León a los pies de Nuestra Señora

112 aniversario de la Coronación pontificia de Nuestra Señora de la Luz

Lic. Helena Judith López Alcaraz

Nuestra Señora de la Luz, venerada Patrona de la ciudad y de la Diócesis guanajuatense de León.

En una fecha como esta, 8 de octubre, pero de 1902, hace 112 años, en León, Guanajuato, se llevó a cabo la coronación de la venerada imagen de Nuestra Señora de la Luz, traída desde Palermo, Sicilia, por el sacerdote jesuita José María Genovesi en 1732 y que había sido proclamada patrona de la ciudad el 23 de mayo de 1849, gracias a las diligencias del cura-párroco José Ignacio Aguado. A la sazón, el Papa que llevaba el timón de la Iglesia Católica era Su Santidad León XIII, el Pontífice de la Rerum Novarum, acerca de las condiciones de los operarios.

Tal como lo ameritaba la magnífica ocasión, el acontecimiento fue un acto lleno de fe y devoción. Hay que recordar que este tipo de coronación es un honor que se concede a imágenes religiosas de gran antigüedad, que han alcanzado una devoción popular considerable y por las cuales Dios ha obrado múltiples milagros. Es el caso, por mencionar otros ejemplos, de la Santísima Virgen de Zapopan y de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, llevadas a cabo por los Obispos José de Jesús Ortiz en 1904 y Francisco Orozco y Jiménez en 1921, respectivamente.

Detalle de un retrato del Papa León XIII pintado por Fabio Cipolla.

Don José María de Jesús Díez de Sollano y Dávalos, primer Obispo de León, ya había pedido a la Santa Sede que a la Madre Santísima de la Luz le fuese concedido el Patronato de toda la Diócesis, lo cual aprobó el Papa Pío IX –quien instituyó el dogma de la Inmaculada Concepción y la Solemnidad del Sagrado Corazón– por Breve de 19 de Septiembre de 1872. Pero fue Tomás Barón y Morales, II Obispo de León, quien emprendió las gestiones con miras a que la imagen fuera coronada con rango y liturgia pontifical. Durante este periodo, se recibieron numerosas peticiones de parroquias y asociaciones piadosas, solicitando que se efectuara la coronación.

Don Tomás Barón y Morales, II Obispo de León, iniciador del proceso para solicitar a la Santa Sede la Coronación Pontificia de la imagen de la Virgen de la Luz. Fotografía: Arquidiócesis de León; mejora de imagen por la autora.

A la muerte de Barón y Morales, acaecida en 1898, su sucesor Santiago de la Garza Zambrano siguió con el proyecto. A fines de 1899, solicitó directamente a Roma la Coronación Pontificia de la Madre Santísima de la Luz, mas no se le respondió. De la Garza no alcanzaría a ver la consumación de los anhelos de la Diócesis leonesa, ya que en 1900 se le nombró Obispo de Linares.

Retrato de Monseñor Santiago Garza y Zambrano, III Obispo de León, continuador de las gestiones para obtener la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de la Luz. Fotografía: Arquidiócesis de León; mejora de imagen por la autora.

Fue precisamente durante el tiempo que la sede episcopal de León estaba vacante, por la partida de Monseñor Santiago, cuando la Santa Sede hizo llegar el decreto que otorgaba el permiso bajo la fórmula “Utatur iure suo” –que se traduce como “haga uso de su derecho”–: su Breve fechado el 23 de marzo de 1901. Además de la coronación, el Papa León XIII concedió una indulgencia plenaria que no solo podía obtenerse el día de la ceremonia, sino también en cada aniversario.

Transcribimos, hecha la excepción de un breve fragmento referido a penas canónicas, el texto en el que Su Santidad autorizó la Coronación:

“León Papa XIII

Para perpetua memoria

Como nuestros hijos queridos los Canónigos de la / Iglesia Catedral de León, en la República Mexicana, / nos han rogado humilde y empeñosamente que con- / cedamos nuestra facultad, para que el nuevo Prela- do de aquella Diócesis imponga con rito solemne / una corona de oro a la ínclita Imagen de la Madre / Santísima de la Luz, que los fieles de la misma Dió- / cesis veneran con singular piedad, Nos hemos asen- / tido á tan piadosos deseos. Por tanto […] concedemos que, el nuevo Obis- / po de la Diócesis de León, pueda lícitamente, el día / que él mismo elija, y observando lo que por derecho / deba observarse, imponer con rito solemne y á Nues- / tro nombre y con Nuestra autoridad, una diadema de / oro a la mencionada Imagen de la Madre Santísima / de la Luz. Y para que estas solemnidades sirvan / para el bien espiritual de los fieles, con Nuestra mis- / ma autoridad concedemos á todos y á cada uno de / los mismos fieles que verdaderamente arrepentidos, / confesados y apacentados con la Sagrada Comunión / asistan á esta Coronación, y á los que en los años / venideros asistan á la referida Iglesia el día del ani- / versario, y dirijan ahí piadosas oraciones á Dios por la concordia los Príncipes Cristianos, la extirpa- / ción de las herejías, la conversión de los pecadores, / y la exaltación de la Santa Madre Iglesia, Plenaria / indulgencia y remisión de todos sus pecados, que / pueden aplicar por modo de sufragio á las almas de / los fieles difuntos.”

Fue el nuevo prelado que dirigiría por entonces la Diócesis de León, Leopoldo Ruiz y Flores , quien se encargaría de la ansiada Coronación Pontificia. El mismo eclesiástico, con el objetivo de engrandecer todavía más la magna ceremonia, mandó decorar esplendorosamente la Catedral y renovar el altar mayor, colocando uno de mármol.

Monseñor Leopoldo Ruiz y Flores (1865-1941), IV Obispo de León, quien realizó la Coronación Pontificia de la Virgen de la Luz por disposición del Papa León XIII. Retrato: Arquidiócesis de León.

El 1° de octubre por la mañana, tras el rezo de las horas menores y de la Misa conventual, tuvo lugar la solemne procesión para trasladar la imagen de Nuestra Señora de la Luz y para consagrar el nuevo altar. La romería fue impresionante. Delante iban los seglares, médicos, abogados, ingenieros y farmacéuticos, las escuelas católicas de uno y otro sexo, y las conferencias de caridad. Detrás marchaban los seminaristas locales. En retaguardia caminaba Monseñor Ruiz y Flores y el cabildo catedralicio. Cuatro capitulares, revestidos con capa pluvial, y sus compañeros, cargaban en andas la efigie de la Reina del Cielo. Los presentes, pletóricos de emoción y fervor, respondían “Ora pro nobis” a cada una de las letanías lauretanas que entonaba el coro.

Arzobispos y Obispos que concurrieron a la Coronación Pontificia de la Santísima Virgen de la Luz. El primero a la izquierda, de pie, es Monseñor Francisco Orozco y Jiménez (1864-1936), oriundo de Zamora, Michoacán, que a la sazón acababa de ser consagrado como Obispo de Chiapas. Fotografía proporcionada por la Archicofradía de Nuestra Madre Santísima de la Luz; mejora de imagen por la autora.

Al arribar a la Catedral, la imagen fue colocada en el trono donde se le habría de coronar. En seguida, acompañado por otros eclesiásticos, Monseñor Ruiz procedió a consagrar el altar. Esa ceremonia se prolongó hasta las once de la mañana, aproximadamente, cuando empezó la Misa Pontifical. [1]

La consagración quedó consignada en los siguientes términos:

“El primer día de octubre de 1902, yo, Leopoldo, Obispo de León consagré este altar, en honor de la Madre Santísima de la Luz con las reliquias de los Santos Mártires Fulgencio, Donato y Clementina [2] y encerrados con ellos cada uno de los fieles de Cristo. Hoy y cada año quienes la visiten en el día de la consagración la Iglesia concede cuarenta día de indulgencia en la forma habitual.”

Fotografía en la que quedó inmortalizada la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de la Luz en León. Imagen mejorada por la autora.

Por fin, a la jornada posterior, Nuestra Señora de la Luz fue coronada en medio de la piedad desbordada, mas no por ello menos respetuosa y sincera, del pueblo leonés. Asistieron los Arzobispos de Michoacán. Guadalajara, Oaxaca, Durango, Linares, los Obispos de Querétaro, Puebla, Tulancingo, Cuernavaca y Tamaulipas, así como los Titulares de Neocesaria Chilapa, de Tloe, de Chiapas y de Arizona.

Pintura conmemorativa de la Coronación, que se conserva a un costado del altar de la Capilla de la Soledad, en la Catedral de León. Mejora de imagen y ampliación por la autora.

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**Notas litúrgicas:

[1] Misa solemne –esto es, con cantos del Propio y del Ordinario, seis velas encendidas en el altar, incienso, beso de la paz–, en la que el celebrante es el Obispo. El obispo siempre usa sus insignias pontificales, con las cuales se reviste en el transcurso de la celebración litúrgica. A cada lado del obispo se sitúan dos diáconos llamados «diáconos de honor», revestidos con sobrepelliz y dalmática, cuya función es atender al obispo. Además, siempre hay presencia de un presbítero asistente.

En estas Misas no se usa el Misal Romano (Missale Romanum) sino el Canon Missae Pontificalis (Canon de la Misa Pontifical) y el prelado se sienta en el trono episcopal.

[2] Los altares católicos, en el centro, tienen una piedra o losa llamada “ara”, sobre la cual se coloca el corporal durante el Santo Sacrificio de la Misa. Contiene, como queda ratificado en el texto, las reliquias de varios mártires.

Bibliografía:

Arquidiócesis de León (2024). Episcopologio. Mons. Tomás Barón y Morales. II Obispo de León. http://arquileon.org/obispos/mons-tomas-baron-y-morales-2/

Arquidiócesis de León (2024). Episcopologio. Mons. Santiago Garza y Zambrano. III Obispo de León. http://arquileon.org/obispos/mons-santiago-garza-y-zambrano/

Instituto Hijas del Sagrado Corazón de Jesús I. F. C. J. (s. f.). Historia de la Madre Santísima de la Luz. Patrona y Coronación Pontificia de la Madre Sma. de la Luz. https://www.hijasdelsagradocorazondejesus.org/index.php?option=com_content&view=article&id=61&Itemid=127

Sotelo, J. A. (s. f.). La Madre Santísima de la Luz (León, Gto.). Catholic.net. https://www.es.catholic.net/op/articulos/3186/cat/99/la-madre-santisima-de-la-luz-leon-gto.html#modal

Recortes proporcionados por la Archicofradía de Nuestra Madre Santísima de la Luz, donde se difundió tanto el edicto en el que León XIII autorizaba la Coronación como el el escrito en el que Monseñor Leopoldo Ruiz dio fe de haber consagrado el altar.


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