Candy García Vázquez *Colaboradora y Cronista de Guaracha, Michoacán; Vicepresidenta de la SMHAG y Secretaria Técnica del estado de Michoacan de la Asociacion de Cronistas Jalisco Michoacán.
Lo que fuera después de 143 años de vida, el pueblo de San Juan Guaracha, se convirtió en el latifundio más grande e importante del occidente de la intendencia de Valladolid, y luego del estado de Michoacán, hasta hoy, ha sido objeto de estudio de propios y extraños, la famosa Hacienda de San Juan Guaracha.
En el Archivo General de la Nación existen los cuadernos de las Haciendas de las Guarachas, donde aparecen mercedes desde 1540 de diversas estancias que al juntarse formaron este conjunto de haciendas.
Pero en el 5º. Cuaderno están las escrituras de Guaracha, en que se asentó que Hernando Toribio de Alcaraz y Ruiz “El Viejo” le fue otorgada la primer merced que dice a la letra:
“una estancia de ganado mayor y menor, en término de Guaracha (en aquel tiempo era San Miguel Guaracha hoy Villamar) una legua de dicho pueblo, poco mas o menos en una fuente de agua su fecha 21 de abril de 1567”.
Así nace el pueblo de San Juan Guaracha, con el nieto de don Pedro Ruiz de Guadalcanal, soldado de Hernán Cortés que compró las partes más amplias de lo que sería Guaracha, también el emporio de La Palma, sería él y sus descendientes quienes fundarían la mayor parte de los pueblos de la ciénega de Chapala. Dos años antes La Palma, 5 o 6 años después El Platanal y unos más tarde San Antonio.
La fundación del Pueblo de San Juan Guaracha, se hizo en el famoso ojo de agua que hoy sigue produciendo agua en el actual Guaracha, en una merced dice:
“ el sitio de estancia en un peñasco grande junto a una cañada quebrada en unos manantiales que dicen se llaman Atlihuaque... que corre por unos llanos hacia la ciénega”
Los documentos del 5º. Cuaderno, nos muestran 9 mercedes, 13 compraventas y 17 gestiones que están escritas entre las fojas 157 y la 164 del expediente. Comprenden los años de 1569 a 1619 en que se conforman las haciendas de Guaracha. El Archivo General de La Nación, nos otorga también una serie de documentos que describen de 1620 a 1780 más de 8 volúmenes, con más de 135 mercedes, 250 compraventas y más de un centenar de litigios entre comunidades indígenas a saber de otros documentos más que generó la hacienda.
Fueron dueños de 1620 a 1720, un siglo completo, las familias de los Andrade y los Salceda, descendientes de los Alcaraz Ruiz, quienes sus últimos dueños fueron los apellidados Salceda Andrade; de 1720 a 1790 la familia del capitán Fernando Villar Villamil que tenían posesiones por mas de 140 mil hectáreas y diversas haciendas en zonas de hoy estado de Michoacán y Estado de México, de un incalculable valor y de mucho dinero de por medio, como podrá verse.
Guaracha el enorme latifundio, comenzó a desmembrarse hacia 1760 cuando se dividió el emporio en dos latifundios, por la sucesión de la testamentaria que dejara el capitán Fernando Villar Villamil a sus dos únicas hijas: Guaracha que quedó como poseedora de tierras del sur, y hacia el norte la hacienda de Buenavista cuyo dueño era don Gabriel Castro y Osores casado con una Villamil. Mas tarde Buenavista quedaría para los Mora y luego a Francisco Velarde y de la Mora y por último a los Martínez Negrete.
De 1790 a 1811 su dueño fue Francisco Victoriano Jaso quién murió ajusticiado en los primeros meses de la guerra independentista, por los insurgentes al mando del hacendero de La Palma, Don Luis Macías; a la muerte de él, la heredó a su nieto Diego Moreno Jaso, capitán de milicias realistas y a la postre Gobernador de Michoacán, Senador de la República Central, Diputado varias veces. Los Moreno la tuvieron en su poder hasta 1936 y fueron albaceas Antonia Moreno Depeyré, Diego Moreno Leñero y Manuel Fernando Moreno.
Guaracha, por más de 300 años, dominó los pueblos de la región, litigó, despojo a las comunidades indígenas y fue un ejemplo de la tiranización y de esclavitud de los pueblos indígenas, de los afroamericanos y las castas. Por el odio a Guaracha, los habitantes de la zona participaron en casi todos los movimientos sociales del siglo XIX y siglo XX. Pero también, los papeles que hoy solo guardan el recuerdo de este enorme latifundio, solo sirven como la fuente de riqueza histórica y documental que contienen una historia fabulosa, de una vida que se fue.
©Yuriana Candelaria García Vázquez- México-2020
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