamamiento, así que en la ciudad de México, encargaron que le hicieran otro.
Así pues, en la capilla de San Andrés (hoy demolida), que fue su última morada en México, se hizo de nuevo el proceso, teniendo que colgar al cadáver de una lámpara para que escurriera todo el líquido, y luego se volvió a empezar. Se le vistió entonces de general, y se le metió en un triple ataúd, para que ya no sucedieran más accidentes.


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